Amor, 
permíteme
levantar mis manos 
e imaginar que
sostengo las tuyas. 
Nada debería
turbarme, lo sé, 
estás conmigo, lo
sé, 
pero cuando la
noche llega
es difícil
mantener el ánimo. 
Toma este corazón
cansado 
y alívialo de
todo dolor. 
Dale a estos labios
rotos
el dulce bálsamo
de tu aliento. 
Y dime que soy tu
niña amada,
tu dulce
encuentro, tu tierno amor. 
No me abandones
Tú,
mi bien, mi
dicha.  
Que el sol se ha
ido
y necesito tus
ojos
para verme y encontrarte.
Sostén, pues, mi
mirada.
Y guíame a la
presencia
de este sentirme
tuya.
Guíame hacia el
refugio dulce y seguro
de tu corazón y
de tu Espíritu. 
Conviértete en mi
descanso eterno, 
en mi alivio
absoluto, 
y en mi paz y mi alegría.
Conviértete en mi
paz y mi alegría. 
… en mi infinita
paz y sencilla alegría. 
Amén.    

No hay comentarios:
Publicar un comentario