sábado, 23 de noviembre de 2019

Escoge bien las consecuencias


 
Photo by Matthew Henry on Unsplash
Judas vio que su ejército se desintegraba en el preciso momento en que el combate les venía encima; quedó consternado, pues ya no tenía tiempo para reunir a los fugitivos. A pesar de eso, dijo a los que se habían quedado con él: «¡De pie! ¡Ataquemos a nuestros enemigos y veamos si podemos vencerlos!» Sus compañeros trataron de disuadirlo, diciéndole: «Por ahora lo único que podemos hacer es salvar nuestras vidas. Volveremos luego a reemprender la lucha junto con nuestros hermanos, pues en realidad somos muy pocos». Judas les respondió: «¡Nunca haré eso, líbreme Dios de huir frente a ellos! Si ha llegado nuestra hora, muramos como valientes por nuestros hermanos, pero no hagamos algo que pueda mancillar nuestro honor».” 1 Mac 9, 7 a 10

Son demasiadas las veces que nuestro deseo de ser vistos como personas íntegras, capaces y valientes, o simplemente “buenas personas” nos lleva a soportar, tolerar, permitir y participar en conflictos que no vamos a ganar.

A veces necesitamos reconocer que hoy no puedo con algo. Eso no nos hace menos capaces ni menos valientes. A veces necesitamos huir, y con huir no hablo de cegarnos a la realidad de nuestra existencia, meternos en la cama, tirarnos en el sofá, o salir de fiesta buscando evitar el dolor. Estoy hablando de verdaderamente aceptar: hoy no puedo. Retirarnos de la situación e ir a buscar lo que realmente pueda brindarte fuerza, capacidad, resultados. Eso no es rendirse, eso es luchar por tu vida.

Judas debió retirarse, reunir a sus hombres y fortalecer a su ejército. Eso implica trabajo, disciplina, esfuerzo. Es ahí donde radica el honor. Lamentablemente Judas Macabeos no alcanzó a darse cuenta porque el honor para él ya se había convertido en algo que proyectar a otros. El prestigio lo antecedía y decidió salvar ese “honor” en lugar de verdaderamente luchar por su vida y la de quienes luchaban a su lado. 

Toda recuperación y mejora implica quitar el ego de en medio y hacer el trabajo que realmente tienes que hacer. No hay recuperación que suceda mágicamente y no hay honor que valga cuando el camino es “matarse por demostrar que puedo”. A veces, mejorar es decir “hoy no puedo”, y retirarte a hacer lo que necesitas hacer, no lo que quieres ni lo que tienes ganas de hacer. 

Hoy me topé con esta cita que creo lo resume muy bien: 

“No se trata de evitar el dolor, porque el dolor es inevitable, se trata de escoger las consecuencias.”  Maurice Maeterlink

Jesús, ayúdanos a aceptar nuestra cruz, nuestras deficiencias, nuestras imposibilidades, y una vez aceptadas, permítenos buscar la mejor manera de superarlas, conscientes de que no es una espera sino acción. Danos Señor la humildad para ser dóciles a tu voz y a las exigencias de la situación. Te amo. 


domingo, 20 de octubre de 2019

Que la paz no sea pretexto

Arma de oro del “Chapo

El capítulo 8 del Primer libro de Macabeos habla de una alianza hecha por Judas Macabeo con los romanos. Es fácil comprender que, dadas las circunstancias, tener un aliado poderoso como los romanos para lograr así restituir el reino judío, pudiera parecer conveniente. Sin embargo, como nos explica el comentario de este capítulo de la Biblia Latinoamericana: “Los que buscan el Reino de Dios y la justicia no deben poner su confianza en los ricos y poderosos.”

La historia demostraría que los romanos terminarían por someter al pueblo judío para sus propios intereses y no para respetar acuerdos ni buscar el bien de un pueblo al que son indiferentes.

Con todo lo que me duele decirlo: eso es exactamente lo que sucede en nuestro país.

Bajo la excusa de la paz, se han hecho alianzas con el poder y el dinero. Y esta semana se manifestó, de lleno, que quienes tienen el poder y el dinero, y se les da puerta abierta para impunemente desplegarlo a sus anchas, no van a cuidar al pueblo, sino a sus “patrones”.

Vivimos en un país que está secuestrado por el narcotráfico, en el que no hay paz, no hay ni siquiera el intento de buscar la justicia, y no hay voluntad ni política ni humana ni social para comprender que no se hacen tratos con el demonio.

El poder y el dinero buscarán siempre más poder y más dinero. Y, a pesar de las muchas advertencias que algunos hicieron del peligro de poner en el poder a un hombre obsesionado por tenerlo, y por lo mismo, incapaz de hablar con la verdad y demostrar abiertamente los beneficios económicos que dicha búsqueda siempre trajo consigo, decidimos creer su “buena voluntad” y ahora, es considerado un hombre “humano”, capaz de perdonar a quienes, sin tentarse el corazón, decidieron atacar al “pueblo de México”; no al ejército, no al gobierno… al pueblo. (Hago referencia a lo sucedido el pasado jueves 17 de octubre, 2019 en Culiacán, Sinaloa: Después de enfrentamientos, liberan al hijo del Chapo en Culiacán.)

Porque eso fue lo que hicieron: mandaron a su ejército de jóvenes –carne de cañón siempre, muchachos substituibles, porque siempre habrá chavos pobres, que han sufrido toda clase de discriminación y abusos, y desubicados a quienes puedan engatusar con promesas de dinero y poder- y salieron a las calles a aterrorizar la ciudad. No tuvieron consideración alguna. Nada ni nadie importó más que el patrón y su liberación inmediata. Y así, abrieron fuego en lugares públicos y, aún más grave, directamente a hogares donde vivían familias. El fin no era combatir ni defender, sino desestabilizar y hacernos vivir un infierno.

Y así, nuestro pueblo cada día más aprende que lo único que da resultado es la violencia y el engaño. A nuestro pueblo le hemos marcado el camino de prosperidad como un camino de negociación con intereses económicos de unos pocos e interacciones humanas que no se den bajo un marco de regulación y respeto a la ley, sino bajo la amenaza de la fuerza bruta y las alianzas que esa fuerza traiga consigo.

Jesús, que la no-violencia que es tu enseñanza no se convierta en un pretexto para callar voces, hacer oídos sordos, y dejar de luchar por la búsqueda de la verdad, la justicia y el verdadero amor de darnos valor, no en términos de poder y dinero, sino bajo la lupa del esfuerzo, el compromiso social, la competencia laboral, y la regulación de interacciones dadas en un marco de legalidad, no de caprichos y conveniencias.

Dios abra nuestros ojos, y nos quite la venda de ingenuidad en al que hemos preferido vivir antes de ver la verdad a la cara y atrevernos a actuar.

Bendícenos Señor. Te amo.


domingo, 13 de octubre de 2019

Desarrolla la semilla de la fe

Foto tomada de: http://wallpaperweb.org/


"Los apóstoles dijeron al Señor: 'Auméntanos la fe'. El Señor respondió: 'Si ustedes tienen un poco de fe, no más grande que un grano de mostaza, dirán a ese árbol: Arráncate y plántate en el mar, y el árbol les obedecerá."  Lc 17, 5-6 

La fe mueve montañas y árboles. Jesús lo asegura, y mucha gente te tacha de negativo y persona de poca fe cuando lo que buscas y deseas no se logra. Lo que casi nadie te dice es que cuando Jesús dijo que puedes mover un árbol, arrancarlo de raíz y plantarlo en el mar, no dijo que sería magia. No dijo que cerrarías los ojos y con desearlo sucedería. Pretender que así sea no es tener fe. Es ser ingenuo, en el mejor de los casos, y en el más común, es sentarnos en la comodidad de “dejar que sea la voluntad de Dios” la que decida, haga, resuelva, cambie una situación. Y si no sucede, es porque “Dios no lo quiere”. No tiene nada que ver con mi esfuerzo.

Yo, muchos años, creí que no tenía fe. Pero hoy sé que siempre he tenido fe. También llegué a pensar que mi fe no era lo suficientemente fuerte, ni grande, ni firme. Pero ahora sé que simplemente me estaba exigiendo de más, que quería el resultado inmediato, porque siempre me pedían el resultado inmediato: si no eres capaz de mover un árbol, no tienes fe…

Por ejemplo, una vez alguien me dijo: “El problema es que tú eres insegura, si tuvieras fe en ti misma otra cosa sería.” Pero esa persona, que era alguien a quien yo admiraba muchísimo y que era, por lo mismo, una autoridad para mí, nunca me dijo: ¿Te das cuenta de que, a pesar de ser insegura, te animas a levantarte y expresar tus dudas, te acercas a pedir orientación, te esfuerzas por decir lo que piensas y pides opinión acerca de tus ideas?

Es decir, no me ayudó a reconocer lo poco que sí había en mí y la manera en que ese poco se desarrollaba día a día con mi esfuerzo. No me ayudó a ver la semilla de mostaza que sí había en mí. Y sólo se dedicó a señalar lo que yo no tenía: fe, seguridad, amor propio. Cuando te enfocas en lo que no hay y no en lo que sí, es más difícil. Así que no busques mover el árbol de inmediato, desarrolla la semilla primero.  

En la medida en que me fui dando cuenta de lo que sí hacía a pesar de ser insegura, mi grano de mostaza fue creciendo y fue convirtiéndose en un árbol. Hoy sé que, con fe, -es decir, el pequeño valor de intentar un poco hoy, y otro poco mañana, y otro poco el día siguiente- lo que parece imposible es posible.

Sigue siendo cierto, soy insegura, pero no al grado de paralizarme. Alguna vez fue así, pero ya no. Y hoy he sido capaz de hacer cosas que nunca hubiese creído posibles. Así que, te fe. Y no importa si es muy pequeña, tenla todos los días, esfuérzate todos los días, busca ayuda y apoyo todos los días, toca y se te va a abrir, insiste y se te va a escuchar. Con fe es posible.

Pero ya no pienses que la fe es algo que se tiene o no. Es algo que se desarrolla con esfuerzo, con dedicación, con empeño diario. Aun cuando no veas resultados inmediatos, la fe está haciendo lo suyo en tu ser. Y no tienes que hacer esfuerzos exagerados. Un poco todos los días basta.

Gracias Jesús por enseñarnos que todo es posible, un paso a la vez. Te amo.

sábado, 5 de octubre de 2019

No hay paz sin justicia



Photo by NeONBRAND on Unsplash

“«Hagamos la paz con estos hombres, hagamos las paces con ellos y con todo su pueblo. Permitámosles que vivan según sus costumbres como antes, pues fue justamente a causa de esas costumbres, que nosotros suprimimos, que ellos se rebelaron y llegaron hasta esto.»” 1 Mac 6, 58 y 59

Pero resulta, que: “El rey y los generales se comprometieron bajo juramento y los sitiados salieron de la fortaleza. Pero cuando el rey entró en el cerro Sión y vio la inexpugnabilidad de esa plaza, faltó al juramento que había prestado y dio órdenes de destruir toda la muralla.” 1 Mac 6, 61 y 62

“No hay paz sin justicia ni justicia sin perdón.” Ese fue el mensaje de Juan Pablo II en el 2002, para la celebración de la XXXV Jornada Mundial de la Paz. (1)

Juan Pablo II, sin duda, tiene razón. El perdón es fundamental. Y, sin embargo, mi interés nunca ha sido solamente identificar lo que se necesita para lograr algo, sino cómo se obtiene eso que se necesita. Me explico. Muchas veces me han dicho cosas como: “tienes que ser feliz”, “tienes que perdonar”, “tienes que pensar positivo”, como si se tratara de elegir un vaso de agua de limón o de naranja. Sólo lo decides y ya.

Y quizá hay quienes así son: deciden ser felices y ¡ya! Mil felicidades si ese es tu caso. Pero yo… yo he necesitado encontrar estrategias, medios, terapias, ayudas, procesos que me lleven a transformar una idea debilitante –que tú llamarías negativa- a una verdad con sentido –que tú llamarías idea positiva, aunque quizá no… porque lo que yo defino como verdad con sentido no niega la negatividad de una realidad, sino le da dirección al trabajo y busca el fin posible, no la fantasía irreal, deseable y bonita.

Pero eso es largo de explicar. Lo que quiero  que decirte ya lo dijo mucho mejor y muy claramente Eulogio López, director de www.hispanidad.com, quien agregó una tercera afirmación: No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón, “y no hay perdón sin arrepentimiento”.

Les dejo al final de este texto el video para que escuchen de viva voz lo que Eulogio López nos explica, creo yo, tan acertadamente (dura 3 minutos): 

Perdonar a alguien no debe ni puede implicar que las cosas sigan igual. Si alguien te lastimó, es bueno perdonarles, pero no es bueno quedarte a que sigan lastimándote. Si esa persona no está arrepentida, no va a hacer nada por cambiar la situación y volverá a lastimarte una y otra y otra y otra vez.

A Jesús le preguntaron en una ocasión: ¿Cuántas veces debo perdonar? “Setenta veces siete”, aseguró (Mt 18,22). 

Pero esas 70 veces 7, son para ti, son para que tú perdones y para que alivies tu dolor. Es un trabajo que harás mucho en soledad, en la pena, en el llanto, en el desamparo. Ese perdón ayudará a tu transformación. Pero no es para que te quedes a que te sigan lastimando. ¿Me explico?

Cuando yo le pregunté a Jesús si debería regresar con personas que me han lastimado, lo imaginé verme a los ojos y decirme: 

“Amida, yo sólo me sacrifiqué una vez. No viví ese martirio 490 veces. Las 490 veces de mi perdón, y te aseguro que han sido muchísimas más, las vivo en el recuerdo de mi propio sufrimiento y la convicción de que no quiero que nadie pase por eso. Por eso lo viví yo, y por eso no busqué venganza ni que mis verdugos pasaran por lo mismo. Eso no implicó callar mi Espíritu, pero tampoco se trató de someterme a un sufrimiento eterno. Te pido que no vuelvas a someterte al dolor y mejor busques ayudar a otros a atravesar su propio sufrimiento. Ellos, quienes te ignoraron, te lastimaron, te hicieron a un lado, tendrán que arrepentirse para cambiar, pero no lo harán si tú te conviertes en su chivo expiatorio y les permites lavase las manos con tus debilidades y defectos una y otra y otra y otra vez. Y te aseguro esto: no están arrepentidos porque desde su visión: tú estás mal, sólo tú, nadie más que tú. Considera además que quien se ha arrepentido se acerca a ti y busca sanar la relación. Se muestra dispuesto/a a escuchar y modificar actitudes que los beneficie a ambos.  No hace falta que vayas a buscarle ni que lo/a intentes convencer de que vale la pena relacionarse de una manera diferente. Si tienes que rogar para que te ayuden, mejor busca ayuda en otro lado.”

Jesús, gracias por tus palabras, tu guía y tu ayuda. Bendito eres por siempre. Te amo.



(1) Juan Pablo II. (2002, enero 1). La Santa Sede. Vaticano. Juan Pablo II. Mensajes. Jornada de la paz. Tomado de: http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_20011211_xxxv-world-day-for-peace.html

(2) López, Eulogio. (2018, abril 13). No hay paz sin justicia ni justicia sin perdón. Hispanidad: Canal de Youtube. Tomado de:  https://www.youtube.com/watch?v=U5Nqu96IQCI

sábado, 28 de septiembre de 2019

La fama vacía

Photo by Daniel Sandvik on Unsplash
“José, hijo de Zacarías, y Azarías, jefe del ejército, se informaron de todo lo que habían hecho Judas y Jonatán en el territorio de Galaad y su hermano Simón que sitiaba Tolemaida en Galilea, de sus actos de heroísmo y de sus combates. Entonces dijeron: 'Hagámosnos célebres también nosotros, vayamos a atacar a los paganos que nos rodean'." 1 Mac 5, 55 a 57 

El resultado de su búsqueda de fama fue la muerte. Perdieron la batalla que buscaron, se dieron a la fuga, los persiguieron y ejecutaron.

“Fue una gran derrota para el pueblo, y esto, por no haber escuchado a Judas y a sus hermanos. Quisieron dársela de valientes, pero no eran de esos hombres a los que se les concedió salva a Israel.” 1 Mac 5, 61

Hoy en día, nuestra sociedad pierde mucho precisamente porque un gran peso de nuestras motivaciones tiene que ver con la fama, el dinero, el puesto social que ocupamos. ¿Queremos ser grandes, reconocidos, amados? Sigamos a los grandes, a los reconocidos y a los amados. Gente como Judas Macabeos, como Jesús, como la Madre Teresa de Calcula, Don Bosco, Martin Luther King Jr., Gandhi, Bill Gates, o alguien más cercano, un maestro o una maestra de la primaria que nos enseñó el valor de aprender, o un amigo que siempre está ahí cuando lo necesitas.

Ellos son los grandes, no porque sean famosos sino porque vivieron y trabajaron para un propósito de servicio, de justicia, de amor, de entrega.

Todo esfuerzo que no incluya estos fines, no dará fruto. Incluso si se llega a ser famoso o a tener dinero, será fama vacía y dinero gastado, no invertido.

Señor nuestro, que nuestros esfuerzos busquen tus fines, y que, si hemos de justificar nuestros actos, sea a través de tu Palabra y tu Verdad. Te lo pedimos en nombre de Jesucristo, ejemplo de vida, de sacrificio y entrega desmedida, primer ejemplo a seguir, único camino de salvación, y completa ternura. 

Te Amo. 

lunes, 16 de septiembre de 2019

Háblame




En una ocasión le pedí a Jesús, en oración, que nunca fuera a hablarme. Quiero decir, que nunca fuera a escuchar, literalmente escuchar, una voz. Eso me llevaría inevitablemente a ir al psiquiatra y confesarle que escucho voces. Eso da miedo, ¿No? 

Hoy, sinceramente, quiero escuchar su voz. Literalmente escucharle. Quiero escuchar porque me siento muy lejos, muy, muy, muy lejos del mundo y de Él. Sé que no lo estoy, pero así me siento. Así que hoy le he pedido que abra sus labios y me hable porque desear y buscar una reacción de acercamiento de parte de su iglesia, de mi iglesia, no ha sido productivo.

Estoy perdiendo mi religión. No implica que he dejado de creer en Dios. Implica que he aceptado que Dios, el SER, es mucho más que una iglesia y que seguir a Cristo no implica seguir reglas, preceptos, dogmas o convicciones, sino buscar la humanidad incluso en los posesos. Creen en Dios significa que creo en mi propio valor como hija y en el valor de otros que, como yo, sufren la indiferencia del sistema de valores que nos hemos convencido rigen el mundo, pero no hablan del ser ni son capaces de buscar, ya no digamos encontrar, la mejor manera de ayudarle. Un mundo inflexible que siempre te juzgará por levantar la voz, pero tan ruidoso y escandaloso como lo es el silencio en que nos sumerge con tal de no reconocer su papel en la tragedia humana de la desvalorización.

Hoy quiero escuchar voces.

Háblame.
Permite que la brisa de un susurro
llegue a mis sentidos,
que el escalofrío de tu voz
sacuda mis entrañas
y que el aliento de tu ánimo
toque mi rostro.

Háblame.
Porque el silencio es soledad
y la soledad es insoportable.
Porque hay tanto ruido en mi alma
que necesito una voz
capaz de guiarme hacia la quietud.
Porque todos necesitamos
escuchar un “te amo tal y como eres”,
y yo soy como todos.

Así que háblame.
Detente a escuchar, no los gritos del enojo
-debería decir la autodefensa hacia la indiferencia,
pero aún eres incapaz de reconocer tu parte
y asumir tu poder-
sino la desesperación por existir.

Háblame.
Porque la existencia se confirma
en la interacción de la palabra.
Porque es a través de la palabra
que creamos el mundo
y damos sentido al ser.
Y yo necesito darle sentido a este mundo
tan incapaz de escuchar
y tan indispuesto a responder.
Como tú.

Por favor, háblame.


Empieza tú

Photo by Mitch Lensink on Unsplash

“Y él (Judas Macebeos) fue el primero en franquear el torrente y marchar contra el enemigo, siendo seguido por todo el pueblo.” 1 Mac 5, 43ª

¿Quieres cambiar el mundo? Empieza tú. No sé si alguien te va a seguir, pero sí sé que nadie lo hará si no tienes camino recorrido, si no vas al frente y menos aún si pretendes ser jefe y no líder. Hay quienes esperan a tener el puesto, a ser felices, a estar bien, a tener los medios, a que haya alguien a su lado, pero la realidad es que nadie lo hará si tú no lo haces primero. Y lo tienes que hacer antes de tener el puesto, de ser feliz, de estar bien, de tener los medios y de que haya alguien a tu lado.

Infinita Bondad, Dios nuestro, te pedimos nos brindes el deseo ardiente de iniciar la marcha y seguir pase lo que pase. Permítenos abrir camino y no aceptes que pongamos como pretexto nuestras limitantes ni nuestra soledad: Tú eres nuestro primero apoyo y nuestra primera compañía. Gracias, gracias, gracias. Te amo. 

domingo, 8 de septiembre de 2019

¿Qué podemos hacer?


Photo by Blake Cheek on Unsplash

“Al saber eso ( que los judíos de Galilea están en peligro pues los quieren hacer desaparecer), Judas (Macabeo) y el pueblo convocaron a una gran asamblea: ¿Qué se puede hacer por esos hermanos que están en problemas y que tienen que luchar por su vida? Judas dijo a su hermano Simón: «Escoge a algunos hombres y ve a salvar a los hermanos que están en Galilea.” 1 Macabeos 5, 16-17

“¿Qué se puede hacer por esos hermanos que están en problemas?” He aquí una pregunta que siempre, siempre, siempre deberíamos hacernos antes de querer solucionarle la vida a alguien, o quitárnoslo de en medio y lavar nuestra consciencia con una limosna rápida y sin sentido. Es, además, una pregunta que debemos responder con total honestidad, porque la verdad nos hace libres. Las mentiras, por piadosas que sean, son ataduras que impiden avanzar, tanto a quienes necesitan de nosotros, como a nosotros que necesitamos, lo sepamos o no, de nuestros hermanos también.  

He pensado mucho en esta pregunta: ¿qué se puede hacer por esos hermanos que están en problemas? Y te pido hoy que lo pienses también. No ayudes sin haberlo pensado. No prometas sin haberlo analizado y estar muy consciente de qué, sí puedes y qué no puedes hacer. Ofrece tu ayuda no sólo en especie, a veces lo que se necesita es la presencia, la escucha, el tomar la mano de alguien. A veces la ayuda es trabajo y si no estás dispuesto a trabajar, no la ofrezcas. No des falsas esperanzas. Y nunca, nunca, nunca te laves las manos con unas monedas. Si has de dar dinero, que sea una cantidad definida y a una causa concreta. Las monedas al “ahí se van”, no van a ningún lado.

Y sobre todas las cosas, habla claro, porque si hay algo que todos podemos hacer es ofrecerle al otro la “verdad”, y la verdad nos hace libres de buscar ayuda en otro lado.

Dios nuestro, que nuestra voluntad de ayudar siempre se acompañe de la reflexión para que toda ayuda sea más efectiva y no una onda superficial en un mar de problemas que se disipa y no tiene efecto alguno. Bendice nuestros esfuerzos y bendice aún más a aquellas personas a las que los dirigimos. Te lo pedimos en nombre de tu hijo Jesucristo, quien supo tomarse el tiempo para iniciar su misión y una vez iniciada, verla a término. Te amo.