Guía tus pasos a estas ruinas sin fin.
Dale sentido a la soledad eterna
en la que me has sumergido.
Ahógame de una vez o sácame de esta tumba.
Pero no me hagas invisible.
Y si es verdad que no puede haber amor para mí,
por ser pan de mesa y migajas de perros,
haz de mi un instrumento
y conviérteme en violín:
ardientes cuerdas en tensión, dolor y llanto,
incapaz de gemir porque canta en tus manos.
Oblígame a abandonar este pozo vacío.
Ordena a mis venas que sigan su curso.
Que sean río y busquen tu mar.
Ordena a mi cuerpo abrir sus sentidos
Y nunca más me permitas ver espejismos,
oler el punzante hedor de la indiferencia,
tocar injusticias,
probar el veneno dulce de mi conformismo,
ni escuchar mi propio silencio
ante la dura tarea de levantar la voz.
Guía tus pasos a estas ruinas sin fin...
... Porque ellas ya no pueden dar ni un sólo paso.