jueves, 16 de mayo de 2013

Mi yo no quiso levantarse hoy

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Mi yo no quiso levantarse hoy.
No quiso. No pudo.
Me tuve que vestir sin él. ¿O debo decir ella?
No sé.
Mi yo no es hombre ni es mujer.
Es vida y está vivo.

Con todo y que es vida, con todo y que está vivo,
no quiso levantarse hoy.
No pudo.
Vamos, vamos, arriba que hay mucho por hacer.
No quiso. No pudo.

Así que tomé el café sin mi querido amigo,
sin mi adorada hermana.
Y me serví cereal en un tazón sin fondo.
Arrastré mis “cosas por hacer” a través de la puerta,
y como pude, subí al autobús de la rutina.

Por la noche, cuando por fin logré tirarme en cama,
Mi yo se levantó y quiso, entonces, justo entonces,
“hablar de esto que nos pasa”.
Estoy cansada, le dije. Déjame en paz…
Deja que duerma ahora yo,
que si sigues empeñándote en no vivir conmigo
no podré levantarme YO mañana.
Y hay que levantarse…
Aunque no quieras…
Aunque no puedas…

Mi yo se acurrucó a mi lado
y me pidió perdón por no querer, por no poder.
Y yo le dije: mira, yo sé lo es que sentir
que el alma se te escapa…
que no hay manera de tomar el aire que respiras,
que no hay canción que te consuele
ni llanto que te cure…

Me interrumpió mi yo, y dijo:
¡No! No sabes lo que es.
Tú piensas que lo sabes porque me ves así,
porque te pesa el cuerpo,
porque ya no sonríes,
pero yo necesito que por una vez te desplomes
y te dejes sentir todo esto que nos pasa.
Que mientras siga aquí este dolor perdido
sin posibilidad alguna de vivirle,
no podrás dormir, ni querré yo levantarme.

Mi yo fue categórico: ¡No puedes enterrarme!
¡Soy vida! ¡Estoy vivo!

No supe qué decirle…
No supe.
No quise.
No pude.






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