martes, 16 de abril de 2019

La necesidad de leer

Photo by Alexis Brown on Unsplash
El capítulo 8 del libro de Nehemías inicia con lo que se considera la primera lectura pública de la Ley. El pueblo, conmovido al escuchar la Ley, lloraba. Recordemos que es un pueblo que acaba de concluir importantes obras para reconstruir su ciudad, una ciudad que les fue arrebatada, y que, además, antes de este día, no había escuchado la lectura de la ley. El comentario de la Biblia Latinoamericana (2005) lo explica así: “hasta ese momento el pueblo de Israel vivía su fe rezando y participando en las ceremonias del Templo. Recibía de boca de los sacerdotes y profetas sentencias o prédicas, y no sentía la necesidad de leer una Biblia.” 

(Debo decir, que, la explicación describe muy acertadamente lo que aún pasa hoy en día en la Iglesia Católica. Quizá leemos la Biblia en las lecturas de la misa, pero, ¿las meditamos de manera personal? ¿Compartimos nuestros sentires y pensares con otros o nos limitamos a repetir lo que nos dice el Padre? El mismo comentario de la Biblia Latinoamericana asegura: “La fe cristiana no puede cobrar fuerza sino a partir de una Palabra de Dios leída y escuchada en forma comunitaria. En realidad, vamos muy atrasados; esta renovación debía haberse iniciado hace cuatro siglos, cuando empezaron los protestantes.”)

“En esa ocasión, su excelencia Nehemías y el sacerdote escriba Esdras, junto con los levitas que instruían al pueblo, le dijeron a éste: «!Este es un día santo para Yavé, nuestro Dios! ¡No estén tristes! ¡No lloren!» Pues todo el pueblo estaba llorando mientras oía las palabras de la ley.” Ne 8, 9

¿Por qué lloraba el pueblo? Voy a treverme a intentar ponerme por un momento en el lugar de este pueblo (al que, por cierto, pertenezco)  y pensar, analizar, imaginar, sentir, lo que debe ser estar fuera de tu hogar, sentir que no perteneces, saberte un extranjero que no logra, por más que lo intenta, integrarse a un pueblo en el que, quizá incluso nació, sin por ello ser completamente aceptado. Imagino lo que debe ser escuchar a otros hablar de tu patria, tu tierra, y desear ir a pisar su suelo, sentir su aire, que, por el sólo hecho de ser tuyo tiene que ser mejor que el de una tierra en donde eres considerado un usurpador de un espacio que no te pertenece.

Puedo imaginar lo que es tomar camino con la esperanza de volver a una tierra amiga, en donde puedas construir para ti, no para otros. En donde tus esfuerzos alimentarán tu hogar y a los tuyos, no serán vacíos intentos por construir un espacio que al final, no te pertenece y que nunca te considerará una parte importante y necesaria.

Y puedo, finalmente sentarme a lado de este pueblo, y escuchar por primera vez la ley, tal y como está escrita. No escucho lo que me cuentan de ella, no escucho lo que me quieren decir y quieren que yo interprete. La escucho yo, que, para quien pone atención es lo mismo que leerla. Me enfrento a una palabra que me habla de quién soy, de dónde vengo, cuál es mi destino. Que me dice que soy un pueblo elegido y por ende, valioso ante los ojos de Dios. Escucho las historias de esclavitud y liberación en las que puedo ver y sentir mis propias cadenas y mi propia sensación de libertad. Escucho hablar de alegrías y penas, del sufrir de otros y también de su satisfacción y alegría. Escucho que hay quienes han sido más grandes que yo, y también han cometido errores más graves, y aun así son amados. Dios los apoya y los guía, tal y como de ahora en adelante lo hace conmigo.

Imagino todo esto, escucho todo esto, y puedo comprender las lágrimas, no de tristeza, sino de absoluta gratitud. Y siento una dulce opresión en el pecho al saber que, ¡todo tiene sentido! La vida, el esfuerzo, la lucha, el dolor, la pena, la soledad, la tristeza, las manos amigas, la familia, incluso la pena de todo lo perdido, todo… ¡todo tiene sentido!

El comentario de la Biblia Latinoamericana nos explica aún más: “Esdras entiende que, en adelante, la comunidad judía se desarrollará en torno a la lectura, la meditación y la interpretación del libro sagrado.”

Al respecto, justo hoy, hace un momento, me topé con un video que mi primo Armando Leonides compartió en LinkedIn, una especie de Facebook que busca agrupar contactos de trabajo. El vídeo es del Rabí Manis Friedman, consejero, filósofo, educador, autor y profesor. El video está en inglés y venía acompañado de una historia que, en realidad, es prácticamente de lo que trata el video: el sin sentido del vivir para trabajar y no comprender que el trabajo es sólo una parte de lo que implica vivir. Y el hecho, de que toda vida que vale la pena, estudia, medita e interpreta su existir.

Les dejo ambos: el video –que lamentablemente está en inglés y no me daré el tiempo de traducir, pero se los dejo por si alguien por ahí quiere escuchar lo que lee en viva voz- y la historia que se narra en el video tal y como la posteo un Rabí al compartirlo.  

Se los dejo al final, y agradezco a Dios esta libertad que me ha dado de saberme digna de leer, meditar y escribir sobre todo lo que me explica, me dice, me presenta en mi diario vivir. Le agradezco la constante comunicación que tiene conmigo a través de tantos mensajes, textos, canciones, películas, programas, y, por supuesto, su Palabra. Su presencia es eterna, total y constante.

Le agradezco también que tranquilice mis ánimos cuando pasan días y no logro ni leer ni escribir porque simplemente “tengo demasiado que hacer”, sobre todo del trabajo, y luego mi hogar, familia y proyectos que no quiero que se queden en un “buen deseo”. Le agradezco que me haya hecho comprender que no puedo darme el lujo de trabajar de más. Simplemente tengo que dormir y hacer ejercicio. Eso ya no puede ser secundario.

Le agradezco que sea Él quien encuentre la forma de hacerse presente en todo, en todos. Y que sea Él quien no me deje sola. No hay un día en que no me llegue una rosa de su parte. Así me lo prometió y así ha sido: “Te llegará una rosa cada día, que salve entre los dos una distancia. Y será tu silente compañía, cuando a solas te duela la nostalgia.” (Alberto Cortés la cantó por él y la sigue cantando hasta el fin de la existencia ahora a su lado.)

Vivir una vida con sentido implica también darnos el tiempo de sentarnos a buscar ese sentido, a encontrarle un soplo de vida a nuestros actos. A ti que lees, te deseo que busques y encuentres el sentido de tu existencia, y lo renueves constantemente, tal y como día a día necesitamos nuevo oxígeno y buen alimento.

Te pido, mi Bien, que nos muestres el sentido de nuestro vivir, y nos des la capacidad de escuchar y leer tu palabra siempre y en todos lados. Ayuda al mundo a comprender que el trabajo sin el alimento de tu Ser, no es más que un enorme vacío lleno de actividades que no dan vida a nuestros ánimos.

Ayuda Espíritu de Bondad, a que quienes tiene la obligación de exigirnos resultados, comprendan que “pedir de más” no es sacar lo mejor de nosotros, sino exigirnos actuar sin darnos el tiempo de ser. Y eso, eso simplemente está mal, por muy “buenos” resultados que se busquen y se crean alcanzar. Así sea, en nombre de Jesucristo, quien es Verdad, Camino y Vida. Te amo.




Un Rabí le preguntó a uno de sus congregantes: “¿Tienes tiempo de estudiar el Tora?”
“No”, le respondió el congregante.
“¿Por qué?”. Preguntó el Rabí.
“Necesito ganar dinero para mandar a mi muchacho a la escuela”, dijo el hombre.
“Sabes,” dijo el Rabí, “todas las personas con las que hablo me dicen lo mismo, y yo no entiendo. ¿Quién es este muchacho al que todos están tratando de mandar a la escuela? Y cuando ese muchacho crezca, me va a decir que no puede estudiar el Tora porque tiene que mandar a su muchacho a Yeshiva (universidad de estudios de Tora).”

Es cierto que necesitamos trabajar para ganarnos la vida, pero si trabajamos tan duro que no tenemos tiempo de vivir, ¿cuál es el sentido de trabajar? Cuando llegamos a casa, no es para descansar y prepararnos para otro día de trabajo, es precisamente porque hemos pasado el día trabajando para que podamos llegar a casa. Necesitamos recordar para qué trabajamos. Trabajamos para poder vivir, no vivimos para poder trabajar.

El video termina con las siguientes palabras:
"Trabajas y luego llegas a casa. ¿Qué es «casa» para ti? ¿Un «break» de tu vida»? ¿El lugar donde puedes colapsarte y «pasar el rato»? O, cuando llegas a casa, llegas al lugar donde tu vida ocurre. El trabajo es donde tu existencia toma forma. De modo que, si no tienes tiempo, energía e interés en «la vida» porque le estás invirtiendo 22 horas a tu existencia, vas a deprimirte."

Tan cierto. Que tu vida nunca sea un trabajo del que te pueden correr, eliminar o sustituir. Que tu vida sea tuya.

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