viernes, 7 de diciembre de 2018

Dios te dará la respuesta



Leer la oración de hoy me hizo ver hacia atrás y comprender que ya no me duele tanto. Ser rechazada y minimizada, incluso culpada por ser quien soy, siempre va a doler, pero ya no duele tanto. Puedo sentir a Jesús a mi lado y mientras leo, casi lo escucho decir: “Oila”. Los dos nos reímos. 

Leer fue como ver un video de cuando eras más pequeña y te caíste, raspaste y lloraste como si el corazón verdaderamente fuera a salirse a través de ese raspón. Pareciera que el mundo entero se derrumbó contigo. No quiero decir que no fue para tanto. En su momento, bajo las circunstancias, y dado los hechos, el dolor era real y absoluto. ¿Qué ayuda a disminuirlo? La presencia de nuestro Papá que corre a ayudarnos y abrazarnos fuerte, fuerte, para que tengamos deseo de volverlo a intentar después. 

Papá Dios me abrazó, mi hermano mayor, Jesús, alivió mis heridas, y el Espíritu del amor de ambos, me tomó de la mano, me ayudó a levantarme, y hoy me acompañan de cerca. Me volveré a caer, eso es seguro, pero Papá está aquí, Jesús está aquí, y el Amor de ambos está aquí, en este corazón que hoy te entrego en una oración que quizá de ayude a sentir sus manos en tu vida también.

“José respondió: 'No soy yo, sino Dios quien te dará una respuesta acertada.’” Gen 41, 16

Mi Bien, por favor dame una respuesta acertada. Dame la habilidad de escucharte y reconocerte en los hechos de mi vida y permíteme interpretar con tus ojos los sucesos y las acciones de quiénes me rodean, de modo que mi juicio sea compasivo pero firme, hacia ellos y hacia mí. Sé que todos hacemos lo mejor que podemos, pero sinceramente creo que hay quienes abusan cuando nos dicen que somos los únicos responsables de nuestro pensar y sentir, como si sus actos no tuvieran efecto en nosotros. Sólo piensan en lo que merecen y lo que les importa y no en lo que merecemos y nos importa a todos.

Por eso, José se quedó otros dos años en la cárcel: el hombre al que ayudó “simplemente olvidó” lo que hizo por él. Por favor, ayúdame a no resentir a quienes simplemente me olvidaron y hoy se glorían de su buena fortuna y su gran capacidad, muy superior a la mía (las cosas funcionan mejor que cuando tú estabas, me dijo). No son capaces de reconocer el papel que tuve para llegar a donde están. Duele ser ignorada y minimizada de ese modo. Mírame Tú y enséñame a verlos y verme con tus ojos, de modo que pueda comprender su inconsciencia desde su humanidad, y superar mi dolor desde tu acompañamiento. 

Permíteme reconocer al fin que lo evidente no es la verdad. La verdad está en esta relación que Tú y yo tenemos y por la que soy bendita. Una relación que ellos también tienen contigo y por la que son benditos. Danos a todos la posibilidad de encontrarte en nuestras imposibilidades. Y danos la capacidad de darnos cuenta, de modo que algún día seamos capaces de encontrarte en las imposibilidades de otros. Amén. Te amo. 


No hay comentarios: