martes, 27 de noviembre de 2018

Aquel que ve me


Photo by Jeremy Bishop on Unsplash

"Agar invocó a Yavé que le hablaba, dándole este nombre: 'Tú eres El-Roi.' Porque pensó: 'No hay duda que he visto a Aquel que me ve.'" Gn 16, 13

Agar era la esclava que Sara entregó a Abraham para que le diera el hijo que ella no había podido darle. El texto nos dice que Agar despreció a Sara una vez que se vio embarazada. Sara se molestó, Abraham le dijo que era su esclava, así que podía hacer con ella lo que quisiera, y empezó a maltratarla al grado que Agar prefirió huir.  ¿Alguna vez te han maltratado al grado que prefieras renunciar a seguir con esa situación? 

Claro que el desierto no es lugar para una mujer embarazada. Dios lo sabe bien y mandó a su Ángel a buscar a Agar. Le dijo que regresara y que se pusiera al servicio de su señora con humildad. Pero Agar no habría podido regresar si no fuera porque Dios la vio. Ser vista es ser reconocida. Dios reconoció su entrega y su dolor. No sabremos nunca si Agar realmente fue altanera o si simplemente Sara se sintió amenazada por la presencia de una mujer que sí le daría un hijo a su marido. Lo que sí es claro es que Agar fue vista por Dios, y Sara no. Agar fue rescatada por Dios. Ella le invocó y vio sus ojos verla: “He visto a Aquel que me ve.” Después de esa experiencia de Dios, Agar pudo volver. Dios es el motivo más grande para volver a intentarlo todo.  Sus ojos en los tuyos, eso es bendición.

Llegaría el día en que Sara también sería bendecida por Dios con un hijo, pero la respuesta de Sara no fue la de quien es vista, es decir, no fue de gratitud. A Sara aquello le dio risa. “Sí, cómo no”, pensó. Y cuando le preguntaron que por qué se reía, lo negó. (Gn 18, 9-15)  

No, Sara no fue vista por Dios porque ella no pudo ver a Dios en su vida. Veamos a Dios en nuestra vida siempre. Veamos lo valiosos que somos ante sus ojos. 

Mi Amor, mi dulce Señor, que siempre tengamos ojos para ver las bendiciones que recibimos y nos hablan de tu presencia en nuestra vida. Gracias por vernos, por hacernos saber que estás aquí, con nosotros. Sigue posando tus ojos en nuestro ser y limpia con tu mirada nuestros ojos, para que logremos vernos con el mismo amor y la ternura con que Tú nos ves. Gracias.
 


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