jueves, 2 de enero de 2020

Oramos desde aquí por ustedes


El Segundo Libro de Macabeos empieza con una carta que los judíos de Palestina escriben a los judíos que están en Egipto. El comentario de la Biblia Latinoamericana sobre estas primeras palabras asegura: “Esta parte de la primera carta podría servir para los votos de ‘Feliz Año’”. 

Así que, he aquí los votos que quiero compartir con ustedes. Estoy consciente de lo pequeño e insignificante que es este gesto. Mis palabras, aun aquellas que tomo prestadas de personas mucho más dignas, no significan nada, no me hacen mejor persona y no trasforman absolutamente nada. Los daños que he hecho no dejarán de existir y el daño que me han hecho no dejará de doler. El vacío persiste y la esperanza, lo confieso, no tiene eco en mi voz. 

Pero las palabras que hoy les comparto sí tienen eco en la Voz de Dios, y he decidido creer que, si bien yo no puedo pronunciarlas dignamente, las he de pronunciar en el refugio de mi consciencia, para ayudarla a despertar y esforzase en cambiar lo que pueda, antes que en nadie, en mí. 

Y se las entrego para que, si así lo desean, me acompañen y las pronuncien también en la soledad de su consciencia, y eleven con su voz la voluntad de alcanzar los buenos, verdaderos y bellos deseos que ellas contienen. Y quizá, de voluntad en voluntad, logremos todos ser uno, comprendamos que fallamos todos, no sólo nos fallan a nosotros, y estemos dispuestos a perdonarnos y perdonar al otro. Así sea. 

Te amo. 

El caminante sobre el mar de nubes, de Caspar David Friedrich