Háblame
Permite que la brisa de un susurro 
llegue a mis sentidos,
que el escalofrío de tu voz
sacuda mis entrañas
y que el aliento de tu ánimo
toque mi rostro.
Háblame.
Porque el silencio es soledad
y la soledad es insoportable. 
Porque hay tanto ruido en mi alma
que necesito una voz 
capaz de guiarme hacia la quietud.
Porque todos necesitamos 
escuchar un “te amo tal y como eres”, 
y yo –a pesar de ser tan única y distinta– 
soy como todos. 
Así que háblame.
Detente a escuchar, no los gritos del enojo
–debería decir la autodefensa 
hacia la indiferencia y la crueldad, 
pero aún eres incapaz de reconocer tu parte
y asumir, así, tu poder.
Escucha…insisto, no el grito 
sino la desesperación por existir. 
Háblame. 
Porque la existencia se confirma 
en la interacción de la palabra. 
Porque es a través de la palabra
que creamos el mundo
y damos sentido al ser. 
Y yo necesito darle sentido a este mundo
tan incapaz de escuchar 
y tan indispuesto a responder, 
como tú.
Por favor, háblame. 
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