martes, 17 de junio de 2014

El silencio ha vuelto



El silencio ha vuelto.
Llegó como suelen llegar
las mañanas nubladas de llovizna apagada e incómoda.
Es un llanto que no logra llorar,
ni logra esconder la tristeza dormida
sobre la acera húmeda de pasos malogrados
que han dejado su huella.
El silencio llegó y no existe quejido que pueda alejarlo.
Es sombra que se esconde
bajo la piel morena de tanto andar
expuesta a rayos de escrutinio.
El silencio se instala.
Me mira y me sonríe con esa mueca hueca
con que suele imponerse.
Sé que debo gritar. Que es hora de gritar.
Y busco entre escombros una roca,
un pedazo de suelo donde apoyar mi voz.
Nada.
El silencio ha vuelto.
Y tendrá que llover toda la mañana.
Y quizá todo el día.
Y tendré que empaparme de nuevo
de la ausencia que dejas.
Y tendré que confiar que allá,
tras las nubes, te encuentras.
Y que piensas en mí.
Y me amas.
El silencio adivina lo que imagino piensas.
Y por primera vez, en lugar de aventarme
escaleras abajo,
se acomoda a mi lado.
En silencio los dos vemos gotas caer.
En silencio me toma la mano
y después de un minúsculo instante
me susurra al oído: yo le extraño también.