miércoles, 5 de diciembre de 2018

Dar sentido al dolor


“Todos sus hijos e hijas acudieron a consolarlo, pero él no quería ser consolado, y decía: 'Estaré todavía de duelo cuando descienda donde mi hijo al lugar de las Sombras.’ Y su padre lo lloró.” Gen 37, 35

Dios, que fácil es aferrarse al dolor cuando creemos que el ser amado no está a nuestro lado. Perder a aquellos que amamos, perder aquello que amamos, es desgarrador. Pero también es una verdad a medias. El dicho aquel: “Todos los caminos conducen a Roma”, nos recuerda que todos los caminos, incluyendo el dolor, pueden llevarnos a tu presencia. Hay que buscarte en ese dolor. Hay que intencionar la búsqueda de un “sentido mayor”. Hay cosas que pueden no tener ningún sentido, pero hay que buscarlo en Ti y en todas tus enseñanzas, porque el sentido existe, tal y como Tú existes. Me atrevo incluso a decir, que encontrar el sentido de nuestra vida, es encontrarte a Ti.

La semana pasada mis alumnos de primero de secundaria me dijeron que Santa Claus no existe. Yo les dije: ¡Claro que sí! Insistieron: Son nuestros padres. Yo les dije: Santa Claus fue un hombre -obispo, de hecho- llamado Nicolás, y se le considera un Santo porque ayudó a los niños y les ofrecía regalos, entre otras cosas. Así que Santa Claus, si bien no tiene un traje rojo y no vive en el Polo Norte, representa un Espíritu de generosidad y el deseo de hacer a un niño feliz. Con lo difícil que está la situación económica, ¿a poco creen que los papás quieren comprar regalos y juguetes? ¡No, claro que no! Pero el Espíritu de generosidad y el amor los lleva a desear verlos felices, y bueno, se dejan dominar por el Espíritu que San Nicolás promovió. Ese es Santa Claus, y podemos tomarlo todo literal y dejarlo de lado porque “no existe”, o podemos dejarnos invadir de ese Espíritu de Generosidad y Amor, y disfrutar el dar y recibir. En cuanto al hombre panzón con traje rojo y barba blanca, es un símbolo, un arquetipo, una manera de darle forma a ese Espíritu que de otra manera no podríamos nombrar. Ese calor interior que te hace feliz cuando tus hijos corren a ver qué les trajo Santa, el Niño Dios, o los Reyes Magos, ese es el Espíritu.  

Son muchas las cosas que literalmente “no existen” o que “no tienen sentido”, pero lo relevante no es que existan como entes palpables, ni que tengan sentido por sí mismos, sino que les demos sentido. El sentido que les demos, les dan existencia o ser. 

Cuando el pensamiento científico iniciaba en Europa (Revolución Científica) René Descartes, filósofo, dijo: “Pienso, luego existo.” Una mejor traducción a esta famosa frase es: “Pienso, por lo tanto, soy.” Wikipedia nos dice que esta frase expresa uno de los principios filosóficos fundamentales de la filosofía moderna: que mi pensamiento, y por lo tanto mi propia existencia, es indudable, algo absolutamente cierto y a partir de lo cual puedo establecer nuevas certezas. (https://es.wikipedia.org/wiki/Cogito_ergo_sum)

¿Qué piensas? ¿Cómo es tu existencia a partir de lo que piensas? ¿Cómo puedes cambiar lo que piensas para tener una existencia que valga la pena vivir? ¿Cómo “piensa” Dios? ¿Qué pensamientos alimentan la idea, y por lo tanto, fomentan en la realidad, un “Reino de Dios”, es decir, un mundo de paz, justicia, compasión, esperanza, caridad y fe? Meditar en Yavé, en Jesús, en el Espíritu, es esencial para SER Cristiano. Meditar y llevarlo a la acción. Es decir, pensar y SER eso que pensamos. 

Por eso te aseguro que tus intenciones nunca reflejan la verdad de tu ser. Tus acciones, en cambio, sí. Tus acciones son las que reflejan tu pensar, tu alma y tu contacto con el Espíritu. Tus intenciones son palabras. Las palabras muy bien pueden ser vacío sin sentido. El sentido siempre se lo das tú y se refleja, de manera indudable, en tus actos. 

Conozco ateos con actitudes más cristianas que muchos cristianos. Y eso es porque, si lo piensas bien y le encuentras sentido, hay acciones que son Verdades aquí y en todos lados. El Espíritu de Dios, se encuentra en todos lados. Pero hay que buscarlo. Nosotros, los cristianos, tenemos la enorme ventaja, de que se nos ha marcado un camino para convertir la idea de Dios en una realidad que se experimente en nuestras vidas. El camino es Cristo, y este camino atraviesa momentos de luz y obscuridad, de bendiciones y manos llenas (canastas de pan y pescado) y otros de soledad, tristeza y desesperanza (ser detenido, juzgado, azotado,  y sacrificado). 

El misterio de la Cruz es uno de los misterios más obscuros y bellos que Cristo nos reveló, pero no lo explicó: lo vivió. Los actos reflejan el Espíritu y el Espíritu se manifiesta cuando le damos sentido a nuestros actos. Jesús le dio sentido a su acción: “En tus manos encomiendo mi Espíritu.”

Ese dolor que te invade, no tienes que vivirlo como una maldición. A lado de Cristo, dale un sentido de Espíritu. Será el mismo dolor, pero el sentido será otro. Y en lugar de arrastrarte a la pena, te elevará a la lucha, la consciencia, la entrega, el perdón, la paz y el amor. 

Así que, si lloras, llora con sentido, llora con Cristo y llora consciente del por qué y para qué lloras. Si vives enojo y rencor, vívelo, pero hazlo con Cristo, y llora de coraje, si es lo que requieres, y que una vez más sea con Cristo. Si necesitas aferrarte al dolor -a veces te aferras porque es lo único que de queda de todo lo que has perdido- hazlo en Cristo. Cuando te encuentres en el sin sentido, busca el sentido y búscalo en Dios, en el Espíritu, en Jesús, en el Amor, en la Entrega, en fin. Búscalo donde prefieras buscarlo, pero busca ese sentido. Darle sentido al dolor es acercarnos al misterio más maravilloso y liberador de todos los misterios, porque detrás del dolor, siempre surge la esperanza verdadera. 

Jesús, no nos permitas olvidar que nuestro mayor bien eres Tú. Que no hay necesidad de aferrarnos al dolor pero que si por alguna razón no podemos liberarnos de lo cegador que es y lo pesado que se siente cargar con esa pena, permítenos aferrarnos a ese dolor como quien se aferra a tu Cruz y te acompaña y ayuda a cargarla. Dale sentido a cada lágrima y cada lamento, porque es a través de tu Ser que encontraremos consuelo y es también a través de tu Ser que podremos brindar consuelo a otros. El amor y el dolor que se entrega y se recibe en tu nombre y a través de tu presencia, es un amor más firme, más fuerte, más bello y dedicado. Un amor capaz de trasformar las sombras que nos invaden en un sentido de Vida que tu invariablemente nos brindarás. Danos la capacidad de amar así: amar en Tú Nombre. Gracias. 

No hay comentarios: