Sostenme.
Te suplico, te lo imploro,
hoy sostenme.
Quiero desplomarme sobre la tierra que piso,
y ya no me importa si he de ser carroña.
Estoy vencida.
Acabada.
Vacía.
Quiero decir que estoy dispuesta
pero mi cuerpo inerte ya no lo cree.
Y sé que es poco lo que me desploma.
La nada de mis lágrimas
arrastran además la culpa
de saber que la piedra que me derrumba
no es mas que polvo ante tus ojos.
¿Qué motivo puedo tener para llorarte?
Es absurdo. Bien lo sé.
Con todo, aun así, sostenme.
Porque la culpa es óxido y corroe.
De modo que dale fluir al río de mis venas,
Y dale así sentido al dolor.
Pues no hay culpa más mortal
que la que no encuentra en tus brazos consuelo,
y en el reconocimiento de tu abrazo, el perdón.
Por favor, sostenme.
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