El capítulo 8 del libro
de Nehemías inicia con lo que se considera la primera lectura pública de la
Ley. El pueblo, conmovido al escuchar la Ley, lloraba. Recordemos que es un
pueblo que acaba de concluir importantes obras para reconstruir su ciudad, una
ciudad que les fue arrebatada, y que, además, antes de este día, no había
escuchado la lectura de la ley. El comentario de la Biblia Latinoamericana
(2005) lo explica así: “hasta ese momento el pueblo de Israel vivía su fe
rezando y participando en las ceremonias del Templo. Recibía de boca de los
sacerdotes y profetas sentencias o prédicas, y no sentía la necesidad de leer
una Biblia.”
(Debo decir, que, la
explicación describe muy acertadamente lo que aún pasa hoy en día en la Iglesia
Católica. Quizá leemos la Biblia en las lecturas de la misa, pero, ¿las meditamos
de manera personal? ¿Compartimos nuestros sentires y pensares con otros o nos
limitamos a repetir lo que nos dice el Padre? El mismo comentario de la Biblia
Latinoamericana asegura: “La fe cristiana no puede cobrar fuerza sino a partir
de una Palabra de Dios leída y escuchada en forma comunitaria. En realidad,
vamos muy atrasados; esta renovación debía haberse iniciado hace cuatro siglos,
cuando empezaron los protestantes.”)
“En esa ocasión, su
excelencia Nehemías y el sacerdote escriba Esdras, junto con los levitas que
instruían al pueblo, le dijeron a éste: «!Este es un día santo para Yavé,
nuestro Dios! ¡No estén tristes! ¡No lloren!» Pues todo el pueblo estaba
llorando mientras oía las palabras de la ley.” Ne 8, 9
¿Por qué lloraba el
pueblo? Voy a treverme a intentar ponerme por un momento en el lugar de este
pueblo (al que, por cierto, pertenezco) y pensar, analizar, imaginar, sentir, lo que
debe ser estar fuera de tu hogar, sentir que no perteneces, saberte un
extranjero que no logra, por más que lo intenta, integrarse a un pueblo en el
que, quizá incluso nació, sin por ello ser completamente aceptado. Imagino lo
que debe ser escuchar a otros hablar de tu patria, tu tierra, y desear ir a pisar
su suelo, sentir su aire, que, por el sólo hecho de ser tuyo tiene que ser
mejor que el de una tierra en donde eres considerado un usurpador de un espacio
que no te pertenece.
Puedo imaginar lo que
es tomar camino con la esperanza de volver a una tierra amiga, en donde puedas
construir para ti, no para otros. En donde tus esfuerzos alimentarán tu hogar y
a los tuyos, no serán vacíos intentos por construir un espacio que al final, no
te pertenece y que nunca te considerará una parte importante y necesaria.
Y puedo, finalmente
sentarme a lado de este pueblo, y escuchar por primera vez la ley, tal y como
está escrita. No escucho lo que me cuentan de ella, no escucho lo que me
quieren decir y quieren que yo interprete. La escucho yo, que, para quien pone
atención es lo mismo que leerla. Me enfrento a una palabra que me habla de
quién soy, de dónde vengo, cuál es mi destino. Que me dice que soy un pueblo
elegido y por ende, valioso ante los ojos de Dios. Escucho las historias de
esclavitud y liberación en las que puedo ver y sentir mis propias cadenas y mi
propia sensación de libertad. Escucho hablar de alegrías y penas, del sufrir de
otros y también de su satisfacción y alegría. Escucho que hay quienes han sido
más grandes que yo, y también han cometido errores más graves, y aun así son amados.
Dios los apoya y los guía, tal y como de ahora en adelante lo hace conmigo.
Imagino todo esto,
escucho todo esto, y puedo comprender las lágrimas, no de tristeza, sino de
absoluta gratitud. Y siento una dulce opresión en el pecho al saber que, ¡todo tiene
sentido! La vida, el esfuerzo, la lucha, el dolor, la pena, la soledad, la
tristeza, las manos amigas, la familia, incluso la pena de todo lo perdido, todo…
¡todo tiene sentido!
El comentario de la
Biblia Latinoamericana nos explica aún más: “Esdras entiende que, en adelante,
la comunidad judía se desarrollará en torno a la lectura, la meditación y la
interpretación del libro sagrado.”
Al respecto, justo hoy, hace un
momento, me topé con un video que mi primo Armando Leonides compartió en
LinkedIn, una especie de Facebook que busca agrupar contactos de trabajo. El
vídeo es del Rabí Manis Friedman, consejero, filósofo, educador, autor y profesor.
El video está en inglés y venía acompañado de una historia que, en
realidad, es prácticamente de lo que trata el video: el sin sentido del vivir
para trabajar y no comprender que el trabajo es sólo una parte de lo que
implica vivir. Y el hecho, de que toda vida que vale la pena, estudia, medita e interpreta su existir.
Les dejo ambos: el
video –que lamentablemente está en inglés y no me daré el tiempo de traducir,
pero se los dejo por si alguien por ahí quiere escuchar lo que lee en viva voz-
y la historia que se narra en el video tal y como la posteo un Rabí al
compartirlo.
Se los dejo al final, y
agradezco a Dios esta libertad que me ha dado de saberme digna de leer, meditar
y escribir sobre todo lo que me explica, me dice, me presenta en mi diario
vivir. Le agradezco la constante comunicación que tiene conmigo a través de
tantos mensajes, textos, canciones, películas, programas, y, por supuesto, su
Palabra. Su presencia es eterna, total y constante.
Le agradezco también
que tranquilice mis ánimos cuando pasan días y no logro ni leer ni escribir
porque simplemente “tengo demasiado que hacer”, sobre todo del trabajo, y luego
mi hogar, familia y proyectos que no quiero que se queden en un “buen deseo”. Le
agradezco que me haya hecho comprender que no puedo darme el lujo de trabajar
de más. Simplemente tengo que dormir y hacer ejercicio. Eso ya no puede ser
secundario.
Le agradezco que sea Él
quien encuentre la forma de hacerse presente en todo, en todos. Y que sea Él
quien no me deje sola. No hay un día en que no me llegue una rosa de su parte.
Así me lo prometió y así ha sido: “Te llegará una rosa cada día, que salve
entre los dos una distancia. Y será tu silente compañía, cuando a solas te
duela la nostalgia.” (Alberto Cortés la cantó por él y la sigue cantando hasta
el fin de la existencia ahora a su lado.)
Vivir una vida con
sentido implica también darnos el tiempo de sentarnos a buscar ese sentido, a
encontrarle un soplo de vida a nuestros actos. A ti que lees, te deseo que busques
y encuentres el sentido de tu existencia, y lo renueves constantemente, tal y
como día a día necesitamos nuevo oxígeno y buen alimento.
Te pido, mi Bien, que
nos muestres el sentido de nuestro vivir, y nos des la capacidad de escuchar y
leer tu palabra siempre y en todos lados. Ayuda al mundo a comprender que el
trabajo sin el alimento de tu Ser, no es más que un enorme vacío lleno de actividades
que no dan vida a nuestros ánimos.
Ayuda Espíritu de
Bondad, a que quienes tiene la obligación de exigirnos resultados, comprendan
que “pedir de más” no es sacar lo mejor de nosotros, sino exigirnos actuar sin
darnos el tiempo de ser. Y eso, eso simplemente está mal, por muy “buenos”
resultados que se busquen y se crean alcanzar. Así sea, en nombre de
Jesucristo, quien es Verdad, Camino y Vida. Te amo.
Un Rabí le preguntó a
uno de sus congregantes: “¿Tienes tiempo de estudiar el Tora?”
“No”, le respondió el
congregante.
“¿Por qué?”. Preguntó
el Rabí.
“Necesito ganar dinero
para mandar a mi muchacho a la escuela”, dijo el hombre.
“Sabes,” dijo el Rabí,
“todas las personas con las que hablo me dicen lo mismo, y yo no entiendo. ¿Quién
es este muchacho al que todos están tratando de mandar a la escuela? Y cuando
ese muchacho crezca, me va a decir que no puede estudiar el Tora porque tiene
que mandar a su muchacho a Yeshiva (universidad de estudios de Tora).”
Es cierto que
necesitamos trabajar para ganarnos la vida, pero si trabajamos tan duro que no
tenemos tiempo de vivir, ¿cuál es el sentido de trabajar? Cuando llegamos a
casa, no es para descansar y prepararnos para otro día de trabajo, es
precisamente porque hemos pasado el día trabajando para que podamos llegar a
casa. Necesitamos recordar para qué trabajamos. Trabajamos para poder vivir, no
vivimos para poder trabajar.
El video termina con
las siguientes palabras:
"Trabajas y luego llegas
a casa. ¿Qué es «casa» para ti? ¿Un «break» de tu vida»? ¿El lugar donde puedes
colapsarte y «pasar el rato»? O, cuando llegas a casa, llegas al lugar donde tu vida ocurre. El trabajo es donde tu existencia toma forma. De modo que, si no
tienes tiempo, energía e interés en «la vida» porque le estás invirtiendo 22
horas a tu existencia, vas a deprimirte."
Tan cierto. Que tu vida
nunca sea un trabajo del que te pueden correr, eliminar o sustituir. Que tu
vida sea tuya.
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