jueves, 25 de junio de 2015

Abro mis ojos a tu nombre



Abro mis ojos a tu nombre
que pronuncio con tímido temor,
pero sin miedo,
pues nunca creí fuera posible
temer a quien se ama
amar lo que se teme,
y tener la certeza
de estar segura
en unos brazos que jamás sostienen.

Más el misterio del temblor
que me provocas
lo llevo a flor de piel
y me soporta cual columna
y raíz de mi existencia.

De modo que abro mis ojos a tu nombre
y me levanto con ánimos de andar
caminos desiertos de tus besos,
caminos ausentes de tu aliento,
más no de tu presencia
que siempre me acompaña
como el latir en sangre de dos almas
que no son pero existen,
igual que existe la distancia.

Abro mis ojos a tu nombre
y veo el horizonte cual promesa
total e inalcanzable.
Como nubes bañadas
de un sol que se levanta.
Como rayos de adiós y bienvenida
a una nueva obscuridad.
Como colores matizados que se funden
en todos los suspiros emitidos
para llegar por fin al rostro amado
cual brisa suave en alas de oración.

Abro mis ojos a tu nombre
y ciega de ti, recupero la fe perdida
y vuelvo a ver mi vida reflejada
en tu voz, suave aleluya que me lleva
al encuentro de esta infinita
y muy pequeña alegría,
deseosa de crecer en tu existencia y
en el saber que amarte ha de bastar.

domingo, 7 de junio de 2015

Dejar ir


Es una pena que se me haya prohibido traducir las meditaciones diarias de Richard Rohr (me lo prohibió el equipo editorial de sus páginas y comunicaciones). Este Fraile Franciscano tiene tanto que decirnos y a muchos de nosotros nos haría bien conocerlo. Pero bueno, vivimos en un mundo de derechos de autor (es decir, de ganancias económicas) y aún cuando sus meditaciones diarias son gratis, no se pueden traducir porque para el público hispanoparlante algún día serán un libro y pues, habrá que sacarles ganancia.
¡Pero las meditaciones diarias son gratis!, les dije. Sí, pero NO en español. ¡Pero son enseñanzas espirituales que no tienen precio! Sí, pero para quien tiene la fortuna de hablar inglés. Si hablas español, espera el libro, que te venderemos. En fin, el dinero lo toca todo y lo hace apestar.
Cuando esta prohibición sucedió, me dolió hasta el alma. ¿Cómo puedo no compartirlo? Dejé de leerlo de manera periódica.. Sólo de vez en cuando lo leo, aunque debo confesar que siempre está presente esta triste sensación de injusticia y el consecuente ahogado grito de impotencia y coraje. 
Pero hoy, Rohr habla de "dejar ir como modo de vida". 
Últimamente he pensado que necesito "aceptar", mejor dicho "acoger" (embrace, en inglés) mis dolencias y las situaciones de vida contra las que constantemente me rebelo, sin poder en realidad hacer mucho para cambiarlas. Vivimos en un país (mundo, debería decir) lleno de frustraciones y rodeados de mentalidades poco menos que mediocres. Pero hoy, al leer a Rohr, decidí, más que aceptar, dejar ir esta impotencia y el consecuente rencor que surge, en primer lugar, contra esta estúpida prohibición. No voy a frustrarme. Si no puedo traducir, puedo comentar.
La verdadera espiritualidad siempre es en cierta medida un "dejar ir" porque cuando somos capaces de ver aquello que nos tiene atrapados y lo dejamos ir, nos liberamos. ¿Y acaso no es libertad lo que la verdad nos brinda? Ser verdaderamente libres es dejar de desear más, según lo explica Rohr. Y es aún más específico pues nos señala las tres energías primarias de las que nos vendría bien liberarnos: la necesidad de poder y control, la necesidad de seguridad y la necesidad de afecto y estima. 
El camino de San Francisco es precisamente un camino que desciende por este sendero de liberación en estos tres aspectos de la vida (Rohr es franciscano, por supuesto).
El problema, nos dice, es que por algún motivo hemos confundido este "camino estrecho" (como lo llamó Jesús) con el ascetismo, generalmente relacionado a la estricta abstinencia corporal, en lugar de vivir con simplicidad, practicar y fomentar la no violencia y buscar la paz. 
Definitivamente coincido en que son estas virtudes sociales las que nos llevarían a vivir en un mundo en el que la frustración no fuera una constante y en el que la mentalidad mediocre de querer reducirlo todo a un sólo aspecto (el físico, el corporal, el material vaya) nos permitiría enfrentar nuestras realidades con un énfasis verdaderamente humano y espiritual.
Demasiado tiempo hemos culpado al cuerpo sexual de nuestros males, en lugar de voltear a ver a nuestro cuerpo social, concluye Rohr, y propone ser como San Francisco, que era moralista en lo que realmente importa. 
Y cuál es mi conclusión: lo que importa es hablar de estos temas, compartirlos, discutirlos, estar o no de acuerdo, pero ponerlos sobre la mesa.
Prohibirlo y, como lo hice mucho tiempo, aceptar la prohibición, es pecar contra el Espíritu, al que no le importa si hablas español, inglés, francés o lo que sea. Intenta callarlo como lo he hecho yo, y  verás a tu cuerpo quebrarse poco a poco (tal y como se han quebrado las estructuras sociales). Hoy escribo con un dolor constante en el brazo (síndrome de túnel carpiano y epicondilitis) y se muy bien que tiene mucho que ver con esta falsa creencia de que tengo que "aceptar", "acoger", en lugar de dejar ir. He perdido ya las fuerzas y hoy, vencida, empiezo a recorrer el camino perdido, empiezo a "dejar ir". Ojalá en mi caminar el Espíritu me encuentre y le de a mi alma el perdón que tanto añora y el que tanto necesita también brindar. Dios lo permita.

Para quien quiera ver el texto original que aquí comento: Letting go as a way of life / Daily meditation / June 7th, 2015