“Judas sabe que hay que actuar sin esperar un milagro
o una revelación. Después de la victoria, todos se darán cuenta de que Dios es
el que los salvó. Pedir a Dios la paz, el pan, la justicia, sin tratar de
eliminar las estructuras opresivas, sería hipocresía.” Comentario de la Biblia
Latinoamericana 1 Mac 4, 1-35
Judas es un líder militar que se rebela contra los
extranjeros que desean acabar con el pueblo judío. Cuando uno lee sobre Judas
en el libro de Macabeos, puedes ver el terror que era capaz de generar entre
sus enemigos. No era un dulce, sin duda. Era un guerrero, en toda la extensión
de la palabra. Había en él una crudeza y convicción que lo impulsaba a extremos
sorprendentes, pero aterrorizantes si no estabas de su lado. Era alguien de
admirarse, pero, sinceramente, creo que con cautela. Yo veo en él a un hombre
extremo. Y su importancia radica precisamente en que, en ese momento histórico,
lo que necesitaba el pueblo judío era un Judas con el valor de tocar esos
extremos para no perecer.
Dios mío, dame la capacidad de ser el Judas de
Macabeos. El que sabe que más allá de pedir hay que actuar, hay que intentarlo,
hay que arriesgarnos. El Judas que ve en la lucha y no en la victoria segura,
la verdadera fe. Y aunque a veces esta fuerza en mí me aterrorice, permítela
verterse en la entrega y el trabajo, y no en el sometimiento de la derrota de
quien ya no quiere intentarlo. Así sea.