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Arma de oro del “Chapo”
El capítulo 8 del Primer libro de Macabeos habla de
una alianza hecha por Judas Macabeo con los romanos. Es fácil comprender que,
dadas las circunstancias, tener un aliado poderoso como los romanos para lograr
así restituir el reino judío, pudiera parecer conveniente. Sin embargo, como
nos explica el comentario de este capítulo de la Biblia Latinoamericana: “Los
que buscan el Reino de Dios y la justicia no deben poner su confianza en los
ricos y poderosos.”
La historia demostraría que los romanos terminarían
por someter al pueblo judío para sus propios intereses y no para respetar
acuerdos ni buscar el bien de un pueblo al que son indiferentes.
Con todo lo que me duele decirlo: eso es exactamente
lo que sucede en nuestro país.
Bajo la excusa de la paz, se han hecho alianzas con el
poder y el dinero. Y esta semana se manifestó, de lleno, que quienes tienen el
poder y el dinero, y se les da puerta abierta para impunemente desplegarlo a
sus anchas, no van a cuidar al pueblo, sino a sus “patrones”.
Vivimos en un país que está secuestrado por el
narcotráfico, en el que no hay paz, no hay ni siquiera el intento de buscar la
justicia, y no hay voluntad ni política ni humana ni social para comprender que
no se hacen tratos con el demonio.
El poder y el dinero buscarán siempre más poder y más
dinero. Y, a pesar de las muchas advertencias que algunos hicieron del peligro
de poner en el poder a un hombre obsesionado por tenerlo, y por lo mismo, incapaz
de hablar con la verdad y demostrar abiertamente los beneficios económicos que
dicha búsqueda siempre trajo consigo, decidimos creer su “buena voluntad” y
ahora, es considerado un hombre “humano”, capaz de perdonar a quienes, sin
tentarse el corazón, decidieron atacar al “pueblo de México”; no al ejército,
no al gobierno… al pueblo. (Hago referencia a lo sucedido el pasado jueves 17 de octubre, 2019 en Culiacán, Sinaloa: Después de enfrentamientos, liberan al hijo del Chapo en Culiacán.)
Porque eso fue lo que hicieron: mandaron a su ejército
de jóvenes –carne de cañón siempre, muchachos substituibles, porque siempre
habrá chavos pobres, que han sufrido toda clase de discriminación y abusos, y desubicados a quienes puedan engatusar con
promesas de dinero y poder- y salieron a las calles a aterrorizar la ciudad. No
tuvieron consideración alguna. Nada ni nadie importó más que el patrón y su
liberación inmediata. Y así, abrieron fuego en lugares públicos y, aún más
grave, directamente a hogares donde vivían familias. El fin no era combatir ni
defender, sino desestabilizar y hacernos vivir un infierno.
Y así, nuestro pueblo cada día más aprende que lo
único que da resultado es la violencia y el engaño. A nuestro pueblo le hemos
marcado el camino de prosperidad como un camino de negociación con intereses
económicos de unos pocos e interacciones humanas que no se den bajo un marco de
regulación y respeto a la ley, sino bajo la amenaza de la fuerza bruta y las
alianzas que esa fuerza traiga consigo.
Jesús, que la no-violencia que es tu enseñanza no se
convierta en un pretexto para callar voces, hacer oídos sordos, y dejar de
luchar por la búsqueda de la verdad, la justicia y el verdadero amor de darnos
valor, no en términos de poder y dinero, sino bajo la lupa del esfuerzo, el
compromiso social, la competencia laboral, y la regulación de interacciones dadas
en un marco de legalidad, no de caprichos y conveniencias.
Dios abra nuestros ojos, y nos quite la venda de
ingenuidad en al que hemos preferido vivir antes de ver la verdad a la cara y atrevernos
a actuar.
Bendícenos Señor. Te
amo.
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domingo, 20 de octubre de 2019
Que la paz no sea pretexto
domingo, 13 de octubre de 2019
Desarrolla la semilla de la fe
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Foto tomada de: http://wallpaperweb.org/ |
"Los apóstoles dijeron al Señor: 'Auméntanos la fe'. El Señor respondió: 'Si ustedes tienen un poco de fe, no más grande que un grano de mostaza, dirán a ese árbol: Arráncate y plántate en el mar, y el árbol les obedecerá." Lc 17, 5-6
La fe mueve montañas y
árboles. Jesús lo asegura, y mucha gente te tacha de negativo y persona de poca
fe cuando lo que buscas y deseas no se logra. Lo que casi nadie te dice es que cuando
Jesús dijo que puedes mover un árbol, arrancarlo de raíz y plantarlo en el mar,
no dijo que sería magia. No dijo que cerrarías los ojos y con desearlo sucedería.
Pretender que así sea no es tener fe. Es ser ingenuo, en el mejor de los casos,
y en el más común, es sentarnos en la comodidad de “dejar que sea la voluntad
de Dios” la que decida, haga, resuelva, cambie una situación. Y si no sucede,
es porque “Dios no lo quiere”. No tiene nada que ver con mi esfuerzo.
Yo, muchos años, creí que
no tenía fe. Pero hoy sé que siempre he tenido fe. También llegué a pensar que
mi fe no era lo suficientemente fuerte, ni grande, ni firme. Pero ahora sé que
simplemente me estaba exigiendo de más, que quería el resultado inmediato, porque
siempre me pedían el resultado inmediato: si no eres capaz de mover un árbol,
no tienes fe…
Por ejemplo, una vez
alguien me dijo: “El problema es que tú eres insegura, si tuvieras fe en ti
misma otra cosa sería.” Pero esa persona, que era alguien a quien yo admiraba
muchísimo y que era, por lo mismo, una autoridad para mí, nunca me dijo: ¿Te
das cuenta de que, a pesar de ser insegura, te animas a levantarte y expresar tus dudas, te acercas a pedir orientación, te esfuerzas por decir lo que
piensas y pides opinión acerca de tus ideas?
Es decir, no me ayudó a
reconocer lo poco que sí había en mí y la manera en que ese poco se
desarrollaba día a día con mi esfuerzo. No me ayudó a ver la semilla de mostaza
que sí había en mí. Y sólo se dedicó a señalar lo que yo no tenía: fe,
seguridad, amor propio. Cuando te enfocas en lo que no hay y no en lo que sí,
es más difícil. Así que no busques mover el árbol de inmediato, desarrolla la
semilla primero.
En la medida en que me
fui dando cuenta de lo que sí hacía a pesar de ser insegura, mi grano de
mostaza fue creciendo y fue convirtiéndose en un árbol. Hoy sé que, con fe, -es
decir, el pequeño valor de intentar un poco hoy, y otro poco mañana, y otro
poco el día siguiente- lo que parece imposible es posible.
Sigue siendo cierto, soy insegura, pero no al grado de paralizarme. Alguna vez fue así, pero ya no. Y hoy he sido capaz de hacer cosas que nunca hubiese creído posibles. Así que, te fe. Y no importa si es muy pequeña, tenla todos los días, esfuérzate todos los días, busca ayuda y apoyo todos los días, toca y se te va a abrir, insiste y se te va a escuchar. Con fe es posible.
Pero ya no pienses que la
fe es algo que se tiene o no. Es algo que se desarrolla con esfuerzo, con
dedicación, con empeño diario. Aun cuando no veas resultados inmediatos, la fe
está haciendo lo suyo en tu ser. Y no tienes que hacer esfuerzos exagerados. Un
poco todos los días basta.
Gracias Jesús por
enseñarnos que todo es posible, un paso a la vez. Te amo.
sábado, 5 de octubre de 2019
No hay paz sin justicia
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“«Hagamos la paz con estos hombres, hagamos las paces
con ellos y con todo su pueblo. Permitámosles que vivan según sus costumbres
como antes, pues fue justamente a causa de esas costumbres, que nosotros
suprimimos, que ellos se rebelaron y llegaron hasta esto.»” 1 Mac 6, 58 y 59
Pero resulta, que: “El rey y los generales se
comprometieron bajo juramento y los sitiados salieron de la fortaleza. Pero
cuando el rey entró en el cerro Sión y vio la inexpugnabilidad de esa plaza,
faltó al juramento que había prestado y dio órdenes de destruir toda la muralla.”
1 Mac 6, 61 y 62
“No hay paz sin justicia ni justicia sin perdón.” Ese
fue el mensaje de Juan Pablo II en el 2002, para la celebración de la XXXV
Jornada Mundial de la Paz. (1)
Juan Pablo II, sin duda, tiene razón. El perdón es
fundamental. Y, sin embargo, mi interés nunca ha sido solamente identificar lo
que se necesita para lograr algo, sino cómo se obtiene eso que se necesita. Me
explico. Muchas veces me han dicho cosas como: “tienes que ser feliz”, “tienes
que perdonar”, “tienes que pensar positivo”, como si se tratara de elegir un
vaso de agua de limón o de naranja. Sólo lo decides y ya.
Y quizá hay quienes así son: deciden ser felices y
¡ya! Mil felicidades si ese es tu caso. Pero yo… yo he necesitado encontrar
estrategias, medios, terapias, ayudas, procesos que me lleven a transformar una
idea debilitante –que tú llamarías negativa- a una verdad con sentido –que tú llamarías idea positiva, aunque quizá no… porque lo que yo defino como verdad con sentido no
niega la negatividad de una realidad, sino le da dirección al trabajo y busca
el fin posible, no la fantasía irreal, deseable y bonita.
Pero eso es largo de explicar. Lo que quiero que decirte ya lo dijo mucho mejor y muy claramente Eulogio López, director de www.hispanidad.com, quien agregó una tercera afirmación: No
hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón, “y no hay perdón sin arrepentimiento”.
Les dejo al final de este texto el video para que
escuchen de viva voz lo que Eulogio López nos explica, creo yo, tan
acertadamente (dura 3 minutos):
Perdonar a alguien no debe ni puede
implicar que las cosas sigan igual.
Si alguien te lastimó, es bueno perdonarles, pero no es bueno quedarte a que
sigan lastimándote. Si esa persona no está arrepentida, no va a hacer nada por
cambiar la situación y volverá a lastimarte una y otra y otra y otra vez.
A Jesús le preguntaron en una ocasión: ¿Cuántas veces debo perdonar?
“Setenta veces siete”, aseguró (Mt 18,22).
Pero esas 70 veces 7, son para ti,
son para que tú perdones y para que alivies tu dolor. Es un trabajo que harás
mucho en soledad, en la pena, en el llanto, en el desamparo. Ese perdón ayudará
a tu transformación. Pero no es para que te quedes a que te sigan lastimando.
¿Me explico?
Cuando yo le pregunté a Jesús si debería regresar con
personas que me han lastimado, lo imaginé verme a los ojos y decirme:
“Amida, yo sólo me sacrifiqué una vez. No viví ese martirio 490 veces. Las 490 veces de mi perdón, y te aseguro que han sido muchísimas más, las vivo en el recuerdo de mi propio sufrimiento y la convicción de que no quiero que nadie pase por eso. Por eso lo viví yo, y por eso no busqué venganza ni que mis verdugos pasaran por lo mismo. Eso no implicó callar mi Espíritu, pero tampoco se trató de someterme a un sufrimiento eterno. Te pido que no vuelvas a someterte al dolor y mejor busques ayudar a otros a atravesar su propio sufrimiento. Ellos, quienes te ignoraron, te lastimaron, te hicieron a un lado, tendrán que arrepentirse para cambiar, pero no lo harán si tú te conviertes en su chivo expiatorio y les permites lavase las manos con tus debilidades y defectos una y otra y otra y otra vez. Y te aseguro esto: no están arrepentidos porque desde su visión: tú estás mal, sólo tú, nadie más que tú. Considera además que quien se ha arrepentido se acerca a ti y busca sanar la relación. Se muestra dispuesto/a a escuchar y modificar actitudes que los beneficie a ambos. No hace falta que vayas a buscarle ni que lo/a intentes convencer de que vale la pena relacionarse de una manera diferente. Si tienes que rogar para que te ayuden, mejor busca ayuda en otro lado.”
Jesús, gracias por tus palabras, tu guía y tu ayuda. Bendito eres por siempre. Te amo.
“Amida, yo sólo me sacrifiqué una vez. No viví ese martirio 490 veces. Las 490 veces de mi perdón, y te aseguro que han sido muchísimas más, las vivo en el recuerdo de mi propio sufrimiento y la convicción de que no quiero que nadie pase por eso. Por eso lo viví yo, y por eso no busqué venganza ni que mis verdugos pasaran por lo mismo. Eso no implicó callar mi Espíritu, pero tampoco se trató de someterme a un sufrimiento eterno. Te pido que no vuelvas a someterte al dolor y mejor busques ayudar a otros a atravesar su propio sufrimiento. Ellos, quienes te ignoraron, te lastimaron, te hicieron a un lado, tendrán que arrepentirse para cambiar, pero no lo harán si tú te conviertes en su chivo expiatorio y les permites lavase las manos con tus debilidades y defectos una y otra y otra y otra vez. Y te aseguro esto: no están arrepentidos porque desde su visión: tú estás mal, sólo tú, nadie más que tú. Considera además que quien se ha arrepentido se acerca a ti y busca sanar la relación. Se muestra dispuesto/a a escuchar y modificar actitudes que los beneficie a ambos. No hace falta que vayas a buscarle ni que lo/a intentes convencer de que vale la pena relacionarse de una manera diferente. Si tienes que rogar para que te ayuden, mejor busca ayuda en otro lado.”
(1) Juan
Pablo II. (2002, enero 1). La Santa Sede. Vaticano. Juan Pablo II. Mensajes.
Jornada de la paz. Tomado de: http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/messages/peace/documents/hf_jp-ii_mes_20011211_xxxv-world-day-for-peace.html
(2) López,
Eulogio. (2018, abril 13). No hay paz sin justicia ni justicia sin perdón. Hispanidad:
Canal de Youtube. Tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=U5Nqu96IQCI
sábado, 28 de septiembre de 2019
La fama vacía
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Photo by Daniel Sandvik on Unsplash |
“José, hijo de Zacarías, y Azarías,
jefe del ejército, se informaron de todo lo que habían hecho Judas y Jonatán en el territorio de Galaad y su hermano Simón que sitiaba Tolemaida en Galilea, de sus actos de heroísmo y de sus combates. Entonces dijeron: 'Hagámosnos célebres también nosotros, vayamos a atacar a los paganos que nos rodean'." 1 Mac 5, 55 a 57
El resultado de su búsqueda de fama
fue la muerte. Perdieron la batalla que buscaron, se dieron a la fuga, los
persiguieron y ejecutaron.
“Fue una gran derrota para el pueblo,
y esto, por no haber escuchado a Judas y a sus hermanos. Quisieron dársela de
valientes, pero no eran de esos hombres a los que se les concedió salva a
Israel.” 1 Mac 5, 61
Hoy en día, nuestra sociedad pierde
mucho precisamente porque un gran peso de nuestras motivaciones tiene que ver
con la fama, el dinero, el puesto social que ocupamos. ¿Queremos ser grandes,
reconocidos, amados? Sigamos a los grandes, a los reconocidos y a los amados.
Gente como Judas Macabeos, como Jesús, como la Madre Teresa de Calcula, Don
Bosco, Martin Luther King Jr., Gandhi, Bill Gates, o alguien más cercano, un
maestro o una maestra de la primaria que nos enseñó el valor de aprender, o un
amigo que siempre está ahí cuando lo necesitas.
Ellos son los grandes, no porque sean
famosos sino porque vivieron y trabajaron para un propósito de servicio, de
justicia, de amor, de entrega.
Todo esfuerzo que no incluya estos fines,
no dará fruto. Incluso si se llega a ser famoso o a tener dinero, será fama
vacía y dinero gastado, no invertido.
Señor nuestro, que nuestros esfuerzos
busquen tus fines, y que, si hemos de justificar nuestros actos, sea a través
de tu Palabra y tu Verdad. Te lo pedimos en nombre de Jesucristo, ejemplo de
vida, de sacrificio y entrega desmedida, primer ejemplo a seguir, único camino
de salvación, y completa ternura.
Te Amo.
lunes, 16 de septiembre de 2019
Háblame
En una ocasión le pedí a Jesús, en
oración, que nunca fuera a hablarme. Quiero decir, que nunca fuera a escuchar,
literalmente escuchar, una voz. Eso me llevaría inevitablemente a ir al
psiquiatra y confesarle que escucho voces. Eso da miedo, ¿No?
Hoy, sinceramente, quiero escuchar su voz.
Literalmente escucharle. Quiero escuchar porque me siento muy lejos, muy, muy,
muy lejos del mundo y de Él. Sé que no lo estoy, pero así me siento. Así que
hoy le he pedido que abra sus labios y me hable porque desear y buscar una
reacción de acercamiento de parte de su iglesia, de mi iglesia, no ha sido
productivo.
Estoy perdiendo mi religión. No implica
que he dejado de creer en Dios. Implica que he aceptado que Dios, el SER, es
mucho más que una iglesia y que seguir a Cristo no implica seguir reglas,
preceptos, dogmas o convicciones, sino buscar la humanidad incluso en los
posesos. Creen en Dios significa que creo en mi propio valor como hija y en el
valor de otros que, como yo, sufren la indiferencia del sistema de valores que
nos hemos convencido rigen el mundo, pero no hablan del ser ni son capaces de
buscar, ya no digamos encontrar, la mejor manera de ayudarle. Un mundo
inflexible que siempre te juzgará por levantar la voz, pero tan ruidoso y
escandaloso como lo es el silencio en que nos sumerge con tal de no reconocer
su papel en la tragedia humana de la desvalorización.
Hoy quiero escuchar voces.
Háblame.
Permite que la brisa de un susurro
llegue a mis sentidos,
que el escalofrío de tu voz
sacuda mis entrañas
y que el aliento de tu ánimo
toque mi rostro.
Háblame.
Porque el silencio es soledad
y la soledad es insoportable.
Porque hay tanto ruido en mi alma
que necesito una voz
capaz de guiarme hacia la quietud.
Porque todos necesitamos
escuchar un “te amo tal y como eres”,
y yo soy como todos.
Así que háblame.
Detente a escuchar, no los gritos del enojo
-debería decir la autodefensa hacia la indiferencia,
pero aún eres incapaz de reconocer tu parte
y asumir tu poder-
sino la desesperación por existir.
Háblame.
Porque la existencia se confirma
en la interacción de la palabra.
Porque es a través de la palabra
que creamos el mundo
y damos sentido al ser.
Y yo necesito darle sentido a este mundo
tan incapaz de escuchar
y tan indispuesto a responder.
Como tú.
Por favor, háblame.
Empieza tú
domingo, 8 de septiembre de 2019
¿Qué podemos hacer?
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“Al saber eso ( que los judíos de Galilea están en
peligro pues los quieren hacer desaparecer), Judas (Macabeo) y el pueblo
convocaron a una gran asamblea: ¿Qué se puede hacer por esos hermanos que están
en problemas y que tienen que luchar por su vida? Judas dijo a su hermano
Simón: «Escoge a algunos hombres y ve a salvar a los hermanos que están en
Galilea.” 1 Macabeos 5, 16-17
“¿Qué se puede hacer por esos hermanos que están en
problemas?” He aquí una pregunta que siempre, siempre, siempre deberíamos
hacernos antes de querer solucionarle la vida a alguien, o quitárnoslo de en
medio y lavar nuestra consciencia con una limosna rápida y sin sentido. Es,
además, una pregunta que debemos responder con total honestidad, porque la
verdad nos hace libres. Las mentiras, por piadosas que sean, son ataduras que
impiden avanzar, tanto a quienes necesitan de nosotros, como a nosotros que
necesitamos, lo sepamos o no, de nuestros hermanos también.
He pensado mucho en esta pregunta: ¿qué se puede hacer
por esos hermanos que están en problemas? Y te pido hoy que lo pienses también.
No ayudes sin haberlo pensado. No prometas sin haberlo analizado y estar muy
consciente de qué, sí puedes y qué no puedes hacer. Ofrece tu ayuda no sólo en
especie, a veces lo que se necesita es la presencia, la escucha, el tomar la
mano de alguien. A veces la ayuda es trabajo y si no estás dispuesto a
trabajar, no la ofrezcas. No des falsas esperanzas. Y nunca, nunca, nunca te
laves las manos con unas monedas. Si has de dar dinero, que sea una cantidad
definida y a una causa concreta. Las monedas al “ahí se van”, no van a ningún
lado.
Y sobre todas las cosas, habla claro, porque si hay
algo que todos podemos hacer es ofrecerle al otro la “verdad”, y la verdad nos
hace libres de buscar ayuda en otro lado.
Dios nuestro, que nuestra voluntad de ayudar siempre
se acompañe de la reflexión para que toda ayuda sea más efectiva y no una onda
superficial en un mar de problemas que se disipa y no tiene efecto alguno.
Bendice nuestros esfuerzos y bendice aún más a aquellas personas a las que los
dirigimos. Te lo pedimos en nombre de tu hijo Jesucristo, quien supo tomarse el
tiempo para iniciar su misión y una vez iniciada, verla a término. Te amo.
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