domingo, 4 de septiembre de 2011

A punto de tirar la toalla

Hoy estuve a punto de tirar la toalla. Es una locura. Pensar lo que pienso, sentir lo que siento, creer lo que creo, es una locura. Me resisto a pensar que estoy loca, y quizá es ese el problema, lo estoy. Estoy convencida de que soy amada. No puedo probarlo, no puedo explicarlo, no tengo ni un sólo elemento que me diga que es cierto. No hay pruebas tangibles, no hay nada más allá de esta vida que se me ofrece ni hay nada más allá de mi rutina diaria. No puedo decir que exista una presencia constante que me acompañe siempre a todos lados, en todas partes, porque si abro los ojos, no veo a nadie, si cierros los ojos, no toco a nadie. 

Y sin embargo, ahí está. Abro los ojos y veo su amor, cierro los ojos y lo siento. Me creo amada. No sé si lo soy, pero lo creo. Y hoy estuve a punto de tirar la toalla porque me dio por juzgarme y decirme, estás loca. No hay nada. Delante de ti no hay más que las muchas cosas que tienes que hacer. Delante de ti no existe nada más que todas estas hermosas personas que te acompañan a diario y que te quieren muy a su manera. ¿Acaso no es bastante con tenerlos a ellos? ¿Qué necesidad de inventarte un amor que no existe? Porque este amor que te lo has inventado. Ese amor que es total y constante y que parece estar incrustado en tu ser, este amor con quien hablas, a quien le cuentas historias y le dices constantemente te quiero, ese amor no existe, no hay nada. ¿Qué piensas que logras al aferrarte a un ideal?

Y no pude responderme, de momento no pude. Sólo puede pensar en la experiencia que tuve, que tengo a diario. Sólo pude decirme que la alternativa, la de vivir la vida sin esta convicción, es absurda, porque dejaría de ser vida. Y con mi ideal en la mano, me escuché responder por fin: Lo importante no es que tenga sentido, lo importante es que le da sentido a mi ser. Y fue una sorpresa la respuesta. Estuve a punto de tirar mi amor ideal como se tira una toalla en señal de renuncia. Estuve a punto de dejar de creer que soy amada, sólo porque no puedo probarlo. Estuve a punto de escuchar la sensatez de mi humanidad por miedo a estar loca. Pero eso habría sido una locura. Desde que me sé amada, soy feliz, y soy mucho más capaz de contribuir a que otros lo sean. 

De modo que hoy, justo cuando estuve a punto de tirar la toalla y volver a la realidad, me puse de rodillas y pedí con todas mis fuerzas, que si es verdad que no soy amada, que si es verdad que todo es un invento mío, entonces, no quiero saberlo nunca. Hoy pedí estar loca siempre, por el resto de mi vida. Y creer que el amor me ha tocado, aunque no pueda probarlo, aunque nada en mi vida sea diferente, aunque siga donde estoy y sea yo la de siempre. Porque desde que el amor me tocó, no soy la de siempre. Y no quiero volver a serlo. Bendita locura la mía. Bendito amor.

Y mañana, al abrir los ojos, voy a ver el amor, y al cerrar los ojos, voy a sentirlo. Y no pienso renunciar a su presencia, aunque no exista. Que, Bendito Sea Dios, mi imaginación es enorme, y si es lo que necesito para aferrarme a la vida, entonces he de amarlo por siempre y me ha de amar por siempre. Amante, Amada, Amor, por los siglos de los siglos. 

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