“Al saber eso ( que los judíos de Galilea están en
peligro pues los quieren hacer desaparecer), Judas (Macabeo) y el pueblo
convocaron a una gran asamblea: ¿Qué se puede hacer por esos hermanos que están
en problemas y que tienen que luchar por su vida? Judas dijo a su hermano
Simón: «Escoge a algunos hombres y ve a salvar a los hermanos que están en
Galilea.” 1 Macabeos 5, 16-17
“¿Qué se puede hacer por esos hermanos que están en
problemas?” He aquí una pregunta que siempre, siempre, siempre deberíamos
hacernos antes de querer solucionarle la vida a alguien, o quitárnoslo de en
medio y lavar nuestra consciencia con una limosna rápida y sin sentido. Es,
además, una pregunta que debemos responder con total honestidad, porque la
verdad nos hace libres. Las mentiras, por piadosas que sean, son ataduras que
impiden avanzar, tanto a quienes necesitan de nosotros, como a nosotros que
necesitamos, lo sepamos o no, de nuestros hermanos también.
He pensado mucho en esta pregunta: ¿qué se puede hacer
por esos hermanos que están en problemas? Y te pido hoy que lo pienses también.
No ayudes sin haberlo pensado. No prometas sin haberlo analizado y estar muy
consciente de qué, sí puedes y qué no puedes hacer. Ofrece tu ayuda no sólo en
especie, a veces lo que se necesita es la presencia, la escucha, el tomar la
mano de alguien. A veces la ayuda es trabajo y si no estás dispuesto a
trabajar, no la ofrezcas. No des falsas esperanzas. Y nunca, nunca, nunca te
laves las manos con unas monedas. Si has de dar dinero, que sea una cantidad
definida y a una causa concreta. Las monedas al “ahí se van”, no van a ningún
lado.
Y sobre todas las cosas, habla claro, porque si hay
algo que todos podemos hacer es ofrecerle al otro la “verdad”, y la verdad nos
hace libres de buscar ayuda en otro lado.
Dios nuestro, que nuestra voluntad de ayudar siempre
se acompañe de la reflexión para que toda ayuda sea más efectiva y no una onda
superficial en un mar de problemas que se disipa y no tiene efecto alguno.
Bendice nuestros esfuerzos y bendice aún más a aquellas personas a las que los
dirigimos. Te lo pedimos en nombre de tu hijo Jesucristo, quien supo tomarse el
tiempo para iniciar su misión y una vez iniciada, verla a término. Te amo.
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