domingo, 21 de enero de 2018

Eres hogar



 
Eres demasiado.
Un cúmulo de “tienes que…”
Un rosario de pesares sin gratitud.
Lamentaciones sin respuesta.
Eres mujer sin cuerpo.
Lo ahogaste entre las culpas
de lo hecho y lo no hecho.
Eres también tigre herido,
que arremete sin ver, ciego de dolor,
y destruye, muerde, lastima,
porque siente que, de otra forma,
si se queda quieto,
será destruido él, será destruida ella.
Ella, tu alma de niña.
A la que nadie le dio consuelo.
La muñeca fea, la que se esconde
en los rincones del mundo,
porque tiene miedo de ser vista,
porque ser vista es ser juzgada: fea.
Pero mi dulce niña, no eres fea.
Y no son arañas ni ratones
ni recogedores ni escobas
quienes te quieren.
Te quiero yo. Te ama Dios.
Y si te dejas guiar sabrás amarte tú.
Sabrás por fin que el dolor se ha ido.
Que ya no tienes por qué temer.
Que es inútil defenderte de este amor,
porque este amor no quiere,
ni busca, lastimarte.
Estás en casa. Eres hogar.
Vientre lleno de vida: mujer amada.

miércoles, 17 de enero de 2018

En Sus Manos


Yo no los perdoné.
Le pedí a Dios que los perdonara.
Yo no podía perdonarlos.
El dolor era total, real, infinito.
“En tus manos encomiendo mi espíritu.”
Perdí la voluntad, gané la muerte.
Dejé de importar y tener importancia.
Fui nada, tal y como siempre fue
desde el principio: polvo que vuelve a casa.

Llegué al vacío, a la ausencia de Ti.
Donde ya nada importa.
Donde todo es ganancia porque nada se tiene.
Agradecí morir a la ilusión de estar viva.
Agradecí que tu amor fuera tan grande
que no me permitieras perderme en mi grandeza.
Agradecí mi incapacidad de sostenerme.

Tu vacío invadió mi voluntad,
y quise ser nada contigo.
Dejé de luchar y dí mi último respiro.
Al inhalar volvió la vida a mis pulmones,
Volví a sentir el peso de mi cuerpo
y el hambre en mis entrañas.
Pero yo era otra.
No era mejor, ni peor. Sólo otra.

Hoy exhalo y muero,
Incapaz de encontrar ni de dar el perdón.
Hoy inhalo y vivo,
y soy otra, la que nunca tocaron,
la que existe sin daño ni perdón que invocar.
Y Dios…
Dios es la fuerza inenarrable
de mi espíritu péndulo.

Es Dios quien me quita la muerte,
para darme la vida.
Es Dios quien toma mi vida
y comparte su muerte.

Y en Sus manos encomiendo mi espíritu.