viernes, 31 de octubre de 2014
domingo, 19 de octubre de 2014
Súplica
Amor,
permíteme
levantar mis manos
e imaginar que
sostengo las tuyas.
Nada debería
turbarme, lo sé,
estás conmigo, lo
sé,
pero cuando la
noche llega
es difícil
mantener el ánimo.
Toma este corazón
cansado
y alívialo de
todo dolor.
Dale a estos labios
rotos
el dulce bálsamo
de tu aliento.
Y dime que soy tu
niña amada,
tu dulce
encuentro, tu tierno amor.
No me abandones
Tú,
mi bien, mi
dicha.
Que el sol se ha
ido
y necesito tus
ojos
para verme y encontrarte.
Sostén, pues, mi
mirada.
Y guíame a la
presencia
de este sentirme
tuya.
Guíame hacia el
refugio dulce y seguro
de tu corazón y
de tu Espíritu.
Conviértete en mi
descanso eterno,
en mi alivio
absoluto,
y en mi paz y mi alegría.
Conviértete en mi
paz y mi alegría.
… en mi infinita
paz y sencilla alegría.
Amén.
domingo, 14 de septiembre de 2014
Conciencia de Ti
No es que quiera que te duela,
es que duele, y no sé si lo sabes,
y no sé si te importa.
Sólo sé que este dar no parece bastarte.
Si tan sólo me voltearas a ver
y supieras que existo.
Y me hicieras saber que lo sabes.
Pero hoy no te siento.
No te veo, no te palpo.
No respiro tu aroma.
Hoy me vivo agotada de hablarte.
Sólo quiero callar.
Derribarme en el suelo y callar.
Pero mira,
mi deseo de Ti es más grande
que el vacío que siento.
Y aunque quiero callar, hoy levanto mi voz
para hablarte de nuevo y decirte que te amo.
Que es amor lo que existe, lo que me hace seguir.
Que este amor lleva escrito Tu nombre
y es por él que yo soy la que soy.
Visto así, con sentido o sin él,
pronunciarlo es alivio.
Escribirlo es pasión.
Y vivirlo es la vida que buscaba tener.
Y al tenerla, te tengo,
pues soy yo quien elige
escuchar el llamado de tu mudo silencio.
Convertir esta brisa en consciencia de Ti.
domingo, 3 de agosto de 2014
Baila conmigo
Amor, baila
conmigo esta danza de fe.
Una fe infinita,
melódica y dulce
existente incluso
en el llanto callado
de mis ojos
vacíos que no logran ver.
Amor, baila
conmigo esta danza de fe
y demuéstrame que
aún con el miedo en la piel
no hay daño que
quepa entre tu aliento frágil
y la dulce
cadencia de mi rezo a tu Ser.
Amor, baila,
baila, baila conmigo
esta danza de fe.
Dame hoy la
esperanza de un latido
que me lleve a
nombrarte,
de un suspiro que
me diga que vives,
y del constante cantar
en mi oído
que me obligue a
seguirte,
hipnotizada ya
sin remedio,
sin resistencia
alguna,
entregada tan
sólo al cantar de cantares
que eres y que
siempre has sido,
que soy y que
siempre seré.
Vamos, amor,
baila, baila conmigo esta danza de fe.
Y seamos testigos
de la luz escondida en miradas
furtivas que se
niegan a abrirse por temor a perderse.
Baila conmigo
para que pueda al fin
olvidar los
temores ocultos de mi alma
y te encuentre
sin miedo en mis ojos que te aman.
Baila, mi bien, conmigo
esta danza de fe.
Con los ojos
cerrados para vernos las almas,
con los labios
abiertos para darnos aliento
y con las manos
unidas para evitar caer.
Baila, baila
conmigo, baila, mi bien.
martes, 17 de junio de 2014
El silencio ha vuelto
El silencio ha vuelto.
Llegó como suelen llegar
las mañanas nubladas de llovizna apagada e incómoda.
Es un llanto que no logra llorar,
Llegó como suelen llegar
las mañanas nubladas de llovizna apagada e incómoda.
Es un llanto que no logra llorar,
ni logra esconder la tristeza dormida
sobre la acera húmeda de pasos malogrados
que han dejado su huella.
El silencio llegó y no existe quejido que pueda alejarlo.
Es sombra que se esconde
bajo la piel morena de tanto andar
expuesta a rayos de escrutinio.
El silencio se instala.
Me mira y me sonríe con esa mueca hueca
con que suele imponerse.
Sé que debo gritar. Que es hora de gritar.
Y busco entre escombros una roca,
un pedazo de suelo donde apoyar mi voz.
Nada.
El silencio ha vuelto.
Y tendrá que llover toda la mañana.
Y quizá todo el día.
Y tendré que empaparme de nuevo
de la ausencia que dejas.
Y tendré que confiar que allá,
tras las nubes, te encuentras.
Y que piensas en mí.
El silencio llegó y no existe quejido que pueda alejarlo.
Es sombra que se esconde
bajo la piel morena de tanto andar
expuesta a rayos de escrutinio.
El silencio se instala.
Me mira y me sonríe con esa mueca hueca
con que suele imponerse.
Sé que debo gritar. Que es hora de gritar.
Y busco entre escombros una roca,
un pedazo de suelo donde apoyar mi voz.
Nada.
El silencio ha vuelto.
Y tendrá que llover toda la mañana.
Y quizá todo el día.
Y tendré que empaparme de nuevo
de la ausencia que dejas.
Y tendré que confiar que allá,
tras las nubes, te encuentras.
Y que piensas en mí.
Y me amas.
El silencio adivina lo que imagino piensas.
Y por primera vez, en lugar de aventarme
escaleras abajo,
se acomoda a mi lado.
En silencio los dos vemos gotas caer.
En silencio me toma la mano
y después de un minúsculo instante
me susurra al oído: yo le extraño también.
El silencio adivina lo que imagino piensas.
Y por primera vez, en lugar de aventarme
escaleras abajo,
se acomoda a mi lado.
En silencio los dos vemos gotas caer.
En silencio me toma la mano
y después de un minúsculo instante
me susurra al oído: yo le extraño también.
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