martes, 18 de diciembre de 2018

Salten de gozo



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La oración de hoy no es una reflexión. Es una alabanza, y la comparto íntegra del Primer Libro de Crónicas capítulo 16, versículos 8 a 36. 

Mi primer impulso fue elegir uno o dos versículos, pero al leerlo comprendí que quitar una sola palabra sería mutilar su Belleza y reducir la Bondad que pretende expresar y la Verdad que busca hacer presente a través del recuerdo de tiempos pasados y luchas libradas. Después de todo, la integridad significa permitir la expresión en su totalidad. 

Además, esta alabanza es todo lo que una alabanza deber ser: un constante repetir “te amo”. Un recordatorio de todo lo Bueno, Bello y Verdadero que gracias a Dios experimentamos en la comunión de un pueblo cuyos miembros se saben amados, cuidados, protegidos y valorados por Dios, en Dios, y para Dios. Es decir, en la unión que sólo el Amor puede brindarnos. 

Amemos pues a Dios hoy a lado de David, el pueblo de Israel, la Iglesia y todo ser vivo que sepa agradecer el misterio al que Dios nos permite acercarnos y nos revela con su infinito encanto. Y que Dios nos permita atender cada palabra como una oración en sí misma. Que al leer sepamos alabar con sencilla entrega y dulce disposición. Así sea: 

“Celebren al Señor, alaben su Nombre, proclamen sus maravillas a todo el mundo.

“Entónenle cantos y que todos mediten sus prodigios. 

“Que su santo Nombre sea nuestro orgullo. Que se llenen de alegría los que buscan al Señor. 

“Piensen en el Señor y en su poder, busquen siempre su mirada. 

“Recuerden cuántas maravillas ha obrado, sus prodigios y sus decisiones. 

“Descendientes de Israel, su siervo; hijos de Jacob, su elegido. 

“El Señor en persona es nuestro Dios, sus sentencias abarcan toda la tierra. 

“Recuerda eternamente su alianza, la promesa que hizo a tantas generaciones. 

“El pacto conseguido con Abraham, el juramento que hizo a Isaac. 

“Para que fuera la ley de Jacob su alianza eterna con Israel. 

“Cuando le dijo: Te daré la tierra de Canaán como parte de tu herencia. 

“Cuando aún eran muy pocos y escasos y forasteros en esa tierra. 

“Iban como peregrinos de pueblo en pueblo y emigraban de una nación a otra.

“No consintió que nadie los maltratara y por ellos castigó a los reyes. 

“Diciéndoles: No toquen a mis elegidos, ni hagan daño a mis profetas. 

“Cante al Señor toda la tierra, de día en día anuncien su salvación.

“Proclamen su gloria entre las naciones y digan sus maravillas entre los pueblos.

“Grande es el Señor y digno de alabanza, más tremendo que todos los dioses.

“No existen esos dioses de las gentes: no son más que ídolos.

“Fue el Señor quien hizo los cielos.

“Majestad y gloria van delante de él, poder y esplendor llenan su Santuario.

“Adoren al Señor todas las familias de la tierra. Reconozcan su poder.

“Den gloria a su santo Nombre. Ofrézcanle sacrificios, entren en su Templo.

“Póstrense ante Él con vestidos sagrados.

“Que la tierra entera se estremezca ante Él: el mundo ahora no se conmoverá.

“Hay júbilo en el cielo y en la tierra; digan entre las naciones: El Señor reina.

“Que resuene el mar y cuanto lo llena. Alégrese el campo y todo lo que en él vive.

“Y salten de gozo todos los árboles, gócense delante del Señor que ya viene, viene para juzgar a la tierra.

“Alaben al Señor porque es bueno. Porque es eterna su misericordia.

“Digan: Sálvanos, Señor, Dios nuestro, y júntanos de entre las naciones, a fin de celebrar tu Nombre santo y tener nuestra gloria en alabarte.

“Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre hasta siempre: Que todo el pueblo diga: Amen, Aleluya.

“Todo el pueblo contestó: «Amén» y alabó a Yavé.

Te amo.

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