domingo, 20 de octubre de 2019

Que la paz no sea pretexto

Arma de oro del “Chapo

El capítulo 8 del Primer libro de Macabeos habla de una alianza hecha por Judas Macabeo con los romanos. Es fácil comprender que, dadas las circunstancias, tener un aliado poderoso como los romanos para lograr así restituir el reino judío, pudiera parecer conveniente. Sin embargo, como nos explica el comentario de este capítulo de la Biblia Latinoamericana: “Los que buscan el Reino de Dios y la justicia no deben poner su confianza en los ricos y poderosos.”

La historia demostraría que los romanos terminarían por someter al pueblo judío para sus propios intereses y no para respetar acuerdos ni buscar el bien de un pueblo al que son indiferentes.

Con todo lo que me duele decirlo: eso es exactamente lo que sucede en nuestro país.

Bajo la excusa de la paz, se han hecho alianzas con el poder y el dinero. Y esta semana se manifestó, de lleno, que quienes tienen el poder y el dinero, y se les da puerta abierta para impunemente desplegarlo a sus anchas, no van a cuidar al pueblo, sino a sus “patrones”.

Vivimos en un país que está secuestrado por el narcotráfico, en el que no hay paz, no hay ni siquiera el intento de buscar la justicia, y no hay voluntad ni política ni humana ni social para comprender que no se hacen tratos con el demonio.

El poder y el dinero buscarán siempre más poder y más dinero. Y, a pesar de las muchas advertencias que algunos hicieron del peligro de poner en el poder a un hombre obsesionado por tenerlo, y por lo mismo, incapaz de hablar con la verdad y demostrar abiertamente los beneficios económicos que dicha búsqueda siempre trajo consigo, decidimos creer su “buena voluntad” y ahora, es considerado un hombre “humano”, capaz de perdonar a quienes, sin tentarse el corazón, decidieron atacar al “pueblo de México”; no al ejército, no al gobierno… al pueblo. (Hago referencia a lo sucedido el pasado jueves 17 de octubre, 2019 en Culiacán, Sinaloa: Después de enfrentamientos, liberan al hijo del Chapo en Culiacán.)

Porque eso fue lo que hicieron: mandaron a su ejército de jóvenes –carne de cañón siempre, muchachos substituibles, porque siempre habrá chavos pobres, que han sufrido toda clase de discriminación y abusos, y desubicados a quienes puedan engatusar con promesas de dinero y poder- y salieron a las calles a aterrorizar la ciudad. No tuvieron consideración alguna. Nada ni nadie importó más que el patrón y su liberación inmediata. Y así, abrieron fuego en lugares públicos y, aún más grave, directamente a hogares donde vivían familias. El fin no era combatir ni defender, sino desestabilizar y hacernos vivir un infierno.

Y así, nuestro pueblo cada día más aprende que lo único que da resultado es la violencia y el engaño. A nuestro pueblo le hemos marcado el camino de prosperidad como un camino de negociación con intereses económicos de unos pocos e interacciones humanas que no se den bajo un marco de regulación y respeto a la ley, sino bajo la amenaza de la fuerza bruta y las alianzas que esa fuerza traiga consigo.

Jesús, que la no-violencia que es tu enseñanza no se convierta en un pretexto para callar voces, hacer oídos sordos, y dejar de luchar por la búsqueda de la verdad, la justicia y el verdadero amor de darnos valor, no en términos de poder y dinero, sino bajo la lupa del esfuerzo, el compromiso social, la competencia laboral, y la regulación de interacciones dadas en un marco de legalidad, no de caprichos y conveniencias.

Dios abra nuestros ojos, y nos quite la venda de ingenuidad en al que hemos preferido vivir antes de ver la verdad a la cara y atrevernos a actuar.

Bendícenos Señor. Te amo.


domingo, 13 de octubre de 2019

Desarrolla la semilla de la fe

Foto tomada de: http://wallpaperweb.org/


"Los apóstoles dijeron al Señor: 'Auméntanos la fe'. El Señor respondió: 'Si ustedes tienen un poco de fe, no más grande que un grano de mostaza, dirán a ese árbol: Arráncate y plántate en el mar, y el árbol les obedecerá."  Lc 17, 5-6 

La fe mueve montañas y árboles. Jesús lo asegura, y mucha gente te tacha de negativo y persona de poca fe cuando lo que buscas y deseas no se logra. Lo que casi nadie te dice es que cuando Jesús dijo que puedes mover un árbol, arrancarlo de raíz y plantarlo en el mar, no dijo que sería magia. No dijo que cerrarías los ojos y con desearlo sucedería. Pretender que así sea no es tener fe. Es ser ingenuo, en el mejor de los casos, y en el más común, es sentarnos en la comodidad de “dejar que sea la voluntad de Dios” la que decida, haga, resuelva, cambie una situación. Y si no sucede, es porque “Dios no lo quiere”. No tiene nada que ver con mi esfuerzo.

Yo, muchos años, creí que no tenía fe. Pero hoy sé que siempre he tenido fe. También llegué a pensar que mi fe no era lo suficientemente fuerte, ni grande, ni firme. Pero ahora sé que simplemente me estaba exigiendo de más, que quería el resultado inmediato, porque siempre me pedían el resultado inmediato: si no eres capaz de mover un árbol, no tienes fe…

Por ejemplo, una vez alguien me dijo: “El problema es que tú eres insegura, si tuvieras fe en ti misma otra cosa sería.” Pero esa persona, que era alguien a quien yo admiraba muchísimo y que era, por lo mismo, una autoridad para mí, nunca me dijo: ¿Te das cuenta de que, a pesar de ser insegura, te animas a levantarte y expresar tus dudas, te acercas a pedir orientación, te esfuerzas por decir lo que piensas y pides opinión acerca de tus ideas?

Es decir, no me ayudó a reconocer lo poco que sí había en mí y la manera en que ese poco se desarrollaba día a día con mi esfuerzo. No me ayudó a ver la semilla de mostaza que sí había en mí. Y sólo se dedicó a señalar lo que yo no tenía: fe, seguridad, amor propio. Cuando te enfocas en lo que no hay y no en lo que sí, es más difícil. Así que no busques mover el árbol de inmediato, desarrolla la semilla primero.  

En la medida en que me fui dando cuenta de lo que sí hacía a pesar de ser insegura, mi grano de mostaza fue creciendo y fue convirtiéndose en un árbol. Hoy sé que, con fe, -es decir, el pequeño valor de intentar un poco hoy, y otro poco mañana, y otro poco el día siguiente- lo que parece imposible es posible.

Sigue siendo cierto, soy insegura, pero no al grado de paralizarme. Alguna vez fue así, pero ya no. Y hoy he sido capaz de hacer cosas que nunca hubiese creído posibles. Así que, te fe. Y no importa si es muy pequeña, tenla todos los días, esfuérzate todos los días, busca ayuda y apoyo todos los días, toca y se te va a abrir, insiste y se te va a escuchar. Con fe es posible.

Pero ya no pienses que la fe es algo que se tiene o no. Es algo que se desarrolla con esfuerzo, con dedicación, con empeño diario. Aun cuando no veas resultados inmediatos, la fe está haciendo lo suyo en tu ser. Y no tienes que hacer esfuerzos exagerados. Un poco todos los días basta.

Gracias Jesús por enseñarnos que todo es posible, un paso a la vez. Te amo.

sábado, 5 de octubre de 2019

No hay paz sin justicia



Photo by NeONBRAND on Unsplash

“«Hagamos la paz con estos hombres, hagamos las paces con ellos y con todo su pueblo. Permitámosles que vivan según sus costumbres como antes, pues fue justamente a causa de esas costumbres, que nosotros suprimimos, que ellos se rebelaron y llegaron hasta esto.»” 1 Mac 6, 58 y 59

Pero resulta, que: “El rey y los generales se comprometieron bajo juramento y los sitiados salieron de la fortaleza. Pero cuando el rey entró en el cerro Sión y vio la inexpugnabilidad de esa plaza, faltó al juramento que había prestado y dio órdenes de destruir toda la muralla.” 1 Mac 6, 61 y 62

“No hay paz sin justicia ni justicia sin perdón.” Ese fue el mensaje de Juan Pablo II en el 2002, para la celebración de la XXXV Jornada Mundial de la Paz. (1)

Juan Pablo II, sin duda, tiene razón. El perdón es fundamental. Y, sin embargo, mi interés nunca ha sido solamente identificar lo que se necesita para lograr algo, sino cómo se obtiene eso que se necesita. Me explico. Muchas veces me han dicho cosas como: “tienes que ser feliz”, “tienes que perdonar”, “tienes que pensar positivo”, como si se tratara de elegir un vaso de agua de limón o de naranja. Sólo lo decides y ya.

Y quizá hay quienes así son: deciden ser felices y ¡ya! Mil felicidades si ese es tu caso. Pero yo… yo he necesitado encontrar estrategias, medios, terapias, ayudas, procesos que me lleven a transformar una idea debilitante –que tú llamarías negativa- a una verdad con sentido –que tú llamarías idea positiva, aunque quizá no… porque lo que yo defino como verdad con sentido no niega la negatividad de una realidad, sino le da dirección al trabajo y busca el fin posible, no la fantasía irreal, deseable y bonita.

Pero eso es largo de explicar. Lo que quiero  que decirte ya lo dijo mucho mejor y muy claramente Eulogio López, director de www.hispanidad.com, quien agregó una tercera afirmación: No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón, “y no hay perdón sin arrepentimiento”.

Les dejo al final de este texto el video para que escuchen de viva voz lo que Eulogio López nos explica, creo yo, tan acertadamente (dura 3 minutos): 

Perdonar a alguien no debe ni puede implicar que las cosas sigan igual. Si alguien te lastimó, es bueno perdonarles, pero no es bueno quedarte a que sigan lastimándote. Si esa persona no está arrepentida, no va a hacer nada por cambiar la situación y volverá a lastimarte una y otra y otra y otra vez.

A Jesús le preguntaron en una ocasión: ¿Cuántas veces debo perdonar? “Setenta veces siete”, aseguró (Mt 18,22). 

Pero esas 70 veces 7, son para ti, son para que tú perdones y para que alivies tu dolor. Es un trabajo que harás mucho en soledad, en la pena, en el llanto, en el desamparo. Ese perdón ayudará a tu transformación. Pero no es para que te quedes a que te sigan lastimando. ¿Me explico?

Cuando yo le pregunté a Jesús si debería regresar con personas que me han lastimado, lo imaginé verme a los ojos y decirme: 

“Amida, yo sólo me sacrifiqué una vez. No viví ese martirio 490 veces. Las 490 veces de mi perdón, y te aseguro que han sido muchísimas más, las vivo en el recuerdo de mi propio sufrimiento y la convicción de que no quiero que nadie pase por eso. Por eso lo viví yo, y por eso no busqué venganza ni que mis verdugos pasaran por lo mismo. Eso no implicó callar mi Espíritu, pero tampoco se trató de someterme a un sufrimiento eterno. Te pido que no vuelvas a someterte al dolor y mejor busques ayudar a otros a atravesar su propio sufrimiento. Ellos, quienes te ignoraron, te lastimaron, te hicieron a un lado, tendrán que arrepentirse para cambiar, pero no lo harán si tú te conviertes en su chivo expiatorio y les permites lavase las manos con tus debilidades y defectos una y otra y otra y otra vez. Y te aseguro esto: no están arrepentidos porque desde su visión: tú estás mal, sólo tú, nadie más que tú. Considera además que quien se ha arrepentido se acerca a ti y busca sanar la relación. Se muestra dispuesto/a a escuchar y modificar actitudes que los beneficie a ambos.  No hace falta que vayas a buscarle ni que lo/a intentes convencer de que vale la pena relacionarse de una manera diferente. Si tienes que rogar para que te ayuden, mejor busca ayuda en otro lado.”

Jesús, gracias por tus palabras, tu guía y tu ayuda. Bendito eres por siempre. Te amo.



(1) Juan Pablo II. (2002, enero 1). La Santa Sede. Vaticano. Juan Pablo II. Mensajes. Jornada de la paz. Tomado de: http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_20011211_xxxv-world-day-for-peace.html

(2) López, Eulogio. (2018, abril 13). No hay paz sin justicia ni justicia sin perdón. Hispanidad: Canal de Youtube. Tomado de:  https://www.youtube.com/watch?v=U5Nqu96IQCI