martes, 4 de diciembre de 2018

Acepta el regalo que te ofrezco

Photo by Lenny Miles on Unsplash


“’Hermano, yo tengo de todo, guarda lo que es tuyo.’ Pero Jacob le contestó: ‘No, por favor. Si realmente me quieres, acepta el regalo que te ofrezco, pues me he presentado ante ti como ante Dios, y tú me has acogido.’” Gen 32, 9-10. 

Mi Dios, mi dulce Bien, que importante es aceptar en tu nombre los dones, el amor, la confianza, incluso el dolor y los defectos de otros. Tu presencia la muestras a través de nosotros. Si no estamos dispuestos a aceptar a nuestro hermano y su ofrenda, imperfecta quizá, incomprensible para nosotros, quizá, intolerable para nuestro buen gusto, quizá, pero ofrenda al fin, ¿cómo podemos decir que te aceptamos, si no somos capaces de aceptarlos a ellos? Necesitamos comprender que siempre que alguien nos muestra su corazón con todo lo bello y horrible que hay en él, nos ofrece su ser. Rechazarlo no debería ser una opción. Quizá recibirlo con reservas, pero rechazarlo nunca. 

Tu sabes que lo digo por esta experiencia mía del rechazo. Tan arraigada, tan fuerte aún. Un mundo que no nos acepta es cruel. Perdona las ocasiones en que yo he participado en este rechazo hacia otros, y por tanto, hacia ti. Perdóname por no haber sido capaz de salir de mi propio dolor para recibir el bien que otros quieren darme. Hazme cada día consciente de que Tú estás presente en las personas que me rodean, en TODAS las personas que me rodean. Y que, si recibo dolor o rechazo, no es a mi a quien quieren lastimar, es la incapacidad que tienen de verte también en mis ojos, porque no he sido capaz de vivir a la altura de tu Amor y entrega. También pudiera ser que sufren, y cuando alguien sufre no puede recibir.  Dame capacidad y alivia mi corazón, porque un corazón herido no sabe recibir. Y en tu nombre, quiero poder hacerlo. 

Te amo y bendigo a Ti y a todos mis seres amados: mi esposo, mi hija, mis hermanos, mis padres, mis tíos, tías y primos; El Padre Robert y mi tío adoptivo, el Padre Plácido, ambos parte de mi familia espiritual; todos y cada uno de los agentes de Pastoral Penitenciaria, e incluye al Padre Jorge, que a quien le bastó conocerme una vez para darme valor y dignidad e incluirme donde deje de ser incluida. Todos ellos se esfuerzan por hacerte presente donde casi nadie quiere ir a buscarte. Bendice a las muchachas y el personal del Centro tutelar de adolescentes y toda persona que esté encarcelada, ya sea en cárceles físicas o tras rejas de adicción, inseguridad, males físicos o mentales. Y bendice también a toda persona que reciba estas oraciones, las lea o no. 

 Y ¿sabes qué? Hoy incluso te pido bendigas a las personas que me han herido, me han rechazado, me han dicho que soy incapaz, que todo me lo invento, que ven en mí a un ser flojo y torpe, y para quienes mis defectos han sido mayores que mis cualidades. Yo sé que han sido incapaces de ver la enorme humanidad que mis defectos me otorgan. Y aunque me han herido, comprendo su punto de vista. Sé que su juicio ha pesado enormemente en mi ser, como suele pesar el juicio social que recae en los hombros de cualquiera, pero debo aceptar que, incluso ellos, son expresión de tu Amor, porque al final me obligaron a dejar de esperar de ellos lo que sólo Tú puedes dar. 

Hoy en la mañana, mientras salía de casa, mi esposo veía un programa en la televisión y alcancé a escuchar a un científico decir: "El dolor nos otorga una ventaja de supervivencia. Sin el dolor, no buscaríamos medios para superarlo." Gracias por todas las personas que han estado en mi vida, ya sea para bien o para mal. Y permíteme ser para ellos y muchos más, expresión de tu amor también. Así sea.

Te amo.


No hay comentarios: