domingo, 3 de marzo de 2019

Te deseo vida y amor en abundancia


Photo by Jason Leung on Unsplash
“(Esdras) Había iniciado su salida de Babilonia […] con la ayuda de Dios. Pues efectivamente se había dedicado con todo su corazón al estudio de la Ley de Yavé, a ponerla en práctica y a enseñarle a Israel las leyes y las costumbres.”  Es 7, 9 y 10

“Bendito se Yavé el Dios de nuestros padres, quien puso en el corazón del rey esa decisión de glorificar el Templo de Yavé que está en Jerusalén.” Es 7, 27

¿Qué sucede primero? ¿Dios pone en nuestro corazón la decisión de glorificarle o nosotros nos dedicamos con todo nuestro corazón a hacerlo? La típica pregunta de qué fue primero: ¿el huevo o la gallina?

Pero creo que lo que deberíamos preguntar es: ¿Importa? ¿Realmente importa si es Dios quien pone el deseo en nosotros o somos nosotros quienes ponemos todo en Él? ¿Será necesario que la gallina llegue a una respuesta para poner huevos?

Hagamos lo que nos toca hacer: estudiemos, pongamos en práctica y enseñemos. Dios ya hace lo que le toca a él: nos ha dado la vida y la capacidad de hacer algo con ella. Una capacidad que se manifiesta en la posibilidad de alimentar la vida en nosotros, en otros, y en nuestro mundo.  

Con todo, debo aceptar que, en ocasiones, quisiera que Dios pusiera en mí el deseo. Porque muchas veces, simplemente no quiero levantarme y hacer todo lo que me toca hacer. A veces, sobre todo en las cosas más cansadas físicamente, y menos estimulantes, como limpiar casa, lavar auto y atender mascotas, ya no tengo energía. Consumo casi todo en planear, dar las clases y hacer exámenes, proyectos y revisar. Se me agota en hacer de comer y preparar el lunch de todos los días, atender hija y esposo, y se me termina en ir al gimnasio, porque es parte de mi tratamiento y no puedo dejar de hacer ejercicio si quiero dormir más y mejor.

Además, si quieres mejorar tu vida emocional, hacer ejercicio es la mejor terapia. Y en mi caso, el box ha sido una experiencia liberadora. Me ayuda mucho dar trancazos en la clase de box. Es como hacer catarsis en cada entrenamiento. Ha habido clases en las que termino llorando en el auto, no por el ejercicio, sino por todo el dolor que dejé salir en cada movimiento, cada golpe, cada esfuerzo. El ejercicio estruja los músculos y saca el dolor acumulado en ellos. En serio, si no haces ejercicio, empieza.

Así, llega el momento en que aun cuando tengo el deseo de levantarme temprano y escribir, no puedo. Ha pasado mucho últimamente. El esfuerzo de todo un año de terapia y ejercicio, está dando los frutos que buscaba: ya duermo más y mejor. Ya hasta tengo sueños con historias complejas y narraciones detalladas, cosa que no tenía antes porque no llegaba a niveles profundos de sueño.

Estoy tentada a pedirle a Dios más energía para hacer más cosas, pero estas citas me han abierto los ojos a una realidad que no comprendía bien: Dios ya me dio el deseo, a veces creo que no lo tengo, pero confundo el cansancio con la falta de voluntad. Y creo que no sólo soy yo a quien le pasa. Dios ya ha puesto el deseo de vivir en todos nostros. Nos toca a nosotros hacer lo que sea necesario -y no sólo lo que deseamos- para que sus frutos se den y se den en abundancia.

Alabarlo y bendecirlo por lo que ya puso en nosotros es indispensable, pero la verdadera alabanza y bendición no es sólo esforzarnos por dar un resultado (en mi caso, una oración diaria, una casa al 100 por ciento limpia y atenciones constantes a todos a mi alrededor) sino por estar bien, tener sueños, amar lo que hacemos, buscar mejores formas de operar en nuestra vida diaria sin descuidar nuestra salud ni bienestar.

Ayer casi no podía sostenerme de lo cansada que estaba y me resistía a dormir (le tengo miedo porque dormir mucho es para mí sinónimo de estar deprimida y más si literalmente no quiero hacer nada). Me angustia querer dormir tanto, pero hoy que estoy más descansada, me siento con más ánimo.

Aprendamos a operar de manera más benéfica para nosotros. Alabar a Dios no implica descuidarnos. Alabarlo es precisamente amarnos en primer lugar a nosotros mismos para poder dar todo a Dios y a los demás. Dios a puesto el deseo de amor en nuestro corazón: amemos nuestro ser entonces. Amemos a Dios bendiciendo su creación y empecemos por nuestro propio ser. No quiero decir que nos amemos más a nosotros mismos, no abogo por un narcisismo extremo, pero darlo todo por todos y descuidarnos no es camino de abundancia sino de agotamiento. Sobre todo, porque nadie nos lo va a agradecer. Y Dios quiere que seamos capaces de agradecer. ¿Y qué mejor manera de agradecer a Dios por la vida que nos ha dado que cuidarla?

Cuidemos nuestra vida, nuestro ser, nuestro bienestar. Enseñemos a nuestros hijos a cuidarse, cuidándonos. Dar la vida por nuestros hermanos no significa ir al matadero y matarte por todo y todos. Jesús no se subió a la cruz, lo subieron. Su muerte no fue un suicidio ni una autoflagelación. Fue una entrega que lo llevó al extremo de mantenerse firme en la convicción de que vivir con principios de verdadera alabanza a Dios es la manifestación de amor más grande que existe. Sus acciones no nos dicen: mátense por lo demás. Sino: vivan de acuerdo al amor de Dios.

La diferencia es enorme y es muy importante comprenderla. Jesús no era un masoquista, era, es y siempre será, Verdad, Camino y Vida. Es decir, un Camino de Vida que busca la Verdad. Alabemos a Dios por el deseo de amar que ha puesto en nuestro ser, y busquemos amarlo con todo el corazón, amarnos a nosotros mismos, y amar a nuestros hermanos de maneras constructivas. Sin sacrificios vacíos que no son valorados por nadie. Valoremos nuestros esfuerzos nosotros y aplaudamos nuestra valía.

En este mundo acostumbrado a valorar a las personas por lo que hacen o dejan de hacer y no por lo que son, es fácil caer en el error de confundir la entrega con resultados nada más. Es fácil convertir a las personas en recursos que sirven o no sirven, según convenga. Es fácil juzgarnos de buenos o malos según lo que hacemos en un momento, y no según todo lo que somos en nuestra totalidad humana, reflejo de nuestro creador y, por ende, capaces de transformarnos (qué otra cosa es una creación que transformación constante).

En fin, te deseo un domingo tuyo, en el que te veas y valores con los ojos con que Dios te ve y te valora. Un domingo con tus seres amados, en que logres disfrutarlos, y logren disfrutarte a ti. Te deseo el sacrificio de no matarte por trabajar y cumplir, sino por morir de amor y llenar de besos y abrazos a la gente que amas. Te deseo vida, y vida en abundancia.

Gracias Yavé, por el soplo de vida que nos has brindado y el deseo de vida en abundancia que has puesto en nosotros. Permítenos honrar tu existencia, honrando la vida y el amor en la nuestra. Ayúdanos a no confundir la entrega de amor, con hacernos daño ni permitir que nos traten como objetos. Danos la capacidad de valorar aquello que nos hace bien y renunciar a aquello que nos lastima. Y danos la sabiduría para discernir entre lo que verdaderamente nos alimenta y lo que definitivamente nos consume. Gracias mi Bien, mi dulce y tierno Bien.

Te amo.

No hay comentarios: