sábado, 31 de diciembre de 2011

Habló con la verdad

abló con la verdad.
Vacío de toda pretensión por ganar o perder.
Porque ya no hay nada que ganar ni perder.
La verdad nos antecede,
y será por eso que abrir el alma y reconocer
la presencia obscura de una luna
que se muestra tal cual es,
nos coloca frente a un nuevo cielo
repleto de luces –esas sí, tan reales
como la idea de que hemos vuelto a nacer
bajo el amparo de lo imposible. 

domingo, 25 de diciembre de 2011

Cree

Quiero regalarte algo hoy. Pero tengo las manos vacías. Me es también imposible correr a tu encuentro y darte el abrazo que tanto deseo. Y hoy, elevar una oración en tu nombre no me ha sido suficiente, porque si bien sé perfectamente que Dios me escucha, sé que tú no. De modo que hoy mis plegarias te las dirijo a ti. Porque en ellas están mis deseos y porque finalmente son lo único que tengo. Hoy mi fe está contigo. 
 
Sí, debes saber que tengo fe en ti. Creo en ti. Confío en ti. Sé que en ti habita un corazón capaz de amar. Se que en tus ojos se asoma un alma con la habilidad de ver la grandeza que existe en los demás. Lo sé porque he visto mi alma en tus ojos. Lo sé, porque he reconocido mi humanidad en la tuya. Lo sé porque tu grandeza me ha hablado de la mía. 
 
Creo en ti y te pido que tú también lo hagas. Recuerda siempre el gran valor que tienes, lo maravilloso que eres. Recuerda siempre que hay alguien en este mundo que te ama, y no hablo sólo de mí. Somos muchos los que te tenemos cual ancla en el corazón. 
 
Te pido también que creas, que no dejes de creer. Cree en ti. Cree en la vida. Cree en el amor. Cree en el poder de la fe. Y cree en la nobleza del perdón. Mas no limites tu creer a una ideología, religión o ciencia. No. No encapsules tu ser, tu mente y tu alma. Y no hagas como yo, que me creo que el misterio de la existencia cabe en unas líneas. 
 
Líneas que por supuesto, no son mías, pero que hoy tomo prestadas de Joseph Campbell, autor de El héroe de las mil caras. 
 
No dejes de creer en ti, porque… Ni siquiera necesitamos arriesgarnos en la aventura a solas, ya que los héroes de todos los tiempos nos han antecedido. El laberinto es bien conocido, no tenemos más que seguir el hilo conductor del camino del héroe. 
 
Y ahí donde pensábamos que encontraríamos abominación, encontraremos a Dios. Y donde pensábamos que aniquilaríamos a alguien, nos aniquilaremos a nosotros mismos. Y donde creíamos que viajaríamos hacia el exterior, nos encontraremos con que hemos viajado al centro de nuestra propia existencia. Y donde pensábamos que estaríamos solos, nos encontraremos unidos al mundo.
 
Entonces cree. Cree con todo tu ser. Cree en ti y en mi y en el amor que nos une. Cree en Dios, pero no te niegues a abrazar la idea sólo porque no puedes asimilarlo como yo lo concibo. ¿Quién ha dicho que las ilusiones que veo son verdades absolutas? Sé muy bien que mi concepto de lo divino tiene sus límites y deficiencias. Por eso, si así lo prefieres, no le pongas nombre. Dios no necesita una definición para existir. Es el que Es y se basta. 
 
Que te baste a ti. Que te baste saber que el amor ha tocado a tu puerta. Y te espera. Te esperará por siempre porque está destinado a ser tuyo. Que te baste, en fin, saber que con Dios está la plegaria que hoy pongo en tus manos: cree.