domingo, 3 de febrero de 2019

La alegría y sencillez de la respuesta


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“Hizo venir a los sacerdotes y levitas, los reunió en la plaza oriental y les dijo: «Escúchenme, levitas. Santifíquense ahora y santifiquen la Casa de Yavé, el Dios de nuestros padres, y saque fuera del Santuario todas las cosas impuras.” 2 Cró 29, 4-5

Hace unos días pedí en oración que se me incluyera en la Asamblea de los Santos. Literalmente lo dije así: “Inclúyeme en la Asamblea de tus Santos, no porque sea merecedora de ello, sino para aprender de su santidad y a fuerza de estar en la presencia de su entrega, aprenda a entregarme con la misma convicción que ellos de que no necesito que nadie reconozca lo que ya me has dado.”

Pedir es recibir una respuesta. Siempre, ya sea en soledad o en medio de una multitud, ya sea en silencio o con un gran escándalo a tu alrededor, cuando buscas encuentras y cuando llamas a la puerta, se te abre. Lo esencial es estar atento y ver a Dios en todo.

Con esta convicción de que Dios responde siempre, recibí, en los siguientes días un vídeo por WhatsApp que es muy simpático y que yo interpreté como una respuesta. Al verlo me emocioné mucho y al mismo tiempo me di cuenta del enorme reto que tengo por delante.

Verán, para mí, el vídeo me expresa en ideas muy sencillas lo que implica santificarnos y santificar la casa del Señor. Se trata de hábitos simples y precisamente por eso, porque se trata de hábitos, es que son también complejos pues requieren una práctica constante, una atención continua y una disposición absoluta. 

En mi juguetona mente fue como enviar una solicitud y recibir los requisitos mínimos, no para ser incluida, sino para ser considerada. 

Recordé cuando busqué trabajar en el Periódico Reforma a lado de Javier Crúz, a quien conocí por una entrevista que tuve que hacerle para acreditar una calificación en lo que era mi último cuatrimestre de la carrera. La entrevista era sobre qué es y cómo se realiza el periodismo de ciencia. Escucharlo hablar con claridad y precisión me hizo tener conciencia de algo: Yo quiero trabajar con Javier y aprender todo lo que pueda de él. Se lo dije: "Necesito hacer mi trabajo social, si logro que me tomen en cuenta trabajar aquí contigo, ¿me recibes?" "Si yo no tengo que hacer papeleo, aquí tienes chamba", respondió. 

Listo. Investigué y logré hacer todo el papeleo y trabajé a su lado durante tres meses haciendo mi servicio social, aceptando todo lo que me dijera como corrección, investigando una y otra vez y sometiéndome a los interrogatorios que sobre cualquier tema caerían sobre mí para asegurarnos de que la ciencia sería presentada en toda su dimensión y con su propia historia. Y también sentándome a su lado a verlo editar mis textos. Verlo trabajar, ver qué quitaba, qué cambiaba, qué dejaba, todo en silencio hombro con hombro, fue la experiencia de aprendizaje más profunda que he tenido. Después de esos tres meses, me contrató y trabaje a su lado tres años.

Javier es ateo, pero les aseguro que nadie me ha mostrado el rostro de Jesús, su disposición a ayudar, su humanidad y humanismo, su capacidad de escucha para cuestionar y guiar, y su generosidad, como Javier. Y les aseguró que Javier es infinitamente amado por Dios, precisamente por ser quién es. 

A Dios le tiene sin cuidado que creamos o no en Él como concepto. Quiere que creamos en lo que significa ser como Él, que seamos los unos con los otros como Él es con nosotros. Y más que decir Creo en Dios, actuar como actúa alguien que efectivamente CREE que el valor de las personas está más allá de todo valor superficial y que hay que ayudarles a sacar toda esa valía interior. Creer en Cristo no es una acción intelectual, es vivir de acuerdo a valores altos, humanos y llenos de sentido. Si para ti creer en Dios es aceptar un concepto únicamente, necesitas leer el libro de Santiago en el Nuevo Testamento. “Hermanos míos, si uno dice que tiene fe, pero no viene con obras, ¿de qué le sirve?” (Stgo 2, 14) 

Javier se dio cuenta muy pronto de que tenía un trastorno mental y me guío a través del trabajo a que lo descubriera por mí misma. Mi labor a su lado nunca estuvo en juego por tener un trastorno. Su voto de confianza fue absoluto y yo respondí a la altura de sus expectativas hasta donde me fue posible. Él asegura que no fue generosidad. "Tú eras buena en lo que hacías", me ha dicho. Pero he trabajado con personas que con el sólo hecho saber que tienes un trastorno mental, el estigma cae sobre tí y dejas de tener toda capacidad para hacer cualquier cosa, incluso si demuestras tenerla. 

Le debo mucho a Javier. Entrenó mi mente y mi voluntad, estimuló mi deseo de aprender y siempre me habló con la verdad. Javier cambió mi existencia para bien y todo lo que aprendí a su lado me ha permitido seguir con vida. Dios le bendiga siempre. 

Pido una disculpa, me dejé llevar por la emoción del recuerdo. Pero integremos lo dicho: con Javier adquirí hábitos, conocimientos, organización de ideas, motivación y un sentido de valía que ha sido esencial en mi existencia. Desear ser Santo es activamente buscar precisamente eso: hábitos, conocimientos, organización, motivación y sentido de vida. 

Habrá quien me dirá: Ser santo no es cualquier cosa y no lo puedes reducir a algo tan simple. Y yo responderé: tampoco es cosa del otro mundo. A mi entender son hábitos constantes y las convicciones que estos hábitos infunden en ti. Por eso no es cosa del otro mundo, pero sí implica una transformación total. Aunque suene a cliché: no es una condición, es una forma de vida. 

Te voy a compartir el vídeo que llegó a mis manos para que lo disfrutes, sonrías y quizá te des el permiso de reconocer las grandes verdades con el sentido del humor con que muchas veces Jesús nos responde.

Quizá haya quien se sienta ofendido porque los Santos son seres superiores, no inferiores. Pero consideremos por un momento lo que la meditación diaria delviernes, 1 de febrero (2019), de Richard Rohr, fraile franciscano muy reconocido en Estados Unidos, nos dijo: “Es esencial que no nos aferremos a una imagen de Dios que sea tan exaltada y distante que haga que el seguir o amar a Dios algo irreal.” (1)

Bien, pues sin afán de ofender a nadie, ante la solicitud de ser incluida en la Asamblea de los Santos, es decir, de que se me permita aprender de ellos y se me ayude a ser mejor cristiana, los requisitos que se me piden desarrollar como mínimo (y se te piden si es que deseas acompañarme en la aventura) son los siguientes: 




Como verán el trabajo es arduo. Hay mucho que perdonar, mucha purificación que hacer. Hay cosas que definitivamente no se lograran al cien (como dejar de tomar ciertos medicamentos porque esos ya son de ley y por salud) pero hay otros que necesitarán dedicación, conciencia, práctica y disposición. Y como toda purificación, mucho dejar ir, dejar ir, dejar ir… 

Y a manera de nota curiosa, alguna vez hace años alguien me dijo: ¿Has notado que la palabra Dios en inglés se escribe igual que perro pero alrevés?
God = Dios
Dog = perro
Es así porque nadie es tan capaz de expresar el amor incondicional de Dios como lo hace un perro. Todos deberíamos buscar ser un reflejo de Dios como lo es un perro. Se requiere mucha humildad para tanto.

Gracias Jesús por tu guía y tu sentido del humor. Gracias por responder siempre con prontitud y claridad. Gracias. Y ayúdanos a dejar ir y a alegrarnos con lo que tenemos justo en frente de nosotros. Te lo pedimos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Te amo. 

(1) Rohr, Richard. (2019, Febrero 1). Completamente humano, completamente divino. Daily Meditations. Center for Action and Contemplation. Tomado de: https://cac.org/fully-human-fully-divine-2019-02-01/

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