domingo, 3 de agosto de 2014

Baila conmigo



Amor, baila conmigo esta danza de fe.
Una fe infinita, melódica y dulce
existente incluso en el llanto callado
de mis ojos vacíos que no logran ver.

Amor, baila conmigo esta danza de fe
y demuéstrame que aún con el miedo en la piel
no hay daño que quepa entre tu aliento frágil
y la dulce cadencia de mi rezo a tu Ser.

Amor, baila, baila, baila conmigo
esta danza de fe.
Dame hoy la esperanza de un latido
que me lleve a nombrarte,
de un suspiro que me diga que vives,
y del constante cantar en mi oído
que me obligue a seguirte,
hipnotizada ya sin remedio,
sin resistencia alguna,
entregada tan sólo al cantar de cantares
que eres y que siempre has sido,
que soy y que siempre seré.

Vamos, amor, baila, baila conmigo esta danza de fe.
Y seamos testigos de la luz escondida en miradas
furtivas que se niegan a abrirse por temor a perderse.
Baila conmigo para que pueda al fin
olvidar los temores ocultos de mi alma
y te encuentre sin miedo en mis ojos que te aman.

Baila, mi bien, conmigo esta danza de fe.
Con los ojos cerrados para vernos las almas,
con los labios abiertos para darnos aliento
y con las manos unidas para evitar caer.

Baila, baila conmigo, baila, mi bien.
  

martes, 17 de junio de 2014

El silencio ha vuelto



El silencio ha vuelto.
Llegó como suelen llegar
las mañanas nubladas de llovizna apagada e incómoda.
Es un llanto que no logra llorar,
ni logra esconder la tristeza dormida
sobre la acera húmeda de pasos malogrados
que han dejado su huella.
El silencio llegó y no existe quejido que pueda alejarlo.
Es sombra que se esconde
bajo la piel morena de tanto andar
expuesta a rayos de escrutinio.
El silencio se instala.
Me mira y me sonríe con esa mueca hueca
con que suele imponerse.
Sé que debo gritar. Que es hora de gritar.
Y busco entre escombros una roca,
un pedazo de suelo donde apoyar mi voz.
Nada.
El silencio ha vuelto.
Y tendrá que llover toda la mañana.
Y quizá todo el día.
Y tendré que empaparme de nuevo
de la ausencia que dejas.
Y tendré que confiar que allá,
tras las nubes, te encuentras.
Y que piensas en mí.
Y me amas.
El silencio adivina lo que imagino piensas.
Y por primera vez, en lugar de aventarme
escaleras abajo,
se acomoda a mi lado.
En silencio los dos vemos gotas caer.
En silencio me toma la mano
y después de un minúsculo instante
me susurra al oído: yo le extraño también.

viernes, 2 de mayo de 2014

Extraño



Extraño sol de ayer.
Extraña vida.
Extraña certidumbre
de que estás a mi lado.
Extraña yo sin ti.
Extraño peso al aire
sin donde sostenerse.
Extraño tu presencia,
tu oído atento,
tus ojos transparentes
que nunca pude ver
sin emitir suspiro.
Que nunca pude ver
sin sostener mi alma.
Y aquí la tengo aún,
sedienta de esa agua
que sólo tú le das.
Extraño mi sentir
pues no te siento cerca.
Te has ido y te has robado
la paz de mis mañanas.
Extraño sol el de hoy.
Extraña vida.
Extraña yo sin mí, sin ti,
sin todo lo que fuimos,
sin forma de saber
cómo crear memorias.
Porque perderte ha sido
volverte a encontrar.
Extraño. Tan extraño.
Te extraño, extraño mío.

jueves, 23 de enero de 2014

Eres poema

Eres poema
y lates cual pulso oprimido,
cual pasión escondida,
cual tímida disculpa
que no encuentra la forma
de salir, correr, ocultarse,
y titubeante busca tu palabra,
pues todo lo que eres
es todo lo que quiere,
y estar lejos del verso que da vida
es dejar de existir,
es desdicha.

Eres vocablo impronunciable
y cabes en una sola sílaba,
susurro sin fin de cuatro letras,
rosario entre manos temblorosas,
gotas de cristal que rompen
el espacio para traer la dicha hecha agua,
y ser bendición entre mis labios.

Eres canto de espera,
promesa imposible de asumir
pues no hay razón que te contenga
ni hay un soplo que te brinde más vida
que la vida que fluye por tus venas de hombre,
de mágico ser encarnecido,
de cuerpo mortal ya transgredido,
de hijo, hermano y padre,
de un amigo.

Eres pausa, silencio,
el suspiro que llena mis vacíos.
Mano abierta que no logro abrazar
por más que lanzo designios a los cielos,
por más que busco los pasos asertivos,
por más que giro ruletas de esperanza.
Me quedo quieta al fin, cansada,
y llegas siempre a acariciar mi vista
con el retrato de un sol naranja
y la promesa de que habrá un mañana,
un nuevo fin, un viejo sueño renacido,
una mirada. 


Eres mi todo.
Resumen de estos mis esfuerzos,
mis logros que son pocos,
mi vida que ya es nada.

Eres poema
y te pronuncio con voz trémula y cortada,
consciente de todo lo que falta,
de lo que yo no soy,
y de esta voz ahogada
que espera resurgir en tu presencia,
y se aferra a ser tuya,
pues ser tuya es todo lo que hay
en esta alma.


viernes, 27 de diciembre de 2013

Sonríe el frío

Sonríe el frío y no hay manera de alegrar el alma.
Contenerme es casi imposible
y el hielo hecho llanto se impone.
La lluvia no cesa y no hay impermeable
capaz de cubrir un recuerdo tatuado,
un engaño creído,
una fe hecha trizas cual hielo delgado que al pisarlo
te hunde y te roba el aliento.  

¿Sientes Tú el frío?
¿Sientes el dolor?
¿Estás Tú, como dicen,
sosteniendo mi mano en esta hora eterna y final?
¿Podría ser este el fin y no principio moral
que me ata las manos y me obliga a seguir?
¿Eres Tú quién propone?
¿Por qué entonces no siento poder disponer lo que pides?
¿Por qué vivo sin ser lo que pides de mí?
¿Por qué pides aquello que no hay forma de ser?

¿Sientes Tú el vacío?
¿Son Tus horas finales tan eternas y tristes
como el látigo clima de espinas sin rosas
que cubre los días, prolonga las tardes
y sumerge las horas en espesa neblina:
muralla infranqueable de los rayos cálidos
del amor que –dicen- me tienes, y no puedo ver
ni sentir… ni oler ni tocar ni vivir?

¿Debo escucharlos?
¿Dónde, dónde está tu voz que me llama?
No logro escucharte entre tanto murmullo,
ni creer lo que escucho.
¿Cómo puedes amarlos?
¿Cómo puedes estar de su lado también?
Quizá sólo cuentan lo que quiero oír:
que existes, que vives, que eres sin duda mi principio y mi fin.
Lo dicen y luego me arrebatan tu mano,
me avientan al suelo y me llaman locura.

¿Es verdad que estoy loca?
¿Es locura amarte tantísimo así?
Verte no en los rostros intachables y limpios
con que se saludan cual realeza de un templo.
Verte sí en el otro, el que es pequeño y sucio y torpe,
como lo soy yo.
El que es niño por dentro y no sabe a bien
cómo es que se hace eso que llaman crecer
y que no comprende cómo es que pretenden
que sea certeza sin ser nunca duda.

¿Tú dudaste también?
¿Te sentaste a escribir, recitar o pensar tus preguntas?
¿O naciste, como hay quienes afirman, con todo el saber?
Yo no puedo creer en un dios con minúscula, ¿sabes?
En un dios que no tuvo la necesidad de estirar su cabeza
por encima del mundo para asomarse a la creación que Es.
Y vivir.
Sí. Vivir como el ser que inventó en su mundo ideal y perfecto,
aunque eso implique no ser aceptado como el ser ideal y perfecto
que a todos les gusta imaginar es.

¿Te dolió darte cuenta de que pesa más el poder real de lo imperfecto
que la imperfección real del poder sobre sí,
que es perfecto, porque es real,
y que es real por imperfecto?
¡Cómo duele! ¿Verdad?  
Me duele hoy, me duele ayer, y me duele mañana.

¿Podrías quedarte conmigo en este dolor eterno?
¿Podrías quedarte y ser el Sol que hoy necesito,
el Sueño que me devuelva la fe?
Una fe, eso sí, no certera.
Porque no pienso volver a cerrar ya los ojos
y ponerme en sus manos.

¿Lo comprendes? ¿Me perdonas?
Ya no puedo volver.
Este ser que yo soy, ya no es la que fue.
Y una parte de mí está muerta.
Y la lloro.
La lloro con el corazón envuelto en un puño.
Dispuesto a golpear con tal de vivir.
Dispuesto a latir en la dimensión que eres.
Dispuesto a morir si así lo deseas.

¿Lo deseas?
Vamos, ya dime que sí.
Dime que me quieres tanto, tantísimo así,
que prefieres mi muerte que verme transformada
en un ser tan pequeño como aquellos que cuidan
la imagen que presentan al mundo,
porque son espejo de todo lo que dicen no ser.

Y con todo, ahí estás Tú.
Asomándote entre las repisas de tanta doctrina.
Y no hay manera de dejar de amar
incluso a quienes sin ser fiel reflejo,
fueron las palabras y el sentir primero,
que me revelaron el misterio eterno de tu
Hermoso Ser. 

¿Cómo es posible pronunciar Tu nombre
sin sentir el Verbo recorrer la vida, transformar el vientre
y nacer de nuevo en la convicción de que es inhumano
causar sufrimiento, lastimar al otro, prolongar el daño
y hacerlo además en nombre de todo lo Santo, Eterno y Divino
que es el Amor?

¿Cómo puedo yo, él, nosotros, todos ellos y Tú,
ayudar sin ser quien lastima?
Porque la verdad duele… Lo sabes, ¿Verdad?
Duele.

Muy bien. Sea pues Tu Verdad quien se imponga.
Tu Verdad… ¿es tuya en verdad? 

Sea pues la imperfecta verdad la que nazca
cual pequeño Sol que se asoma en mi mundo
desde un puño extendido para defenderme
siempre con palabras que son mi refugio,
siempre con Tu aliento que es mi única fe.