domingo, 7 de abril de 2019

La Verdad es Fuego

Photo by Marnee Wohlfert on Unsplash

“«En la medida de nuestras posibilidades, hemos rescatado a nuestros hermanos judíos que habían sido vendidos en medio de las naciones, pero ahora ustedes (los nobles y funcionarios judíos que cobraban impuestos y altos precios por comida) venden a sus hermanos o los compran». Todos estaban callados, nadie replicaba. Y añadí: «Lo que han hecho, no está bien. ¿No quieren obedecer a nuestro Dios? ¿Quieren seguir las prácticas vergonzosas de nuestros enemigos paganos?” Ne 5, 8 y 9

Hace falta preguntarlo: ¿Quieres obedecer a Dios? ¿Quieres comprender qué implica vivir por un propósito más elevado que la mera existencia? ¿Quieres que la vida tenga un sentido mayor que el acumular bienes, triunfos y éxitos?

Entonces, tienes que preguntártelo a ti mismo y responderte con toda honestidad: ¿Quiero obedecer a Dios? ¿O busco satisfacer mi ego y alimentar mi auto-imagen de buena persona? ¿Quiero trabajar para alimentar una vida plena, o busco “ser feliz” y olvidarme de las responsabilidades que no he sabido asumir? ¿Quiero aprender a desarrollar la habilidad para responder a la realidad de mi existencia, o prefiero buscar el camino sencillo de culpar a la vida, la sociedad y a quienes me rodean de mis carencias? ¿Quiero consumirme para revestirme de luz y surgir cual ave fenix de las cenizas, o quiero consumirme en la miseria de todo lo perdino y la ceguera ante todo lo que aún puedo ganar con tu ayuda y la de mis hermanos/as?

Cuando digo que necesitamos respondernos con honestidad lo digo muy enserio. No se trata de responder “sí quiero seguir a Dios” si la verdad es que “quiero ser feliz sin demasiados sacrificios ni penas”, porque, seamos sinceros: el camino que Jesús nos muestra es de cruz y sacrificio. No pinta muy bien el desenlace.

De modo que la verdad es cruda en la sencillez con que nos manifiesta la realidad: “Sí”, nos dice, “tendrás que dejar morir tu ego y tendrás que hacer un esfuerzo sobre humano para dejar morir el concepto de tu incompleto ser. Tendrás que cargar con tus responsabilidades, y, muy probablemente, con la de otros incapaces de cargar las suyas. No podrás culpar a nadie de tu situación y no serás capaz de convencer a nadie de tu valía. Vas a tener que creer incluso cuando todo parece indicarte que no hay nada en qué creer. Vas a tener que aferrarte a buscar esperanza donde aparentemente no habrá ni un resquicio de ella. Tendrás que asumir la obligada humillación de reconocerte incapaz de enfrentar la vida en su totalidad, y eso se sentirá como la más grande humillación de tu existencia. Pero, te lo aseguro, eso no es nada a lado del dolor y la culpa que llegarán después de haberte lavado las manos y decidido no hacer nada para cambiarlo todo. Es preferible, escúchalo bien, sacrificarte con dignidad que aparentar que todo está bien y culpara a otros, sacrificar a otros por no tener el valor de asumir tu verdad y vivirla.”

Hace falta ser sincero porque nadie puede construir nada a partir de la mentira. La verdad, es misericordiosa como nadie lo es. Si abiertamente aceptas no tener lo que se requiere para enfrentar la vida que tienes, empezará a escrutinar en tu ser y encontrará algo que sí tienes, y se enfocará en ayudarte a reconocer lo que sí tienes y lo que sí puedes lograr con lo que tienes. Y con el primer logro, tendrás algo nuevo que te ayudará a su vez a fortalecer tu ser, y poco a poco, te transformarás ayudado por la verdad de tu ser, no por la fantasía de un autoconcepto definido por ilusiorias mentiras.

La verdad tiene un poder transformador. La verdad es fuego y puede consumirte, pero al mismo tiempo prepara el terreno para una nueva cosecha, y distingue entre lo que realmente sirve para crecer y lo que estorba. La verdad te ayuda a tomar decisiones más realistas y te mira de lleno, en tu justa dimensión. La verdad no busca soluciones mágicas ni caminos sencillos, por eso es tan poderosa, y siempre parte de cero, por eso siempre es ganancia. La verdad no mide triunfos ni le interesan logros. Para ella, todo paso es ganancia, toda verdad dicha es liberación, toda expresión de culpa, pena y dolor, es purificación del alma, todo error es enseñanza, y toda caída es una oportunidad para elevarnos de nuevo.

Señor Dios nuestro, Padre, Hijo y Espíritu Santo, permítenos enfrentar la verdad y aceptarla, no como condena ni salvación, sino como punto de partida. Elevar nuestras manos y nuestra oración a Ti, Amado mío, es buscarte en el suelo que nos sostiene, y en los cielos que nos cubren. Es conservar la coordura de unos pies bien puestos sobre la tierra y elevarnos por tu gracia y con la ayuda de tu misericordia por encima de nuestros defectos y limitaciones.

Gracias por manifestar tu voluntad y danos el valor de hablarte con la verdad para hacerle frente a esta vida a partir de lo que realmente podemos lograr y no sólo lo que, por “buena voluntad”, deseamos que otros logren, siempre y cuando implique que no tenemos que enfrentar la verdad de nuestra participación en las penas de este mundo, ni nos veamos llamados al sacrificio del esfuerzo ni a la renuncia de nuestra comodidad.  

Tú que eres camino de Verdad y Vida, danos el deseo de vivir con la verdad a cuestas.

Te amo.   

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