viernes, 10 de junio de 2011

Escoge tus batallas III

Estaba sentada en la cima de una colina. El sol empezaba a acercarse al horizonte y el cielo se matizaba con una combinación de naranja, rojo y púrpura, extraña y bella. Se oyó una voz a sus espaldas. Vaya, por fin te encuentro. ¿De quién te escondes? Ella no volteó a verlo. No hacía falta. Era la voz de su Hermano mayor.

Me escondo de Ti, por supuesto, dijo intentando ser distante.

Él se sentó a su lado. Con que sigues jugando a las escondidas. Ya estás muy grande para eso, ¿no crees? Y ya instalado a su costado le dio un empujón con el hombro, y ahora sí, a pesar de sus esfuerzos, no pudo mantener la seriedad en el rostro, y sonrío, sólo para volver a recuperar el equilibrio perdido y ponerse seria otra vez. No empieces, sigo enojada contigo.

Bueno, enojada o no, mañana paso por ti. Vamos a cabalgar juntos.

No quiero ir, le respondió cortante. Tengo cosas que hacer.

El sólo sonrío. No te pregunté si querías. Mañana paso por ti. Temprano, ¿eh? Ya sabes que me gusta madrugar tanto como a tí desvelarte, así que procura no darte gusto hoy. Y muy divertido, le dio un nuevo empujón mientras se ponía de pie. Ella, volvió a perder el equilibrio y una nueva sonrisa involuntaria se dibujó en su rostro. Levantó la vista y lo vio. ¡Ay, me caes gordo!, se quejó casi riendo.

Lo sé, le dijo Él riendo a su vez. Yo también te quiero. Se dio la media vuelta y se marchó.

A la mañana siguiente su Hermano entró a la habitación, encendió las luces y le echó unas gotitas de agua helada en el rostro. Ella abrió los ojos de golpe y empezó a refunfuñar de inmediato. ¡¿Pero qué te pasa?!

Vamos, dije temprano. Te veo en cinco minutos abajo.

Cuando bajó, su hermano ya estaba montado en un hermoso caballo pinto, y a su lado la esperaba un caballo marrón. Se subió a la silla y apenas alcanzó a acomodarse cuando su Hermano ya estaba galopando. Ella se apresuró y fue detrás. El sol aún no se asomaba.

Cabalgaron cerca de media hora cuando llegaron a un acantilado junto al mar. Su hermano se bajó del caballo, colocó una manta en el suelo y sacó una bolsa con alimentos. ¿Me levantaste tan temprano para hacer un picnic?, le dijo en tono molesto. No, te levanté temprano para que te enfrentes a la verdad. Pero primero vamos a comer. Tengo hambre.

amanecer-acantiladoPartió el pan, lo bendijo y le ofreció un trozo. Comían cuando se asomó el sol en el horizonte. Mira, es hermoso. Y tú estás aquí para verlo. Razón suficiente para agradecer. ¿No te parece?

Ella, sin decir nada, agachó la mirada. Él acercó la mano a su rostro, levantó su mentón y le preguntó: ¿Por qué dejas de ver lo que se te ha dado? ¿Por qué escondes el rostro?

Porque no lo merezco.

¿Y quién dijo que tienes que merecerlo? Se te ha dado. Velo, disfrútalo. ¿Escuchas los pájaros, las olas del mar? Todo empieza a despertar. ¡Me encanta el amanecer! Me recuerda que estoy vivo. Razón suficiente para agradecer, ¿no te parece?

Sí.

Permanecieron así, sentados uno a lado del otro, frente al amanecer, hasta que el cielo se tornó celeste y las nubes dejaron los tonos naranjas atrás.

Me vas a pedir que te cuente lo sucedido, ¿cierto?

No, contestó Él. Voy a pedirte que tomes una decisión: ¿quieres volver a hablar del asunto, o quieres trascenderlo? Pero no me contestes todavía. Piénsalo bien.

¿Qué hay que pensar? Quiero trascenderlo.

Tienes que pensar en lo que vas a dejar, y que ya no volverás a tener. Tendrás que dejar el castillo. Y la verdad, bajo el refugio de Papá se vive muy bien: te dedicas a hacer todo lo que tienes que hacer; dices lo que tienes que decir; eres lo que tienes que ser. A mucha gente le funciona. Tiene su belleza y gracia.

¿Y si decido trascenderlo?, preguntó ella.

No podrás volver a refugiarte en el castillo. Tendrás que asumir la responsabilidad de lo que sucede. Y harás lo tienes que hacer, dirás lo que tienes que decir, y serás quién tienes que ser. Pero nadie te dirá lo que eso significa. Tendrás que descubrirlo tú sola… No podrás volver a ser una víctima. Escuchalo bien: No podrás volver a ser una víctima.

¿Sóla?

Bueno, sola, sola, no. Yo seré tu guía.

Y ya sabemos a dónde me puede llevar eso… Lo dijo con el filo del sarcasmo en los labios.

¡Ah! El enojo por fin se asoma. Sí, ya sabemos a dónde nos puede llevar eso: a trascenderlo. Tú decides…   Regresemos al castillo.

No hubo una sola palabra durante todo el trayecto de vuelta. Al llegar al castillo, bajaron de los caballos y su Hermano se acercó a ella. La tomó de los brazos, la vio directamente a los ojos, y le dijo: No hay decisiones buenas ni malas. Decidas lo que decidas, Papá siempre te va a querer, y Yo siempre te voy a querer. Decidas lo que decidas, la Vida correrá en tus venas y el Amor estará en tu existencia. Sé que tienes miedo, pero no tengas miedo. Trascender es más fácil de lo que imaginas.

Le soltó los brazos, se dio la media vuelta, y empezó a alejarse. Ella, corrió hacia Él. ¡Jesús!, gritó su nombre, se le plantó en frente y lo abrazó. ¡Te quiero, y no estoy enojada contigo! ¡No es contigo!

Él la abrazó también. Lo sé pequeña. Yo también te quiero. La estrechó aún más fuerte. Te quiero mucho. Y siento mucho lo que sucedió. Lamento con toda mi alma que te hayan dañado de esa forma. Me duele saber que hubo alguien capaz de lastimarte. Sufro al darme cuenta de que confiaste plenamente en alguien, y que ese alguien utilizó tu fe para ultrajarte. Lo siento de verdad, lo siento. Pero mírame… La soltó, colocó sus manos en su rostro, y clavó sus ojos en los de ella: Yo puedo borrarlo todo. Yo tengo la autoridad para cerrar la herida y no permitir que vuelva a doler. Te pido que creas en Mí. Vuelve a creer plenamente en alguien, y que ese alguien sea Yo. Nadie más, sólo Yo.

Volvió a abrazarla, aún más fuerte. Le dio un beso en la frente antes de soltarla. Te amo, y si decides concederme el honor de ser tu guía, te espero mañana temprano… aquí.

3 comentarios:

chely_lec dijo...

Leí Escoge tus Batallas II y III me gusta cada vez más ccómo escribes, creo que la historia va teniendo buen sentido para mí, me gustaría saber cómo trasciende.
Araceli

Amida Castro dijo...

A mi también me gustaría saber cómo trasciende...
Te amo mamá. Gracias por leerme.
lita.

Anónimo dijo...

Muy presumidito este Jesús, debe ser argentino porque tiene un ego que ufff!!!!