Babel es un mundo de ideas que se explora con pasos en el agua, que es decir el ánimo humano que cubre el mundo y brinda vida. Un mundo hecho por distancias que se salvan con conocimiento, amor y verdad.
Uno de los síntomas más claros de
depresión es la desesperanza. Es también el más peligroso. Por eso empleo una
muy buena cantidad de esfuerzo en darle sentido a las cosas, en encontrarle
sentido al mundo a través de historias, poemas, música, ensayos, y muchos de
ellos los interpreto a partir de Dios o los dirijo a Dios.
Fue Dios y la convicción de que me
ama y me acompaña en la soledad absoluta, lo que me mantuvo viva en el pasado.
Y sé que mi depresión es real y peligrosa cuando se manifiesta en mi la
convicción de que Dios no existe. Sin la existencia de Dios yo existo en el
vacío.
Así es como le llamo a la
inexistencia de Dios: “vacío”. Y una vez que el vacío se instala, la presencian
de Dios, tan clara en otros momentos, incluso en momentos de total angustia, deja
de existir y yo quiero dejar de existir con ella.
Esas ideas, en el pasado, me han
aterrorizado, porque sé muy bien el camino que señalan: ¡Y quiero vivir! Pero…
cuando transito estos parajes de la existencia, la vida no parece alcanzarme.
Empecé a escribir sobre Dios, a Dios,
precisamente para darle sentido al vacío, para encontrar luz en la obscuridad y
para no sentirme tan sola. Pero escribir en la soledad de un cuaderno dejó de
tener sentido también. Verán, necesito a otros. Amaba la presencia de Dios y
necesitaba compartirla. No creo que la existencia sea real hasta que tienes la
fortuna de compartir tu existencia con otros. Y se convierte aún más
significativa cuando hay una respuesta. Y mi existencia era Dios. Así que, para
mí, empezar a escribir y compartir mis textos fue valioso, importante, incluso necesario.
Ese conjunto de “oraciones”
ayudaban a que mi existencia tuviera una dirección, un sentido. Y de algún
modo, el vacío dejaba de ser vacío.
Pero en últimas fechas mis
oraciones no han sido suficiente. El vacío no se va y yo termino por cerrar la
Biblia y borrar todo lo escrito.
Bien, pues he decidido que por
ahora ya no voy a pelearme con el vacío. Mejor, voy a existir en él. Soy en el
vacío, y el vacío es en mí. En palabras simples: estoy deprimida y estoy bien.
Parece contradictorio, pero ya no
lo es. Ya puedo estar aquí, aunque no parezca tener sentido. Por hoy, existir
es suficiente. Después de todo, Dios aseguró a Moisés en el Éxodo: Yo soy “yo
soy”, o como lo expresan otras traducciones: “yo soy el que soy”. Así que, por
ahora, tomaré las palabras de Dios y las haré mías: yo soy la que soy. Es
decir: existo, y eso es suficiente.
Quiero, además, compartir mi
existencia. Y ese deseo de compartir es, creo, amor. Así que soy capaz de amar.
El amor que he brindado ha sido
recibido en algunas ocasiones y ha sido rechazado en otras. Pero la recepción o
el rechazo de mi cariño no definen mi capacidad de amar ni mi posibilidad de
ser amada. Es cierto que, a veces, las personas que más he amado son las primeras
personas que me han rechazado, en el peor de los casos, y en el mejor, me han
tenido esperando una eternidad para recibir, aunque sea una señal de cariño.
Pero su capacidad de “demostrar” amor, no tiene nada que ver con mi capacidad
de recibirlo o darlo. Así que, en este vacío de mi existencia y a pesar de él,
soy capaz de amar, y aunque no siempre de la manera en que lo necesito, no siempre
expresado como yo puedo entenderlo, debo aceptar que he sido amada. Y he tenido
que aprender a darme cuenta de que hay quienes me aman y están ahí, incluso
cuando yo también he sido incapaz de verlo, recibirlo y aceptarlo. Hay que
recordar eso: quien te ama, está ahí. Y hay quienes están aquí.
El vacío no me impide amar ni
recibir amor. De hecho, es en él vacío que he descubierto el verdadero valor de
amar y ser amada. Bien se dice que los amigos se conocen en las tormentas, no
es los días soleados.
Entonces, existo, amo y soy amada. Es
decir: estoy deprimida y estoy bien.
¿Y Dios? ¿Quiere eso decir que Dios
ha dejado de existir para mí? Oh, bueno, el Éxodo nos dice que Dios asegura: “Yo
soy el que soy” (Éxodo 3, 14). Y el Nuevo Testamento afirma que “Dios es amor”
(1 Juan 4, 8). El SER y el AMOR existen, incluso en este vacío que a su vez ES
y me ayudado a descubrir mi capacidad de AMAR y ser AMADA.
Así que, por ahora, dejémoslo en
eso. Insisto: estoy deprimida y estoy bien.
Hola. Soy Amida, y junto con mi amiga Cecilia, hemos
iniciado un grupo de apoyo a personas con problemas emocionales y/o trastornos
mentales.
La verdad, no nos gusta mucho el término trastorno
mental porque tiene un peso muy negativo. Pero, es el término correcto y si
hemos de sobrevivirlo necesitamos empezar por llamar las cosas por su nombre y
enfrentar la verdad que el término nos brinda.
Son muchos y muy variados los trastornos mentales,
pero tienen algo en común: la mente, que por otro lado forma parte de un todo
mucho más complejo y total que se llama biología, y que además está inmerso en
algo aún más caótico y complicado llamado sociedad. De modo que enfrentar
cualquier trastorno mental nos lleva inevitablemente a enfrentar quiénes somos
como seres vivos, humanos y sociedad. Y eso es emocionante, enriquecedor y una
oportunidad para la trascendencia.
Supongo que nadie te había dicho que tener un
trastorno mental podría resultar emocionante. Definitivamente yo NO te lo
habría dicho hace algunos meses… Pero lo es. Me tomó tiempo descubrirlo y si me
das la oportunidad, intentaré decirte por qué.
Hoy quiero hablarte de la depresión y para ello
utilizaré la imagen que el físico teórico y astrofísico, Stephen Hawking
utilizó en el 2018, durante una conferencia en el Royal Institute, en Londres.
Durante esta charla Hawking habló de los agujeros
negros y los comparó con la depresión. Como sabemos, Stephen Hawking sufrió de
esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad que lo dejó gradualmente paralizado.
Sufrió, además, profundos momentos de depresión.
Y sin duda habrá quien diga que su discapacidad
justifica sus momentos depresivos. Mucha gente piensa eso, que la depresión
forzosamente tiene una razón de ser, por lo tanto, si alguien no tiene una
enfermedad o sufre una tragedia, no tiene razones para deprimirse. Pero eso es
porque solemos confundir la depresión con tristeza o duelo, pero no es eso… Sí
bien un evento trágico puede desencadenar un episodio depresivo, la depresión
tiene su propia fuerza.
Precisamente por eso, Stephen Hawking comparó la
depresión con un agujero negro. Verás, es imposible escapar a un agujero negro,
como es también imposible simplemente “superar” una depresión. A los agujeros
negros se les dice “negros” precisamente porque su fuerza gravitacional es tan
grande que incluso la luz –símbolo de esperanza- no puede escapar, y es,
digamos, tragada por ellos. Así sucede con la depresión. No es tristeza, no es
terquedad, no es capricho, no es flojera, y no es insistir en tener una
mentalidad negativa. La depresión es, efectivamente, un agujero negro, y tiene
una fuerza gravitacional imposible de escapar.
De modo que quede claro: No toda enfermedad viene con
depresión, pero toda depresión es semejante a una enfermedad, y no se debe
tomar a la ligera. La depresión se combate, tal y como combatirías una diabetes
o un cáncer. No es precisamente una enfermedad, es un trastorno porque algo, o
muchas cosas, no están en el lugar más conveniente y sano: emociones, pensamientos,
neurotransmisores, hábitos, alimentación, relaciones, sentimientos de valía, necesidades
físicas, sociales y espirituales, en fin. Si cada cabeza es un mundo, cada
experiencia depresiva es un mundo que descubrir y que salvar. Y no sé ustedes,
pero yo creo que vale la pena salvar un mundo.
Si sufres depresión, recuerda, antes que anda, que
eres todo un mundo por descubrir y que vales la pena salvarte.
Volviendo a la analogía de los agujeros negros, el
hecho de que la luz sea tragada por ellos los hace completamente invisibles. Ahora,
vale la pena recordar que la luz no ha desaparecido, simplemente ha entrado en
el hoyo y es invisible a la vista.
Bien, pues a pesar de que los agujeros negros son
invisibles, en abril de este año, 2019, un grupo internacional de astrónomos lograron
captar por primera vez la imagen de uno. No lo hicieron directamente, eso es
imposible. Lo que hicieron fue captar la luz en lo que llaman el “Event Horizon”, que significa el “horizonte
de sucesos”. Estos, “sucesos” son el momento en que la luz es “tragada” por el agujero
negro, es decir, el momento en que desaparece a la vista.
Lo hicieron, además, con ocho telescopios distribuidos
alrededor del mundo. Eso permitió recolectar datos que después se tradujeron en
esta hermosa imagen.
En el mundo de la psicología, neurología y
psiquiatría, también ha habido la posibilidad de identificar el, digamos,
“horizonte de sucesos” de lo que contribuye a entrar en depresión, y eso
también ayuda a comprender lo que se puede hacer para salir de ella.
Se hace observando y analizando lo que se alcanza a ver:
actitudes, pensamientos, acciones, hábitos, neurotransmisores, medicamentos,
técnicas de terapia, motivaciones, relaciones e interacciones humanas, en fin,
un sinnúmero de datos que nos dan luz, no tanto de lo que hay dentro del hoyo
de la depresión –que siempre será una experiencia muy personal y subjetiva- sino
lo que lo rodea y alimenta.
Bien, pues si hemos de aceptar que la depresión, y
todo trastorno mental, es como un agujero negro, entonces debemos comprender
que no se trata de superarlo sólo con “voluntad” ni es un asunto de “actitud”.
La esperanza, es que existe la posibilidad de atravesarlo, es decir, aprender a
vivir esta realidad y salir de ella transformado.
Stephen Hawking lo explicó así:
"Los agujeros negros no son tan negros
como los pintan. No son prisiones eternas como alguna vez se
pensó. Las cosas pueden salirse de un agujero negro desde ambos lados y
posiblemente hacia otro universo. Entonces, si te sientes en un agujero negro, no te rindas:
hay una salida.”
Salir implica esfuerzo, lucha, dedicación, cambio de
hábitos, trabajo, sudor, hacer lo posible por educarnos, informarnos, buscar
estrategias propias conociendo las que otros han empleado –porque no todas te
van a funcionar, pero debes conocerlas e intentarlo. Recuerda, eres un mundo
que descubrir y tendrás que recolectar datos que te ayuden a identificar tu muy
particular “horizonte de sucesos” para aprender a darte cuenta de qué necesitas
modificar y hacerlo de la manera que te funcione a ti. No hay fórmulas ni
recetas, pero no es imposible.
La única condición es aceptar el reto de descubrir
todo lo que esa obscuridad puede enseñarte sobre ti, tu mente, la humanidad, y
la sociedad.
Esta palabra: Aceptar, es clave. Ayuda mucho ser
aceptado por otros, sin duda, pero la realidad es que la gran mayoría de las
personas no pueden y, más doloroso aún, no quieren acompañarte. La mayoría
simplemente no lo entienden y para muchos lo tuyo es terquedad. Pero, si has
sido llamado a la aventura de atravesar por un agujero negro, lo mejor que
puedes hacer es aceptarlo y dejar de esperar de otros lo que tendrás que
encontrar la manera de darte tú.
A mí me ha ayudado mucho comprender que no hay
historia de un héroe que no incluya un llamado –generalmente, inaceptable al
principio, pero que, al aceptarlo, se inicia un camino de transformación.
Bruce Banner, también conocido como el lado humano de
Hulk, vive constantemente en su conflicto de convertirse en un monstruo sin
control, pero la evolución del personaje lo lleva a enfrentar el hecho de que “quizá
Hulk no sea la enfermedad, sino la cura”. Es decir, aceptar quién es e integrar
los dos lados de su personalidad. Y así surge el Profesor Hulk: fuerte e
inteligente, y mucho más alegre que sus contrapartes.
Batman, otro héroe de nuestro colectivo inconsciente, comprende
que huir de la obscuridad de la cueva llena de murciélagos no lo lleva a
superar su pérdida. Al contrario, se introduce voluntariamente en esa
obscuridad y la trasforma en una guarida que le permite enfrentar el mundo y
sus maldades.
¿Necesitas ejemplos más humanos? Jesús, suplicó no ser
crucificado. “Aparta de mí esta copa”, dijo. Pero Dios, la vida, el SER, no
funciona así. Lo único que quedaba era aceptarlo: “hágase tu voluntad, no la
mía. En tus manos encomiendo mi espíritu.” Se cree que Jesús, al morir, bajó a
los infiernos y abrió la posibilidad del perdón para todos. Tres días después
resucitó y cuarenta días después subió a los cielos, que es otra manera de
decir que es posible trascender la tragedia de la muerte y la desesperanza, y
se logra atravesando el umbral de la no violencia y permitiendo que tu tragedia
se convierta en esperanza para otros. Eso es lo que los creyentes llamamos
“cargar tu cruz y seguir a Cristo”.
Podrías decirme que para ti estos héroes son sólo
historias, pero toda historia –real o no- y toda simbología, habla de verdades de
nuestro ser y en este caso la verdad es que hay esperanza en la obscuridad.
Veamos héroes más cercanos a nuestra realidad
histórica: Nelson Mandela pasó 27 años en una prisión. Un agujero negro no
puede ser más real que una celda, pero la obscuridad y la soledad de una celda
también puede darnos el tiempo y la disciplina de enfrentar la injusticia desde
el conocimiento de quiénes somos y lo que necesitamos desarrollar para salir a
ofrecerlo a otros. Gandhi y Martin Luther King, Jr., aceptaron la realidad de
su incapacidad de defenderse físicamente de la injusticia, y se sometieron a la
desobediencia civil y la resistencia pacífica. Esa valentía no sólo los cambió
a ellos, sino al mundo.
Ahora, nadie puede hacerlo por ti. Es verdad que habrá
quien pueda acompañarte, ayudarte y apoyarte, pero en la profundidad del
agujero la única persona que cabe eres tú. Así que acéptalo: quien está en el
hoyo eres tú, y quien tiene que salir eres tú.
Pero, tenlo por seguro, eso no quiere decir que estás
solo. En lo personal he descubierto que al luchar yo por salir de la depresión
he tenido que recurrir a la lucha de otros, he tenido que confesar mis
debilidades y enfrentarlas, he tenido que aceptar mis defectos y encontrar una
manera de mejorar, y eso ha implicado pedir ayuda, buscar apoyo, reconocer mis
necesidades y cubrirlas, atreverme a ser vulnerable, leer, estudiar, analizar,
cambiar. No aceptar que me traten mal cuando definitivamente no lo merezco. Ha
sido un camino de ensayo y error, ensayo y error. Y lo he tenido que hacer yo,
pero lo he podido hacer gracias a que ha habido otros que lo han hecho también.
Creo que es precisamente este reconocimiento lo que
llevó a Stephen Hawking a querer mostrarnos la posibilidad de una salida. Me
atrevo incluso a decir que la lucha de cada ser humano es precisamente la luz
que en algún momento alcanzamos a ver al final del túnel de la depresión.
Estamos inmersos en la obscuridad, pero alcanzamos a ver la proyección de la
luz que la lucha de otros genera al salir del hoyo.
Así que deja de pensar que tu lucha y esfuerzo nadie
lo valora. Yo lo valoro. Muchos de nosotros lo comprendemos y valoramos. Y si
eres capaz de aprender de la lucha y el esfuerzo de otros, llegará el momento
en que tú también serás un aliento de vida para alguien más. Quizá incluso ya
lo seas.
Así que, tal vez la gente que amas o la sociedad en la
que vives no pueda ni quiera ayudarte, pero eso no significa que no existen
cosas que puedes hacer ni que no existan personas dispuestas a apoyarte. Pero,
será necesario bajar la rodilla y someterte a la disciplina de encontrar tu
mejor manera de atravesar por este agujero. Y como dijo Stephen Hawking, muy
probablemente te lleve a otro universo. Uno más pleno y en el que estarás mejor
capacitado para enfrentar y ayudar a otros a enfrentar, los retos que la vida
tiene.
Mil bendiciones. El grupo de apoyo Fénix te desea un trayecto
lleno de posibilidades. Y queremos que sepas que, aunque el trayecto es tuyo y
lo tendrás que enfrentar tú, desde nuestra propia obscuridad caminamos a tu
lado.
Dios de te ama y te bendice y nosotros también.
Agradecemos a los fotógrafos de Unplash, y a la página de Flaticon. Sus imágenes gratuitas formaron parte de este video.