domingo, 13 de octubre de 2019

Desarrolla la semilla de la fe

Foto tomada de: http://wallpaperweb.org/


"Los apóstoles dijeron al Señor: 'Auméntanos la fe'. El Señor respondió: 'Si ustedes tienen un poco de fe, no más grande que un grano de mostaza, dirán a ese árbol: Arráncate y plántate en el mar, y el árbol les obedecerá."  Lc 17, 5-6 

La fe mueve montañas y árboles. Jesús lo asegura, y mucha gente te tacha de negativo y persona de poca fe cuando lo que buscas y deseas no se logra. Lo que casi nadie te dice es que cuando Jesús dijo que puedes mover un árbol, arrancarlo de raíz y plantarlo en el mar, no dijo que sería magia. No dijo que cerrarías los ojos y con desearlo sucedería. Pretender que así sea no es tener fe. Es ser ingenuo, en el mejor de los casos, y en el más común, es sentarnos en la comodidad de “dejar que sea la voluntad de Dios” la que decida, haga, resuelva, cambie una situación. Y si no sucede, es porque “Dios no lo quiere”. No tiene nada que ver con mi esfuerzo.

Yo, muchos años, creí que no tenía fe. Pero hoy sé que siempre he tenido fe. También llegué a pensar que mi fe no era lo suficientemente fuerte, ni grande, ni firme. Pero ahora sé que simplemente me estaba exigiendo de más, que quería el resultado inmediato, porque siempre me pedían el resultado inmediato: si no eres capaz de mover un árbol, no tienes fe…

Por ejemplo, una vez alguien me dijo: “El problema es que tú eres insegura, si tuvieras fe en ti misma otra cosa sería.” Pero esa persona, que era alguien a quien yo admiraba muchísimo y que era, por lo mismo, una autoridad para mí, nunca me dijo: ¿Te das cuenta de que, a pesar de ser insegura, te animas a levantarte y expresar tus dudas, te acercas a pedir orientación, te esfuerzas por decir lo que piensas y pides opinión acerca de tus ideas?

Es decir, no me ayudó a reconocer lo poco que sí había en mí y la manera en que ese poco se desarrollaba día a día con mi esfuerzo. No me ayudó a ver la semilla de mostaza que sí había en mí. Y sólo se dedicó a señalar lo que yo no tenía: fe, seguridad, amor propio. Cuando te enfocas en lo que no hay y no en lo que sí, es más difícil. Así que no busques mover el árbol de inmediato, desarrolla la semilla primero.  

En la medida en que me fui dando cuenta de lo que sí hacía a pesar de ser insegura, mi grano de mostaza fue creciendo y fue convirtiéndose en un árbol. Hoy sé que, con fe, -es decir, el pequeño valor de intentar un poco hoy, y otro poco mañana, y otro poco el día siguiente- lo que parece imposible es posible.

Sigue siendo cierto, soy insegura, pero no al grado de paralizarme. Alguna vez fue así, pero ya no. Y hoy he sido capaz de hacer cosas que nunca hubiese creído posibles. Así que, te fe. Y no importa si es muy pequeña, tenla todos los días, esfuérzate todos los días, busca ayuda y apoyo todos los días, toca y se te va a abrir, insiste y se te va a escuchar. Con fe es posible.

Pero ya no pienses que la fe es algo que se tiene o no. Es algo que se desarrolla con esfuerzo, con dedicación, con empeño diario. Aun cuando no veas resultados inmediatos, la fe está haciendo lo suyo en tu ser. Y no tienes que hacer esfuerzos exagerados. Un poco todos los días basta.

Gracias Jesús por enseñarnos que todo es posible, un paso a la vez. Te amo.

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