miércoles, 31 de julio de 2019

Estoy bien





Uno de los síntomas más claros de depresión es la desesperanza. Es también el más peligroso. Por eso empleo una muy buena cantidad de esfuerzo en darle sentido a las cosas, en encontrarle sentido al mundo a través de historias, poemas, música, ensayos, y muchos de ellos los interpreto a partir de Dios o los dirijo a Dios.

Fue Dios y la convicción de que me ama y me acompaña en la soledad absoluta, lo que me mantuvo viva en el pasado. Y sé que mi depresión es real y peligrosa cuando se manifiesta en mi la convicción de que Dios no existe. Sin la existencia de Dios yo existo en el vacío.

Así es como le llamo a la inexistencia de Dios: “vacío”. Y una vez que el vacío se instala, la presencian de Dios, tan clara en otros momentos, incluso en momentos de total angustia, deja de existir y yo quiero dejar de existir con ella.
Esas ideas, en el pasado, me han aterrorizado, porque sé muy bien el camino que señalan: ¡Y quiero vivir! Pero… cuando transito estos parajes de la existencia, la vida no parece alcanzarme.

Empecé a escribir sobre Dios, a Dios, precisamente para darle sentido al vacío, para encontrar luz en la obscuridad y para no sentirme tan sola. Pero escribir en la soledad de un cuaderno dejó de tener sentido también. Verán, necesito a otros. Amaba la presencia de Dios y necesitaba compartirla. No creo que la existencia sea real hasta que tienes la fortuna de compartir tu existencia con otros. Y se convierte aún más significativa cuando hay una respuesta. Y mi existencia era Dios. Así que, para mí, empezar a escribir y compartir mis textos fue valioso, importante, incluso necesario.

Ese conjunto de “oraciones” ayudaban a que mi existencia tuviera una dirección, un sentido. Y de algún modo, el vacío dejaba de ser vacío.

Pero en últimas fechas mis oraciones no han sido suficiente. El vacío no se va y yo termino por cerrar la Biblia y borrar todo lo escrito.

Bien, pues he decidido que por ahora ya no voy a pelearme con el vacío. Mejor, voy a existir en él. Soy en el vacío, y el vacío es en mí. En palabras simples: estoy deprimida y estoy bien.

Parece contradictorio, pero ya no lo es. Ya puedo estar aquí, aunque no parezca tener sentido. Por hoy, existir es suficiente. Después de todo, Dios aseguró a Moisés en el Éxodo: Yo soy “yo soy”, o como lo expresan otras traducciones: “yo soy el que soy”. Así que, por ahora, tomaré las palabras de Dios y las haré mías: yo soy la que soy. Es decir: existo, y eso es suficiente.

Quiero, además, compartir mi existencia. Y ese deseo de compartir es, creo, amor. Así que soy capaz de amar.

El amor que he brindado ha sido recibido en algunas ocasiones y ha sido rechazado en otras. Pero la recepción o el rechazo de mi cariño no definen mi capacidad de amar ni mi posibilidad de ser amada. Es cierto que, a veces, las personas que más he amado son las primeras personas que me han rechazado, en el peor de los casos, y en el mejor, me han tenido esperando una eternidad para recibir, aunque sea una señal de cariño. Pero su capacidad de “demostrar” amor, no tiene nada que ver con mi capacidad de recibirlo o darlo. Así que, en este vacío de mi existencia y a pesar de él, soy capaz de amar, y aunque no siempre de la manera en que lo necesito, no siempre expresado como yo puedo entenderlo, debo aceptar que he sido amada. Y he tenido que aprender a darme cuenta de que hay quienes me aman y están ahí, incluso cuando yo también he sido incapaz de verlo, recibirlo y aceptarlo. Hay que recordar eso: quien te ama, está ahí. Y hay quienes están aquí. 
  
El vacío no me impide amar ni recibir amor. De hecho, es en él vacío que he descubierto el verdadero valor de amar y ser amada. Bien se dice que los amigos se conocen en las tormentas, no es los días soleados.

Entonces, existo, amo y soy amada. Es decir: estoy deprimida y estoy bien.

¿Y Dios? ¿Quiere eso decir que Dios ha dejado de existir para mí? Oh, bueno, el Éxodo nos dice que Dios asegura: “Yo soy el que soy” (Éxodo 3, 14). Y el Nuevo Testamento afirma que “Dios es amor” (1 Juan 4, 8). El SER y el AMOR existen, incluso en este vacío que a su vez ES y me ayudado a descubrir mi capacidad de AMAR y ser AMADA.

Así que, por ahora, dejémoslo en eso. Insisto: estoy deprimida y estoy bien.

martes, 16 de julio de 2019

Háblame





Háblame

Permite que la brisa de un susurro
llegue a mis sentidos,
que el escalofrío de tu voz
sacuda mis entrañas
y que el aliento de tu ánimo
toque mi rostro.

Háblame.
Porque el silencio es soledad
y la soledad es insoportable.
Porque hay tanto ruido en mi alma
que necesito una voz
capaz de guiarme hacia la quietud.
Porque todos necesitamos
escuchar un “te amo tal y como eres”,
y yo –a pesar de ser tan única y distinta–
soy como todos.

Así que háblame.
Detente a escuchar, no los gritos del enojo
–debería decir la autodefensa
hacia la indiferencia y la crueldad,
pero aún eres incapaz de reconocer tu parte
y asumir, así, tu poder.
Escucha…insisto, no el grito
sino la desesperación por existir.

Háblame.
Porque la existencia se confirma
en la interacción de la palabra.
Porque es a través de la palabra
que creamos el mundo
y damos sentido al ser.
Y yo necesito darle sentido a este mundo
tan incapaz de escuchar
y tan indispuesto a responder,
como tú.

Por favor, háblame.

domingo, 14 de julio de 2019

La depresión tiene salida


He aquí la transcripción de lo dicho en el video:


Hola. Soy Amida, y junto con mi amiga Cecilia, hemos iniciado un grupo de apoyo a personas con problemas emocionales y/o trastornos mentales.


La verdad, no nos gusta mucho el término trastorno mental porque tiene un peso muy negativo. Pero, es el término correcto y si hemos de sobrevivirlo necesitamos empezar por llamar las cosas por su nombre y enfrentar la verdad que el término nos brinda.

Son muchos y muy variados los trastornos mentales, pero tienen algo en común: la mente, que por otro lado forma parte de un todo mucho más complejo y total que se llama biología, y que además está inmerso en algo aún más caótico y complicado llamado sociedad. De modo que enfrentar cualquier trastorno mental nos lleva inevitablemente a enfrentar quiénes somos como seres vivos, humanos y sociedad. Y eso es emocionante, enriquecedor y una oportunidad para la trascendencia.

Supongo que nadie te había dicho que tener un trastorno mental podría resultar emocionante. Definitivamente yo NO te lo habría dicho hace algunos meses… Pero lo es. Me tomó tiempo descubrirlo y si me das la oportunidad, intentaré decirte por qué.

Hoy quiero hablarte de la depresión y para ello utilizaré la imagen que el físico teórico y astrofísico, Stephen Hawking utilizó en el 2018, durante una conferencia en el Royal Institute, en Londres.

Durante esta charla Hawking habló de los agujeros negros y los comparó con la depresión. Como sabemos, Stephen Hawking sufrió de esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad que lo dejó gradualmente paralizado. Sufrió, además, profundos momentos de depresión.

Y sin duda habrá quien diga que su discapacidad justifica sus momentos depresivos. Mucha gente piensa eso, que la depresión forzosamente tiene una razón de ser, por lo tanto, si alguien no tiene una enfermedad o sufre una tragedia, no tiene razones para deprimirse. Pero eso es porque solemos confundir la depresión con tristeza o duelo, pero no es eso… Sí bien un evento trágico puede desencadenar un episodio depresivo, la depresión tiene su propia fuerza.  

Precisamente por eso, Stephen Hawking comparó la depresión con un agujero negro. Verás, es imposible escapar a un agujero negro, como es también imposible simplemente “superar” una depresión. A los agujeros negros se les dice “negros” precisamente porque su fuerza gravitacional es tan grande que incluso la luz –símbolo de esperanza- no puede escapar, y es, digamos, tragada por ellos. Así sucede con la depresión. No es tristeza, no es terquedad, no es capricho, no es flojera, y no es insistir en tener una mentalidad negativa. La depresión es, efectivamente, un agujero negro, y tiene una fuerza gravitacional imposible de escapar.

De modo que quede claro: No toda enfermedad viene con depresión, pero toda depresión es semejante a una enfermedad, y no se debe tomar a la ligera. La depresión se combate, tal y como combatirías una diabetes o un cáncer. No es precisamente una enfermedad, es un trastorno porque algo, o muchas cosas, no están en el lugar más conveniente y sano: emociones, pensamientos, neurotransmisores, hábitos, alimentación, relaciones, sentimientos de valía, necesidades físicas, sociales y espirituales, en fin. Si cada cabeza es un mundo, cada experiencia depresiva es un mundo que descubrir y que salvar. Y no sé ustedes, pero yo creo que vale la pena salvar un mundo.

Si sufres depresión, recuerda, antes que anda, que eres todo un mundo por descubrir y que vales la pena salvarte. 

Volviendo a la analogía de los agujeros negros, el hecho de que la luz sea tragada por ellos los hace completamente invisibles. Ahora, vale la pena recordar que la luz no ha desaparecido, simplemente ha entrado en el hoyo y es invisible a la vista.

Bien, pues a pesar de que los agujeros negros son invisibles, en abril de este año, 2019, un grupo internacional de astrónomos lograron captar por primera vez la imagen de uno. No lo hicieron directamente, eso es imposible. Lo que hicieron fue captar la luz en lo que llaman el “Event Horizon”, que significa el “horizonte de sucesos”. Estos, “sucesos” son el momento en que la luz es “tragada” por el agujero negro, es decir, el momento en que desaparece a la vista.

Lo hicieron, además, con ocho telescopios distribuidos alrededor del mundo. Eso permitió recolectar datos que después se tradujeron en esta hermosa imagen.

En el mundo de la psicología, neurología y psiquiatría, también ha habido la posibilidad de identificar el, digamos, “horizonte de sucesos” de lo que contribuye a entrar en depresión, y eso también ayuda a comprender lo que se puede hacer para salir de ella.

Se hace observando y analizando lo que se alcanza a ver: actitudes, pensamientos, acciones, hábitos, neurotransmisores, medicamentos, técnicas de terapia, motivaciones, relaciones e interacciones humanas, en fin, un sinnúmero de datos que nos dan luz, no tanto de lo que hay dentro del hoyo de la depresión –que siempre será una experiencia muy personal y subjetiva- sino lo que lo rodea y alimenta.

Bien, pues si hemos de aceptar que la depresión, y todo trastorno mental, es como un agujero negro, entonces debemos comprender que no se trata de superarlo sólo con “voluntad” ni es un asunto de “actitud”. La esperanza, es que existe la posibilidad de atravesarlo, es decir, aprender a vivir esta realidad y salir de ella transformado.

Stephen Hawking lo explicó así:

"Los agujeros negros no son tan negros como los pintan. No son prisiones eternas como alguna vez se pensó. Las cosas pueden salirse de un agujero negro desde ambos lados y posiblemente hacia otro universo. Entonces, si te sientes en un agujero negro, no te rindas: hay una salida.”

Salir implica esfuerzo, lucha, dedicación, cambio de hábitos, trabajo, sudor, hacer lo posible por educarnos, informarnos, buscar estrategias propias conociendo las que otros han empleado –porque no todas te van a funcionar, pero debes conocerlas e intentarlo. Recuerda, eres un mundo que descubrir y tendrás que recolectar datos que te ayuden a identificar tu muy particular “horizonte de sucesos” para aprender a darte cuenta de qué necesitas modificar y hacerlo de la manera que te funcione a ti. No hay fórmulas ni recetas, pero no es imposible.

La única condición es aceptar el reto de descubrir todo lo que esa obscuridad puede enseñarte sobre ti, tu mente, la humanidad, y la sociedad.

Esta palabra: Aceptar, es clave. Ayuda mucho ser aceptado por otros, sin duda, pero la realidad es que la gran mayoría de las personas no pueden y, más doloroso aún, no quieren acompañarte. La mayoría simplemente no lo entienden y para muchos lo tuyo es terquedad. Pero, si has sido llamado a la aventura de atravesar por un agujero negro, lo mejor que puedes hacer es aceptarlo y dejar de esperar de otros lo que tendrás que encontrar la manera de darte tú.  

A mí me ha ayudado mucho comprender que no hay historia de un héroe que no incluya un llamado –generalmente, inaceptable al principio, pero que, al aceptarlo, se inicia un camino de transformación.   

Bruce Banner, también conocido como el lado humano de Hulk, vive constantemente en su conflicto de convertirse en un monstruo sin control, pero la evolución del personaje lo lleva a enfrentar el hecho de que “quizá Hulk no sea la enfermedad, sino la cura”. Es decir, aceptar quién es e integrar los dos lados de su personalidad. Y así surge el Profesor Hulk: fuerte e inteligente, y mucho más alegre que sus contrapartes.

Batman, otro héroe de nuestro colectivo inconsciente, comprende que huir de la obscuridad de la cueva llena de murciélagos no lo lleva a superar su pérdida. Al contrario, se introduce voluntariamente en esa obscuridad y la trasforma en una guarida que le permite enfrentar el mundo y sus maldades.

¿Necesitas ejemplos más humanos? Jesús, suplicó no ser crucificado. “Aparta de mí esta copa”, dijo. Pero Dios, la vida, el SER, no funciona así. Lo único que quedaba era aceptarlo: “hágase tu voluntad, no la mía. En tus manos encomiendo mi espíritu.” Se cree que Jesús, al morir, bajó a los infiernos y abrió la posibilidad del perdón para todos. Tres días después resucitó y cuarenta días después subió a los cielos, que es otra manera de decir que es posible trascender la tragedia de la muerte y la desesperanza, y se logra atravesando el umbral de la no violencia y permitiendo que tu tragedia se convierta en esperanza para otros. Eso es lo que los creyentes llamamos “cargar tu cruz y seguir a Cristo”.

Podrías decirme que para ti estos héroes son sólo historias, pero toda historia –real o no- y toda simbología, habla de verdades de nuestro ser y en este caso la verdad es que hay esperanza en la obscuridad.

Veamos héroes más cercanos a nuestra realidad histórica: Nelson Mandela pasó 27 años en una prisión. Un agujero negro no puede ser más real que una celda, pero la obscuridad y la soledad de una celda también puede darnos el tiempo y la disciplina de enfrentar la injusticia desde el conocimiento de quiénes somos y lo que necesitamos desarrollar para salir a ofrecerlo a otros. Gandhi y Martin Luther King, Jr., aceptaron la realidad de su incapacidad de defenderse físicamente de la injusticia, y se sometieron a la desobediencia civil y la resistencia pacífica. Esa valentía no sólo los cambió a ellos, sino al mundo.

Ahora, nadie puede hacerlo por ti. Es verdad que habrá quien pueda acompañarte, ayudarte y apoyarte, pero en la profundidad del agujero la única persona que cabe eres tú. Así que acéptalo: quien está en el hoyo eres tú, y quien tiene que salir eres tú.

Pero, tenlo por seguro, eso no quiere decir que estás solo. En lo personal he descubierto que al luchar yo por salir de la depresión he tenido que recurrir a la lucha de otros, he tenido que confesar mis debilidades y enfrentarlas, he tenido que aceptar mis defectos y encontrar una manera de mejorar, y eso ha implicado pedir ayuda, buscar apoyo, reconocer mis necesidades y cubrirlas, atreverme a ser vulnerable, leer, estudiar, analizar, cambiar. No aceptar que me traten mal cuando definitivamente no lo merezco. Ha sido un camino de ensayo y error, ensayo y error. Y lo he tenido que hacer yo, pero lo he podido hacer gracias a que ha habido otros que lo han hecho también.

Creo que es precisamente este reconocimiento lo que llevó a Stephen Hawking a querer mostrarnos la posibilidad de una salida. Me atrevo incluso a decir que la lucha de cada ser humano es precisamente la luz que en algún momento alcanzamos a ver al final del túnel de la depresión. Estamos inmersos en la obscuridad, pero alcanzamos a ver la proyección de la luz que la lucha de otros genera al salir del hoyo.

Así que deja de pensar que tu lucha y esfuerzo nadie lo valora. Yo lo valoro. Muchos de nosotros lo comprendemos y valoramos. Y si eres capaz de aprender de la lucha y el esfuerzo de otros, llegará el momento en que tú también serás un aliento de vida para alguien más. Quizá incluso ya lo seas.

Así que, tal vez la gente que amas o la sociedad en la que vives no pueda ni quiera ayudarte, pero eso no significa que no existen cosas que puedes hacer ni que no existan personas dispuestas a apoyarte. Pero, será necesario bajar la rodilla y someterte a la disciplina de encontrar tu mejor manera de atravesar por este agujero. Y como dijo Stephen Hawking, muy probablemente te lleve a otro universo. Uno más pleno y en el que estarás mejor capacitado para enfrentar y ayudar a otros a enfrentar, los retos que la vida tiene.

Mil bendiciones. El grupo de apoyo Fénix te desea un trayecto lleno de posibilidades. Y queremos que sepas que, aunque el trayecto es tuyo y lo tendrás que enfrentar tú, desde nuestra propia obscuridad caminamos a tu lado.

Dios de te ama y te bendice y nosotros también.


Agradecemos a los fotógrafos de Unplash, y a la página de Flaticon. Sus imágenes gratuitas formaron parte de este video.