viernes, 22 de julio de 2011

Amor, te digo

Hay imágenes que se te cuelgan del alma como cadenas de condena. Yo caí en cuenta de que he arrastrado una que se convirtió, incluso, en el punto focal de mi comedor. Se trata de un cuadro de Bartolomé Esteban Murillo: Dos mujeres en la ventana

La primera vez que vi el cuadro fue en una exposición que The National Gallery of Art, de Washington, D.C., hizo en el Museo de Antropología de la Ciudad de México, hace ya no me acuerdo cuántos años. 

Vi el cuadro y me enamoré de él. Yo soy esas dos mujeres, me dije. Y ese mismo día compré un poster de la exposición y lo convertí en el cuadro que ahora cuelga a la cabecera de mi mesa. 

Es increíble cómo puede una imagen definirnos, y como somos capaces de ceder nuestra libertad a una idea. 

Y no digo que en su momento definirme como un ser dual no haya sido cierto, ni haya sido útil, ni haya sido bello. Una parte de mi siempre ha sido como esa casi niña que contempla la vida con abierta sinceridad, alegría y curiosidad. La otra, las más madura, se asoma a la vida con timidez, pero con una profunda sabiduría que por miedo no ha sabido expresar. Hay una hermosa complicidad entre ellas. Se quieren, se cuidan, se ayudan, y traviesas se asoman a la ventana para vivir desde ella. Son felices contemplando el mundo desde ahí. Mas la realidad es que son prisioneras la una de la otra.

Caí en cuenta de que he estado encapsulada en este mundo de dos dimensiones cuando una amiga, terapeuta ella, me dijo: quieres tocar a Dios, pero quieres brincarte al demonio; traes coraje acumulado en el vientre, y mientras no lo saques, no podrás llegar a Dios; es como si estuvieras partida en dos, como si tuvieras doble personalidad. 

Aquello de la doble personalidad no me es nuevo. No por nada compré el cuadro. Y aquello del coraje acumulado… pues, no digo que no sea cierto, pero… en realidad, creo que al demonio de mis corajes ya le conozco la cara. Yo ya cumplí mis 40 días de desierto, soledad, hambre y penitencia. Yo ya ayuné, ya lloré, ya sufrí. Y nada más pensar en volver a “trabajar” mi coraje, me da una flojera infinita. No, el camino del coraje ya no es camino para mí. 

Le pregunté entonces a mi entraña, que es donde me dicen tengo todo ese coraje acumulado. Y dulce, como es realmente, me regaló otra imagen: La joven del arete de perla.  

El cuadro lo pintó el holandés Johannes Vermeer, e inspiró una novela y una película. Y ahora me ha inspirado a mí. No recuerdo toda la trama de la película. Me queda sólo la sensación estética de su impecable fotografía y el erotismo que el amor a la vida y al color conlleva, aunada a una intuitiva comprensión del arte que esta muchacha sencilla y sin educación, tenía. Sabiduría que la hacía hermosa, sin que ella estuviera del todo consciente de su belleza. No del todo, porque una parte de ella sí lo sabía: la que se encuentra detrás de esos ojos abiertos. Ojos, que a su vez, están fijos en el pintor que la retrata, y que a su manera, la comprende, porque, a su manera, la ama. El pintor, en definitiva, es el Amor que la transforma.  

Bien, le dije a mi entraña, y ahora qué hago para pasar de la primera imagen a la segunda. Y me respondió con una canción. Una canción que he tenido que escuchar una y otra vez para darle sentido: Te digo amor, de Miguel Bosé.  Y en lugar de intentar explicarte lo que la canción me ha dicho, te la dejo aquí para que escuches lo que sea que pueda decirte a ti. 




Yo, después de varios días, lo comprendo mejor: no es el camino del coraje el que me va a llevar a Dios. Es el camino del amor y la aceptación. 

Y no es que no de coraje, pero, así es la vida. ¿Y quién puede cambiar lo que la vida es? Nadie. ¿Quién puede vivir la vida en paz, con paz? Quién acepta la vida como es, y a pesar de ser lo que es, ama y se deja transformar por el Amor. 

Así que algo me dice que no es coraje lo que hay en esta entraña mía. Lo que hay es amor, mucho, mucho, mucho amor. Amor que no ha sabido encontrar su expresión. Amor que tiene el poder de transformar y transformarse.  

¿Y porque te digo todo esto? Porque te amo. Y al decirlo, estoy dando un primer paso en dirección a esa aceptación y esa transformación que busco. Y al decirlo, también me he tomado de la mano de Dios, cuya voluntad es más grande que la mía, y cuyo amor me ha sabido guiar a Su presencia y sabrá también alejarme de mi dolor. 

Y finalmente, te lo digo porque quizá tu también estás girando en el ciclo eterno del coraje, y necesitas que alguien te diga: detente… hay otro camino, el camino del Amor.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Tus artículos son muy buenos, en verdad brillantes y hasta puedo considerarte una verdadera escritora si sólo dejas de estar mencionando el ir de la mano con Dios. Éste me gusta hasta donde menciones el video de la camción de Bosé. Me explico, no es mala leche: quiuero decir que no deber ser tan obvia, es como si yo explicara los chistes de mis historietas. Da tu mensaje con el amor a Dios implícito, que sea tu lector quien descubra el meollo. No crees? Es mi apreciación.

Anónimo dijo...

Frases como estas me arroban:

"Creo que al demonio de mis corajes ya le conozco la cara. Yo ya cumplí mis 40 días de desierto, soledad, hambre y penitencia. Yo ya ayuné, ya lloré, ya sufrí.
"Le pregunté entonces a mi entraña, que es donde me dicen tengo todo ese coraje acumulado..."

No le piden nada a cualquier célebre novela.

Amida Castro dijo...

Sé a lo que te refieres y... casualmente (aunque mi hija diría: los accidentes no existen, como en Kung Fu Panda.. jajejeje) lo he estado pensando. El asunto es que... hay intención, pero también hay un impulso que me lleva, y cuando me doy cuenta, ya mencioné a Dios. Pero también es natural, aquí y ahora en eso estoy. Y no quiero forzarme a nada. He vivido forzada a casi todo. Me descubro también en el texto y lo que descubro, ahí esta: me he tomado de la mano de Dios. Es lo único que me queda.
¿Me explico?
Y mil gracias por tus comentarios, siempre los tomo en cuenta. Un abrazo fuertísimo.
amida.

Anónimo dijo...

Se dice fortísimo.

Abrazo!

Amida Castro dijo...

Oh, gracias. Tienes razón. Y tengo razón. Cito:
fuerte. ‘Que tiene fuerza’. Tiene dos superlativos válidos: fortísimo, que conserva la raíz del adjetivo latino y es mayoritario en el uso culto, y fuertísimo, formado sobre fuerte y más propio del habla coloquial (→ -ísimo, 3): «Nos despertó repentinamente un estruendo fortísimo» (Zaldívar Capablanca [C. Rica 1995]); «Era corpulento y fuertísimo» (Chao Altos [Méx. 1991]).


Diccionario panhispánico de dudas ©2005
Real Academia Española © Todos los derechos reservados

Fuente: WordReference.com Tread: Fortísimo / fuertísimo Comentario hecho por: Argónida
http://forum.wordreference.com/showthread.php?t=496548

Anónimo dijo...

Fuertísimo es claramente vulgar e inapropiado da igual el modo de uso...

Amida Castro dijo...

¿Vulgar? Bueno, yo creo que entre coloquial y vulgar hay diferencia. Pero bueno... soy vulgar entonces.
Afortunadamente para mí, concibo el lenguaje como algo vivo, y no soy pretenciosa con mi bagaje cultural, que de cualquier forma, no es demasiado grande.
¿Qué onda? ¿En serio no lees lo que dices? ¿En serio sólo se trata de tener la razón? ¿En serio es tan importante?
Vale, pues... fortísimo. Espero que te haga feliz.